En las últimas dos semanas, dos sociedades de inversión variable (Sicav) han comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores sendas reducciones de capital como consecuencia de la venta de porciones significativas de su capital. Se trata de Bankia Cooperación Ética y Solidaria y Inversions Étiques de Balears. Las dos mercantiles, gestionadas por Bankia Banca Privada, presumían de destinar sus inversiones a valores ligados a empresas respetuosas con el medio ambiente, que no comercializasen con armas o que no vulnerasen los derechos humanos. Sus objetivos, marcados en el primer caso por el ideario cristiano de la Fundación Pablo VI, les permitía aparecer en el polémico mapa de la Sicav como excepciones en un mercado voraz de capital, poco dado a las consideraciones morales a la hora de obtener resultados. Sin embargo, como el resto de sociedades similares disfrutaban de una fiscalidad privilegiada, de apenas el 1 % de sus beneficios.

Este factor, además del hecho de estar integradas en un banco nacionalizado y cuya gestión está siendo investigada en los tribunales, puede explicar que ahora sus socios hayan decidido sacar el dinero y buscar nuevos instrumentos de inversión. Así lo opina Francisco Álvarez, expresidente de la Bolsa de Valencia, que dirige Ética Family Office, un gestora de patrimonios regida por criterios éticos. Álvarez también explica esa repentina reducción de capital y socios en que muchas entidades tratan de esquivar posibles sanciones de la CNMV. La ley obliga a las Sicav a tener un mínimo de cien socios. Sin embargo, en ocasiones, las sociedades concentran el capital de unos pocos accionistas y añaden lo que se conoce como «mariachis», empleados o personas que toman una o dos acciones para completar la centena y cumplir con la normativa.

Desde que la crisis del sistema financiero español (en especial de las cajas de ahorros, cuyos beneficios se destinaban teóricamente a obras sociales) aflorase los excesos de sus gestores y prácticas de comercialización de dudosa lealtad con sus clientes, como las preferentes, son muchos los inversores que han optado por buscar alternativas más saludables a la hora de mover su dinero. Fruto de esta tendencia es el relativo éxito que está teniendo en España el Triodos Bank, una entidad radicada en Holanda, que maneja ya 1.000 millones de euros en patrimonio en el país sobre un total 6.800 millones en el conjunto de Europa. El balance total de Triodos Bank en España creció un 29% en 2011. Los fondos confiados de clientes aumentaron un 58% y permitieron aumentar la cartera de crédito un 23% para préstamos a iniciativas y empresas con un impacto positivo para las personas y el medio ambiente. El ratio de morosidad se mantuvo inferior al 3%, muy por debajo de la media del sector en España. En línea con estos datos positivos, el número de clientes en España se duplicó, con un aumento del 110%.

Triodos Bank se presenta como una entidad regida por criterios éticos y de solidaridad, que informa a sus clientes del destinos de sus inversiones, siempre ligadas a proyectos de índole social. Su éxito ha coincidido también con la proliferación de comentarios en la web sobre sus vínculos con la Antroposofía, una suerte de religión o modelo de pensamiento, que algunos califican de secta, y que comporta elementos de ocultismo y esoterismo. Fuentes cercanas al Triodos Bank admiten la relación de muchos de sus responsables con esta «filosofía» y niegan que sea una secta. «En Holanda se conoce esto y se admite con normalidad», señalan.

Otra entidad que hacen del ahorro una vía de inversión en proyectos de mejora social es Fiare. Se trata de un cooperativa que en España aún no tiene ficha bancaria y que opera como agente de la italiana Banca Popolare Ética. Su funcionamiento es asambleario a la hora de decidir su política de inversiones (esto dificulta su reconocimiento como cooperativa de crédito) y su crecimiento se vehicula a través de redes ciudadanas en los territorios. En la Comunitat existe la Xarxa Valenciana Fiare.