Aeropuertos

El último vuelo hacia el desguace

Los seis aviones abandonados en las pistas del aeropuerto de Manises no son una excepción. Barajas, El Prat y una larga lista de instalaciones dependientes de AENA albergan durante años a unos inquilinos incómodos que no pagan tasas y requieren de un complejo y largo procedimiento legal para deshacerse de ellos.

Los cinco aviones de Iberia abandonados en Manises han terminado convirtiéndose en parte del paisaje.

Los cinco aviones de Iberia abandonados en Manises han terminado convirtiéndose en parte del paisaje. / José Aleixandre

M.A. Sánchez | Valencia

Los cinco Airbus A300-B4 120 de Iberia y el Boeing 747 de carga de Pronair abandonados en las pistas del aeropuerto de Manises no constituyen un hecho aislado en la larga lista de problemas de AENA, sino una engorrosa carga que también padecen la mayoría de los aeródromos españoles. En el Prat de Barcelona, por ejemplo, se encuentra abandonado otro de los aviones de Pronair, en este caso se trata de uno de los dos McDonell Douglas MD-87 de pasajeros, que formaron parte de la aventura aérea frustrada de un constructor murciano, Isidro Romero. Las pistas del aeropuerto de Barcelona también dan cobijo a otro MD-88 de Iberia y un Fairchild Metro, un turbohélice frecuentemente utilizado en el transporte de paquetería que ha terminado convirtiéndose en un habitual de las pistas secundarias de varios aeródromos desde que la crisis se llevó por delante a las pequeñas compañías de logística.

El aeropuerto de Barajas tampoco constituye una excepción. A principios del año pasado sus responsables se vieron obligados a publicar en el Boletín Oficial del Estado el tercer y último aviso sobre ocho aviones que llevan varios años abandonados por sus instalaciones.

La mejor prueba de que la situación es habitual se encuentra en que la solución legal para resolver estas cuestiones se encuentra recogida en una ley de navegación aérea que data de los años sesenta. Concretamente en los artículos 137 y siguientes de la Ley 48/1960. El procedimiento se inicia cuando el propietario del avión deja de pagar las tasas correspondientes por el estacionamiento, que actualmente se estima en alrededor de unos once euros por tonelada y día, una cifra elevada si se tiene en cuenta que un reactror mediano puede pesar entre 90 y 120 toneladas, lo que supone una factura económica importante.

AENA, en primer lugar, comunica al propietario el montante de la deuda de las tasas que tiene pendiente para que lo abone en un plazo determinado, si es que dicho propietario no ha desaparecido. En muchas ocasiones las aerolíneas, cuando deciden renovar las flotas, venden los aviones que retiran del servicio a otras compañías o a grupos inversores „como es el caso de los cinco aviones de Iberia abandonados en Manises„ que intentan colocarlos en el mercado y que terminan despareciendo si no consiguen cerrar la operación. Una vez incumplido el plazo de tiempo concedido para saldar la deuda, se inicia automáticamente un expediente por abandono, que consiste en la publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de tres edictos en tres fechas distintas durante los tres meses siguientes al inicio del expediente. En los edictos se incluyen todos los datos identificativos de la aeronave por si hubiera posibles reclamaciones. Si transcurrido un año desde el inicio del expediente nadie ha respondido a las llamadas, se estima la presunción de abandono y AENA ya puede decidir el destino del avión.

En muchos casos, debido al grave deterioro que presentan, puesto que normalmente han transcurrido muchos años desde que se abandonaron „en algunos casos superan incluso la década„ las aeronaves acaban en desguaces, al presentar serios daños estructurales que impiden su reparación para volver a convertirlos en operativos. Para ello, AENA, al ser un organismo público, debe organizar subastaas.

En otros casos, como sucedió con un viejo Douglas DC-3 „un modelo que empezó a hacerse popular en la década de los cuarenta, del que se llegaron a fabricar diez mil unidades„ aparcado durante cerca de tres décadas en el aeropuerto de Zaragoza, se optó por restaurarlo y acabó sus días en el Museo de Aviación de Málaga. Otro DC-3, que se encontraba en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, también fue cedido a otro museo, en este caso de Cataluña. En cualquier caso se trata de sucesos excepcionales por el valor histórico de las aeronaves.

También se ha llegado a dar el caso de algún aparato que ha terminado literalmente clavado en alguna rotonda con motivos ornamentales, como ha sucedido en las inmediaciones del aeropuerto de Barajas con una avioneta que se encontraba abandonada en sus pistas.

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