Presidente de Cajamar

Juan de la Cruz Cárdenas: "Nunca imaginamos que absorberíamos a Ruralcaja"

Jordi Cuenca

­Once meses después de que suscribieran una fusión pretendidamente paritaria aunque con el evidente control por parte de Cajamar, la entidad con sede en Almería y la valenciana han cerrado esta semana definitivamente el proceso con un resultado final muy distinto. La cooperativa valenciana, muy deteriorada por su exposición al sector inmobiliario, se ha visto aún más dañada desde el pasado enero por los sucesivos decretos del Gobierno que exigían al sector mayor solvencia. Ruralcaja se enfrentó a la tesitura de dejarse absorber por Cajamar o verse abocada a una intervención por parte del Banco de España. Se decantó por la primera opción, menos perjudicial para sus empleados, socios y clientes, aunque sus principales dirigentes han debido de renunciar a los cargos para los que habían sido ya nombrados „las seis plazas del consejo rector„, la marca que se impondrá será la de Cajamar y el equipo directivo en su mayoría procederá de esta cooperativa.

El pasado martes usted calificó la operación final con Ruralcaja de «rescate». ¿Tan mal estaba la valenciana?

Creo sinceramente que continuar hablando del pasado no aporta nada ni beneficia a nadie. Ahora corresponde mirar hacia el futuro. Pero ya que insiste en el tema le diré que sí... la aplicación de los célebres «Guindos» (los reales decretos-leyes de saneamiento del sistema financiero) han dejado a Ruralcaja con un déficit de recursos propios inasumible por sus propios medios. Y las consecuencias de tal hecho ya las pueden presuponer ustedes por situaciones similares ocurridas anteriormente en el sistema financiero.

Afirmó también que existieron riesgos de que la operación acabara perjudicando a los restantes socios de Cajamar. ¿Ese peligro existió para las catorce entidades que estaban bajo la cabecera de Ruralcaja en CRM? ¿Qué hubiera sido de ellas si Cajamar no acude al rescate?

Sin duda. El contrato suscrito con CRM conllevaba la mutualización y consolidación de balances, por lo que las consecuencias para todas ellas habrían sido, probablemente, las mismas que para la entidad cabecera.

Hace poco tiempo Cajamar y Ruralcaja, como la primera y segunda cajas rurales de España, competían encarnizadamente. Ahora la primera ha absorbido a la segunda. ¿Llegó a imaginárselo en algún momento?

Francamente, no. Aspirábamos a que algún día pudiésemos enterrar el hacha de guerra (hacha que por cierto jamás levantamos nosotros) y dialogar, de tú a tú, en busca de una entidad única más competitiva. Pero nunca dibujamos un escenario como el que al final se ha producido.

Ha habido ya un pacto, firmado en junio, para la supresión de 500 puestos de trabajo. ¿Va a ser necesario un mayor recorte de empleo y una reducción añadida de oficinas como consecuencia de la nueva realidad del grupo? Si es así, ¿cuántos en cada caso? ¿Se vería especialmente afectado el territorio valenciano?

No hay prevista una mayor reducción de empleo, pero evidentemente sí de oficinas ya que existen numerosas duplicidades que solo conllevan ineficiencias. Esta situación se produce claramente en la Comunitat Valenciana y en Murcia, pero yo no lo enfocaría como que se va a «ver afectado», ya que suena muy peyorativo. La realidad será que los socios y clientes de la nueva caja, en lugar de tener dos o tres oficinas de la misma entidad en cien metros de calle, se encontrarán con una sola: la mejor ubicada o preparada y con más dotación de personal, que permitirá una mayor especialización profesional y un mejor servicio financiero. A cuántas afectará es algo que aún está en fase de estudio y quedará definido antes de que acabe el año.

¿Habrá una reducción en los servicios centrales que se prestarán desde Valencia?

Inevitablemente, sí. Cualquier proceso de concentración de empresas que no aproveche al máximo las sinergias que se pueden aflorar estaría abocado al fracaso económico. Esto es de libro. Dicho lo cual, nuestro compromiso es que los socios y clientes de la caja tengan un óptimo nivel de servicio independientemente de donde se ubiquen los servicios centrales.

¿Es cierto que está en venta la sede de Ruralcaja en Valencia? En la Comunitat Valenciana aún queda una decena larga de rurales que se mantienen independientes. ¿Ha llamado alguna de ellas a la puerta de Cajamar o viceversa?

Respecto a lo primero, hoy por hoy no. En cuanto a lo segundo, sí que nos gustaría, pero no... tampoco es el caso.

La crisis financiera se ha llevado por delante a todo el sistema valenciano: Banco de Valencia, cajas de ahorros y la mayoría de rurales. ¿Cómo va a actuar Cajamar para tratar de suplir ese vacío en lo que respecta al sector cooperativo valenciano?

En circunstancias similares en otras comunidades y provincias, siempre hemos dicho que preferimos responder con hechos mejor que con palabras. Pueden preguntar al sector cooperativo de Murcia, Málaga, Castilla y León o Baleares, y tendrán la respuesta. De cualquier modo, le digo, con absoluta convicción, que precisamente el sector cooperativo será el que con mayor intensidad perciba los beneficios de nuestra mayor penetración en el territorio valenciano.

El cooperativismo de crédito siempre ha estado muy vinculado al mundo agrícola y, cuando se ha desviado para buscar negocio rápido en otras partes, como el sector inmobiliario, lo ha acabado pagando caro, como se ha visto con Ruralcaja. ¿Qué piensan hacer al respecto?

Resulta obvio. La práctica totalidad del sistema financiero ha caído en la trampa de la burbuja inmobiliaria, que era demasiado tentadora. Pero tal vez esta circunstancia resulte más chocante en el caso de las cooperativas de crédito, por su especificidad. Hay que retornar a los orígenes, recuperar en la Comunitat Valenciana el orgullo de nuestro ADN-Agro y ser los mejores especialistas en el mundo agroalimentario, para prestarle el mejor servicio.

No se ha vuelto a hablar de los grupos de integración que no hace mucho se fraguaban en España, a excepción, claro, del que capitanea Cajamar. ¿Hacia dónde cree que se va a mover el sector?

Las cajas rurales formamos un sector muy capitalizado, muy solvente de forma mayoritaria. Eso lo hace menos proclive a participar en procesos de concentración y, cuando éstos se producen, no es tanto por necesidad cuanto por convicción, por la búsqueda de un modelo distinto que aporte una mayor solidez y con ello una mejor prestación de servicios a los socios y clientes. No responde tanto a la búsqueda del tamaño como de la eficiencia y creo que esta última se convertirá en el factor que obligue a corto-medio plazo a una mayor integración en un ente superior que nos englobe a todos, sea mediante SIP reforzados, fusiones o consolidación. No es solo una opinión, también es mi deseo.

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