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Grupo Romeu pone rumbo al exterior

Javier, Francisco y Blanca Romeu

No refleja en su semblante cara de jetlag a pesar de pasar una semana al mes en Asia y otra, en América. Además de viajar muchas horas a bordo de aviones se sube al AVE algunos días en dirección a Madrid y al Euromed -«muy lento», asegura- rumbo a Barcelona. Javier Romeu Castellet (Valencia, 1976) es el principal ejecutivo de TIBA, negocio principal del Grupo Romeu, un holding en manos de cinco ramas de esta familia de cuyas riendas tira ya la quinta generación de estos emprendedores en negocios vinculados con el transporte, logística y servicios marítimos. La mercantil es una de los grandes de la city portuaria de la calle J.J. Dómine de Valencia. Desde allí contempla de cerca el conflicto de los estibadores por la reforma del Gobierno, que sigue de cerca y tanto inquieta al sector portuario de la Comunitat Valenciana por su implicación en todas las empresas vinculadas con el mar.

En las oficinas de TIBA, uno de los cuarteles generales de la corporación familiar, hay mapas mundi colgados de la paredes y relojes que marcan diferentes husos horarios. El principal gestor del grupo, políglota , mantiene reuniones presenciales y videoconferencias con diferentes departamentos del las sociedades vinculadas con la corporación. Su padre, Francisco Romeu Loperena (de 67 años), es presidente aunque ha cedido las principales tareas ejecutivas, que también desempeña su hija Blanca, directora comercial de TIBA España, con sede en Barcelona.

Javier Romeu es miembro del consejo de administración de TIBA desde 2005 y dirige en la actualidad dos de sus unidades de negocio: transporte de carga y almacenamiento refrigerado (Friopuerto). Sobre todo es impulsor en gran parte del proceso de expansión internacional experimentado por ambas. Antes de desembarcar en el grupo familiar el nuevo consejero delegado trabajó en el sector banario, en Bélgica, así como en la industria Saint Gobain, cerca de París. «El período de formación y de trabajo profesional en otros ámbitos diferentes al negocio familiar me han venido muy bien para mi preparación y también ayuda a tener visión más global de la economía», apunta.

Uno de sus objetivos es la expansión de TIBA, que opera actualmente en 16 países y espera que alcance los 25 países y 50 oficinas en 2020. Y que Friopuerto, especializada en servicios de logística de almacén y que cuenta con cuatro cámaras frigoríficas portuarias y de comercio exterior en España, Portugal, Marruecos y México, se expanda sobre todo en América Latina y el Mediterráneo Occidental.

El principal ejecutivo de este imperio familiar forma parte también, desde hace tres años, del máximo órgano de gobierno de Intermodal Tank Transport Inc., con sede en Houston (Texas). Particularmente interesado en el comercio electrónico y las nuevas tecnologías aplicadas a proyectos de productividad en el sector del transporte de carga internacional, el consejero delegado de TIBA es Máster en Administración de Empresas por el ESADE. Habla fluidamente español, inglés y francés, además de tener conocimientos avanzados de italiano. Juega al golf y al pádel, y es haitual corredor de 10K y 15 K por las calles de Valencia.

¿Problemas en la sucesión? El Grupo Romeu se aleja de los asuntos habituales que acechan a buena parte del tejido productivo de la Comunitat Valenciana. Hace una década sus gestores aprobaron un protocolo, revisado hace dos años: «una cosa es participar en la propiedad y otra, en la gestión», explica.

En un sector tan globalizado y donde acecha de lleno la competencia de grandes multinacionales foráneas, el grupo Romeu factura ya por encima de los 400 millones de euros y emplea a más de 1.600 trabajadores a través de ochenta sociedades. En la actualidad, el plan estratégico 2017-2020 del Grupo Romeu incluye adquisiciones de empresas, sobre todo en Estados Unidos, centroamérica y países del sur de este continente, así como en Marruecos, Vietnam y Corea. Entre este ejercicio y 2018 invertirá veinte millones de euros.

«En el comercio marítimo internacional la oferta crece tanto o más que la demanda y, por tanto, las navieras sufren los recortes de costes con grandes caída de ingresos. Eso, por ejemplo, lo acusó Hanjin, con un descenso de fletes y otras complicaciones le han llevado a la quiebra». Con todo -explica Javier Romeu- los operadores logísticos «sufrimos menos porque tenemos mayores capacidades de crecimiento, con estructuras fijas. En España, desde 2010, a pesar de la crisis económica, no hemos dejado de crecer», puntualiza. Sea como fuere, y al hilo de la actualidad por la huelga de los estibadores planeando sobre los puertos, Romeu adivierte de que es necesario lograr un acuerdo entre empesarios y sindicatos y reducir los costes laborales porque los tráficos de contenedores de transbordos se pueden perder al desviarse hacia otros recintos de Europa.

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