Deuda

Grecia vuelve a sembrar dudas

Los expertos aseguran que tanto Syriza, posible ganador de los comicios, como el pueblo heleno no desean que Grecia acabe fuera del euro

El máximo responsable de Syriza, Alexis Tsipras, en el transcurso de un acto electoral del partido que puede ganar los comicios griegos del 25 de enero.

El máximo responsable de Syriza, Alexis Tsipras, en el transcurso de un acto electoral del partido que puede ganar los comicios griegos del 25 de enero. / EMV

Jordi Cuenca

Escarmentados por las consecuencias que la crisis de la deuda griega provocó a partir de 2010 en la eurozona y, con especial intensidad, en España, los mercados „y muchos dirigentes políticos„ se han dejado vencer por el miedo a que la historia vuelva a repetirse, después de que el Gobierno de Grecia convocara para el 25 de enero unas elecciones generales en las que parte en cabeza un partido de la izquierda radical, Syriza, que abandera la reestructuración de la enorme deuda del país. El temor se ha acentuado esta semana tras filtrarse que Alemania se plantea la salida de Grecia del euro en caso de que Syriza, si gana, lleve a cabo sus planes de poner fin a la austeridad impuesta por Berlín y pretenda negociar una quita de la deuda helena. Desde entonces, han proliferado las declaraciones próximas a los postulados germanos „el instituto de estudios económicos de Múnich Ifo, por ejemplo, ve necesaria una salida temporal de Grecia del euro y una quita„ así como la de quienes, como la Comisión Europea, consideran que la pertenencia de Atenas a la eurozona es «irrevocable».

¿Tiene fundamento todo este griterío? Los expertos consultados opinan que no, principalmente porque Syriza no se plantea salir del euro, una decisión que conduciría a su país a la catástrofe; porque las consecuencias de hacerlo serían muy limitadas para el resto de la eurozona tras las medidas adoptadas en los últimos años y porque, en última instancia, un gobierno liderado por Alexis Tsipras podría convertirse en una oportunidad para una Europa que no acaba de arrancar por los efectos que la política impulsada por la canciller alemana Angela Merkel está teniendo sobre el crecimiento económico.

El profesor de Economía Aplicada de la Universitat de València, Vicente Pallardó, y el director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), Joaquín Maudos, se muestran convencidos de que no se dará la salida del euro de Grecia, principalmente porque, como dice el segundo, Syriza «ha reculado» y, como agrega el primero, «ha ido suavizando su postura sobre el impago de la deuda, hasta el punto de que ahora solo habla de reestructuración negociada, que es algo radicalmente distinto».

Grecia se vería impelida fuera del euro si su Gobierno optara por una quita de su multimillonaria deuda pública „unos 315.000 millones, equivalentes a un 175 % de su PIB„, contraída de manera especial con la troika: Banco Central Europeo (BCE), Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional (FMI), pero sobre todo con el primero, que la ha aceptado como garantía para financiar a la banca helena, como apunta Maudos. Cabe recordar que el país ya logró una reestructuración de parte de su deuda y entonces los inversores privados perdieron un 70 % del capital. Hacerlo con la actual, sin embargo, implicaría socializar las pérdidas a toda Europa, dado que el primer acreedor es el BCE.

Desastre

En cualquier caso, la salida del euro, que Pallardó duda que finalmente se convierta en realidad «porque no la pide Syriza ni la opinión pública y porque falta por ver si ese partido obtendrá una mayoría absoluta» que le permita gobernar en minoría, lo que por ahora no vaticinan las encuestas, «sería un absoluto desastre: La economía griega se sostiene por el apoyo europeo. Sin él, ¿cómo afrontaría el coste del cambio de moneda? ¿con qué dinero iba a financiar a los bancos sin el respaldo del BCE? ¿quién iba a guardar allí su dinero?, ¿cómo pagaría sus importaciones un país energéticamente dependiente?». Maudos apunta efectos devastadores: «Pérdida de riqueza, fuga de capitales, imposibilidad de acceder a liquidez financiera, una tasa de paro aún más alta que la actual y una inflación brutal como consecuencia de la devaluación monetaria».

Vicente Pallardó recuerda al respecto el caso de Argentina, que quedó fuera de los mercados tras el default de 2001 y que ha vivido unos años gracias al »altísimo precio de las materias primas, pero cuando estas han caído se ha colapsado». Tal es su situación que «hace unas semanas quiso colocar varios miles de millones en deuda y solo captó unos 300». Como apunta Maudos, «los mercados recuerdan muy bien quién no ha pagado en un momento determinado».

¿Por qué, entonces, se plantea Alemania la salida del euro de Grecia, una opción que hace cuatro años parecía la hecatombe? El profesor de Economía Aplicada considera que la marcha helena „su PIB solo representa el 2 % de la eurozona„ «sería irrelevante» para el resto de socios europeos, porque estos cuentan ahora con mecanismos para evitar el contagio de los que no disponían hace cuatro años, entre ellos la unión bancaria. Pallardó añade que «la situación económica ha mejorado en toda Europa», incluidos los países objeto de rescate como Portugal, Irlanda o España. Además, los estados emergentes como Brasil, China, Turquía o Indonesia, que se convirtieron durante la crisis de la deuda en Europa en un valor refugio, ahora «generan preocupación, con lo que el capital se está volcando» en los países europeos, principalmente los periféricos, que ofrecen rentabilidades mayores que, por ejemplo, las de Alemania. Maudos, no obstante, sí observa un riesgo muy negativo para España: «Los inversores podrían dejar de financiar la abultada deuda española por miedo a que la UE le quite el paraguas después de dejar caer a Grecia».

Sin embargo, ambos expertos insisten en que Syriza, ni Grecia, pretenden abandonar la moneda única, sino renegociar la deuda helena. Se trataría, como explica el director adjunto del IVIE, de «mejorar las condiciones para propiciar que el país crezca», es decir alargar los plazos de vencimiento y reducir los tipos de interés, entre otras medidas. A este respecto, Maudos recuerda que el 175 % del PIB heleno que representa la deuda del país es prácticamente idéntico al porcentaje que tenía Atenas antes del rescate europeo. Y ello obedece a que el país, debido a las políticas de austeridad impuestas por Bruselas y Berlín, no está creciendo. «Lo que busca Syriza es renegociar para que Grecia crezca», dice. Vicente Pallardó opina, por su parte, que el caso griego «debe incluirse en una revisión general del modelo europeo de afrontar la crisis, que ha fracasado y que debe reformularse de manera global para que abarque a otros países, como España, Portugal o Italia e incluso al propio conjunto de la UE». A este respecto, añade que «los economistas creemos que va a ser imposible, por su volumen y condiciones, devolver toda la deuda que hay en Europa», un problema que afecta también a países como Bélgica, Holanda o Francia. Según su criterio, es factible una renegociación de las condiciones de la deuda en el ámbito europeo, pero seguramente es más importante cambiar el rumbo y modificar las directrices marcadas desde Alemania, porque unas políticas expansivas que impulsen un crecimiento sólido en esos países podría bastar para que los mismos hagan frente al pago de sus deudas «y no haga falta reestructurar». A todo esto, no hay que olvidar la munición de que dispone el BCE con la opción de compras masivas de deuda soberana que aliviarían las maltrechas arcas de tantos países, especialmente en un momento en que Europa se encamina hacia la deflación.

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