Las Navidades son una época perfecta para pasar tiempo juntos en familia. Pero también es cierto que, dada la situación de la pandemia, el frío que impide hacer algunos planes al aire libre o por las razones que sea, es probable que pasemos bastante tiempo en casa, lo que nos puede llevar a hacer un uso abusivo de las pantallas.

Por eso, está genial que hagamos planes de películas o series en familia, pero lo ideal sería combinarlo con otro tipo de actividades para evitar los atracones de televisión en Navidad. Para ello, es importante que tengamos en cuenta las siguientes claves:

El efecto de las pantallas en el cerebro de los niños

Los dispositivos tecnológicos ofrecen una gran cantidad de estímulos (luces, sonido, movimiento…) al cerebro humano. Esta sobreestimulación puede ser muy perjudicial, pues como explica Catherine L’Ecuyer, autora de los bestsellers “Educar en el asombro” y “Educar en la realidad”, una exposición prolongada a cambios rápidos de imágenes durante los primeros años de vida condicionaría la mente a niveles de estímulos más altos, lo que llevaría a una falta de atención más adelante en la vida”. De hecho, subraya L’Ecuyer, un estudio señala que “por cada hora diaria de consumo de pantalla antes de los tres años, hay un 10% más de probabilidad de tener inatención con siete”.

Es necesario limitar el tiempo que pasan los niños delante de las pantallas Unsplash

El coste de oportunidad de las pantallas

Por otro lado, es importante que tengamos en cuenta que el abuso de pantallas no solo es perjudicial por las consecuencias que provoca en el cerebro, sino también porque cuando estamos utilizándolas, dejamos de hacer otros planes. Es decir, el tiempo que pasamos con el móvil estamos desaprovechando una oportunidad fantástica para estar haciendo otras cosas: juegos en familia, dar un paseo por la naturaleza, leer un libro…

"El uso de las pantallas desplaza otras alternativas que sí han demostrado tener beneficios muy claros a nivel psicosocial"

Alberto Soler - Psicólogo

Como explica el psicólogo Alberto Soler, “el hecho de estar delante de una pantalla ocupa un tiempo que de otro modo podía haber sido empleado en otras cosas mucho más importantes y con un beneficio mucho más claro para nuestros hijos: leer, correr, jugar con los amigos, desarrollar una afición, estar en contacto con la naturaleza. Es lo que se llama coste de oportunidad. No es que los medios sean tan malos en sí, sino que su uso desplaza otras alternativas que sí han demostrado que tienen unos beneficios muy claros a nivel psicosocial”.

Cómo evitar que nuestros hijos abusen de la tecnología (y nosotros también)

Sabiendo todo esto, es hora de ponernos manos a la obra para que estas navidades ningún miembro de la familia acabe empachado de pantallas. Algunos consejos que podemos empezar a poner en práctica son:

  • Dar ejemplo: como siempre decimos, los niños y niñas no aprenden de lo que decimos que tienen que hacer, sino que nos aprenden a nosotros. Somos sus principales referentes, por lo que si ven que nosotros priorizamos revisar las notificaciones del móvil antes que conversar con ellos, ver una serie antes que hacer planes juntos o contestar emails durante la cena, ¿qué esperamos que aprendan?
  • En lugar de prohibir, proponer alternativas: muchas veces nos centramos demasiado en prohibir y dar órdenes, lo que conduce en una gran mayoría de los casos a discusiones, conflictos y enfados entre los miembros de la familia. Y lo peor de todo es que es muy probable que al final ni siquiera nos hagan caso. Entonces, ¿y si en lugar de prohibir proponemos alternativas y les dejamos decidir? Intentemos evitar las órdenes y propongamos planes entre los que puedan elegir. De esta manera, no solo les estaremos alejando de las pantallas, sino que además les estaremos dando cierta autonomía y mandando el mensaje de que confiamos en su criterio.
  • Normas y límites: no prohibir no significa permitir que usen las tecnologías sin ningún tipo de control o límite. Debemos establecer unas normas, que nuestros hijos conozcan, y ser firmes con ellas (es decir, si ponemos unas normas son para el cumplimiento de toda la familia, no para cumplirlas o no dependiendo de nuestro estado de ánimo).
  • Hacer planes acorde a sus intereses: muchas veces caemos en el error de hacer planes que nos interesan a nosotros y que, en cambio, a nuestros hijos nos les apetecen para nada. Y es que a veces no nos paramos a escuchar cuáles son sus intereses o qué les apetece hacer, creyendo que por ser los adultos tenemos derecho a decidirlo todo. Por eso, os proponemos que os paréis a pensar y a preguntarles qué quieren hacer ellos o qué les gustaría visitar.