Las capacidades que un empresario busca a la hora de contratar personal han ido cambiando a lo largo de los últimos años. Hoy en día, si queremos situarnos en el mercado como una empresa innovadora, este reto pasa principalmente por hacer una correcta selección de las personas que van a formar parte de nuestro equipo. De esta forma, hace unos años las competencias transversales a cualquier puesto de trabajo debían pasar por saber trabajar en equipo, comunicar y gestionar equipo. Pero esto ya no es suficiente.

Hoy en día debemos buscar personas con liderazgo, capacidad de adaptación al cambio y creatividad como las tres capacidades irrenunciables y con más porcentaje de valoración, A estas añadimos también flexibilidad, compromiso y orientación al cliente.

Un buen comienzo sería dejar de hablar de selección de personal y pasar a llamar a este proceso selección de personas,. Debemos tener muy presente que las personas que seleccionemos serán el germen de las ideas de futuro de nuestra empresa y las que nos colocarán a la cabeza de nuestra categoría de negocio. Por eso auguramos que en los próximos años ya no hablaremos de departamento de recursos humanos, sino de departamento de personas.

Dentro de este proceso de búsqueda de capacidades, y una vez seleccionadas las personas que pasarán a formar parte de nuestro equipo, debemos poner mucha atención en un segundo nivel: las personas encargadas de guiar a los trabajadores que comienzan en la empresa. Éste es, por tanto, otro perfil clave que debemos buscar.

Las empresas deben evolucionar al mismo tiempo y ritmo que los mercados, y para ello se necesitan personas que sean creativas y sepan captar las nuevas tendencias y transformarlas en servicios y/o productos.

El cambio experimentado en las carreras profesionales es radical. Las personas pasan por varios puestos de trabajo y por varias empresas de forma habitual. Para adaptarnos a esta volatilidad del mercado, las organizaciones debemos buscar personas con talento y liderazgo que tengan iniciativa y compromiso.

Además, el gran factor diferenciador entre una empresa gris y una empresa atractiva es sin ninguna duda la creatividad. Una de las competencias más valoradas no sólo para seducir a clientes, usuarios, compañeros, jefes o empleados, sino también la perfecta aliada para hacer frente a la diversificación de mercados y la creación de servicios y/o productos que cubran necesidades de los consumidores actuales.

Cada sector demanda unas competencias específicas, que además están en contínua evolución. Veamos algunos ejemplos

En el sector de la enseñanza la competencia de orientación al cliente se ha convertido en fundamental. El aumento de la oferta académica ha hecho que hayamos pasado de centros privados donde las pruebas de acceso eran el filtro que daba prestigio a la entidad a tener hoy en día postgrados que no se pueden llevar a cabo por falta de alumnos. Esto ha hecho que el trato al alumno se haya convertido en un trato al cliente, incluso se han llegado a desarrollar procesos específicos de satisfacción del alumnado.

En el sector industrial se habla mucho de pensamiento global como una de las competencias fundamentales. Se trata de una forma de pensamiento que va orientado a que las personas deben tener una visión conjunta de las áreas de producción para poder comprender la magnitud de importancia que tiene su trabajo. Así, el objetivo es que las personas que ocupan puestos específicos dentro de una cadena de producción conozcan el valor añadido que aportan al proceso global, aumentando la responsabilidad de las acciones de su puesto de trabajo.

En el sector de las TIC hablamos sin embargo de pensamiento globa-local. Podemos estar trabajando en una ciudad para un cliente que está situado en el otro extremo del mundo, lo que hace que las personas que ocupan dichos puestos tengan la capacidad de ponerse en el lugar del cliente que distribuye sus servicios para una cultura totalmente distinta a la nuestra.