Bolsa de Valencia
Treinta y cinco años al ralentí
A pocos meses de cumplir su trigésimo quinto aniversario la Bolsa de Valencia, con nuevo presidente desde 2004, continúa languideciendo como plaza financiera en la economía global y en medio de la desidia empresarial e institucional

Imagen de la sala de información de la entidad con sede en el Palau Boïl d'Arenós. / Levante-EMV
José Luis Zaragozá | Valencia
Tras visualizarse la decadencia de los símbolos financieros patrios de la Comunitat Valenciana „Bancaja, Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) y Banco de Valencia„ basta acudir al desangelado e histórico palau de Boïl d´Arenós, sede de la Bolsa de Valencia, para darse cuenta de la escasa actividad de este instrumento económico con un futuro incierto en medio de esta galopante globalización de la economía y las finanzas. El parqué de la sociedad rectora cumple su 35º aniversario este año en medio de la desidia empresarial, la descomposición del tejido bancario autóctono y la falta de apoyo institucional que han llevado a la entidad a no contar ya con miembros o intermediarios del mercado bursátil. Sin duda, otros tiempos fueron mejores.
Quienes deciden las funciones y el devenir de la Bolsa de Valencia desde junio de 2010 son los accionistas mayoritarios de Bolsas y Mercados de España (BME) representados en su consejo de administración. La puesta en marcha de ese «holding» acelera el escaso peso que de la entidad autóctona constituida en 1980 e impulsada, entre otros, por una saga de corredores de comercio que lideró la familia Maldonado.

Treinta y cinco años al ralentí
La defunción de su patriarca, Joaquín Maldonado Almenar hace un lustro „tras cumplir 101 años de edad„ supuso la pérdida del último superviviente de la generación que tomó grandes decisiones en la Valencia de la década de los cincuenta.Fue el personaje con mayor influencia social en la Valencia de la dictadura e impulsor de la actividad mercantil en la Comunitat Valenciana en la década de los setenta junto con Calomarde, Trullenque, Piquer, Samper o el profesor Manuel Broseta. La desaparición y jubilación de aquellos patriarcas de las finanzas y los negocios mercantiles anticipó la decadencia, si no cambian las cosas, de la Bolsa de Valencia.
Ningún represente de la Bolsa de Valencia se sienta en los máximos órganos de poder de BME a pesar de que la entidad valenciana tenga su propio mandatario. La Bolsa de Valencia no figura ni en el consejo de administración de BME, ni en las diferentes comisiones existentes, ni en el comité de coordinación. Por supuesto, Madrid, Barcelona y Bilbao sí tienen representación. ¿Por qué será? Vicente Olmos Ibáñez fue nombrado presidente ejecutivo de Bolsa de Valencia en abril de 2014 tras dejar los cargos Ángel Torre y Manuel Escámez, hasta entonces presidente y consejero delegado, respectivamente, quienes abandonaron sus respectivos puestos por jubilación. El actual máximo responsable de la sociedad rectora ocupaba desde 2007 la dirección de auditoría interna de BME.
Anteriormente, Olmos había sido director financiero de Bolsa de Valencia, controlando la gestión y administración de dicho parqué al que se había incorporado en 1991. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Valencia, Olmos es desde 1979 funcionario del Cuerpo de Gestión y Administración de la Hacienda Pública, en excedencia desde 1991 y ha desarrollado diversas actividades docentes relacionadas con la fiscalidad, en especial, en relación con la inversión bursátil. Con todo, no está en el consejo de BME.
Sin autonomía en la gestión
«El problema de fondo „sostiene el ex consejero y director general de la Bolsa de Valencia Francisco Álvarez, a la sazón también exvicepresidente de la Bolsa de París„ es que la decisión de mantener o no la Bolsa de Valencia depende de las decisiones que tomen los accionistas mayoritarios de BME como es natural en cualquier sociedad anónima. ¿Qué hacemos en la Comunitat Valenciana para que dichos accionistas estén convencidos de que la existencia de la Bolsa de Valencia es útil? ¿Qué hemos hecho para que Bancaja, la CAM y el Banco de Valencia no desaparezcan?». En su opinión, «solo con declaraciones» no se puede funcionar para reivindicar la supervivencia de esta plaza financiera valenciana, el corredor mediterráneo o para lograr una mejor financiación que corrija los desequilibrios entre ingresos y gastos de la autonomía.
De poco han servido la razones que esgrimió BME para impulsar las corporaciones bursátiles españolas (Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia). Hace una década el «holding» abogaba por «unificar y racionalizar corporativamente el mapa de los mercados financieros, incrementar aún más su integración y eficiencia y fortalecerlos muy considerablemente frente a los retos de la globalización europea y mundial». Sea como fuere, el tiempo ha demostrado que no se ha preservado la identidad y operatividad de estas entidades periféricas surgidas para vertebrar e impulsar sus respectivos sectores financieros.
«La Bolsa de Valencia tiene sentido porque una entidad, en la medida en la que responde a su razón de ser aunque hoy en día sea deformada, es una alternativa de financiación para la empresas. Para ello se crearon las bolsas, si bien desgraciadamente se hayan convertido en una especie de casino. La solución es muy simple: que todos los que quieran que la Bolsa de Valencia siga existiendo que compren acciones de BME para poder crear un conjunto accionarial de referencia. El modelo económico en el que vivimos así lo dicta», puntualiza Álvarez, en la actualidad presidente de Etica Patrimonios.
Las pymes dan la espalda
En un intento por revitalizar el negocio financiero y dar entrada a las pymes en el sector surgió el llamado Mercado Alternativo Bursátil (MAB) en vísperas de poner fin al sistema de negociación de valores en corros (de viva voz) , en julio de 2009, para dejar al sistema electrónico como el único válido para la compraventa de acciones. Este parqué para pymes se hizo a imagen y semejanza de otras plataformas europeas como AIM (Reino Unido) y Alternext (Francia), aunque su estreno llegó en el peor momento de la crisis económica. No cuajó. Tampoco quedan pymes valencianas cotizadas en un mercado en el que debutó la firma Suavitas. «Las pymes „según Álvarez„ manejan sus propias características a las que hay que adaptarse y los organismos bursátiles españoles, durante muchos años han pedido que éstas se parezcan a las grandes empresas cotizadas. Eso es craso error. Necesitan más facilidades y al mismo tiempo más obligaciones de información», explica el ejecutivo valenciano.
«¿Por qué será que, con miles de empresas cotizadas en el Nasdaq pymes o en el AIM inglés se hayan producido pocos casos de engaño y que en España, con una docena, ya hayamos tenido demasiados? ¿Es necesario dar detalles sobre quiénes han fallado en el tema Gowex? Somos aprendices de brujos que lanzamos las campanas al vuelo sin dotarnos de las infraestructuras a largo plazo que sean serías y profesionales.
Intento fallido
El primer intento serio que se hizo en España para crear un mercado bursátil dedicado para pequeñas y medianas empresas surgió de la Bolsa de Valencia en 1998, con la participación de la CAM, Bancaja, del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), de la Cámara de Comercio y de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV). Dicho proyecto tenía por nombre Nou Mercat (9M) pero no llegó a ser una realidad porque al final «por razones políticas. Según Álvarez, tenía que ser nacional y no solo valenciano. El Nou Mercat podía haber arrancado en Valencia en un primer tiempo para luego extenderse al resto de España tal como ocurrió con el Nasdaq en Estados Unidos, Pero Spain is different «y el apoyo de la Comunitat Valenciana para que esto fuese así fue nulo», lamenta el exdirectivo de la Bolsa de Valencia.
«Más tarde se utilizó el material del 9M para crear el segmento de mercado bursátil que se llamó Nuevo Mercado y en el MAB podemos encontrar un alto porcentaje de ingredientes de lo que el 9M pretendía hacer», agrega.
Por otro lado, las empresas cotizadas de la autonomía en el Mercado Continuo brillan por su ausencia. En su opinión, aún es posible que la Bolsa de Valencia pueda tener un papel para que esto cambie en la medida en la que seamos capaces de convencer a las sociedad valenciana de que ello es útil y que dicha sociedad, en su conjunto, se involucre en representar algo en Bolsas y Mercados de España.
¿Habrá que apostar por tros canales de financiación para lograr recursos? Según Álvarez, «siempre han existido. La Bolsa es uno de ellos y una entidad de proximidad como la de Valencia podría hacer muchas cosas. Desgraciadamente los demás canales de financiación, principalmente créditos, dependen también de lo que se decida en Madrid o en Barcelona ¿Qué hemos hecho mal para haber perdido el poder de financiación autonómico?¿Qué hacemos para que esto cambie? Muy poco», concluye.
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