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Alarma en el regadío valenciano

La extensión de huerta de la C. Valenciana se ha reducido un 3,2 % en los últimos años, mientras que en el resto de España el terreno dedicado a esta ha crecido un 11,4 %

Regadío de la huerta de Aldaia. Levante-emv

El regadío valenciano muestra signos claros para la preocupación. El buque insignia tradicional de la agricultura valenciana ha perdido un 3,2 % del terreno dedicado al cultivo de frutas y hortalizas en la última década, según indican los datos facilitados por la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) extraídos de la Encuesta de Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce) que elabora el Ministerio de Agricultura.

Esta disminución del terreno dedicado al cultivo valenciano entre los años 2006 y 2016 ha supuesto la pérdida de casi 10.000 hectáreas de superficie dedicada al regadío, pasando de 297.440 en 2006 a 287.731 a comienzos del año 2017. Esta preocupación, a su vez, contrasta ampliamente con los buenos datos recogidos en el resto de comunidades autónomas, donde se ha producido un aumento medio del 11,48 %.

Entre las comunidades autónomas que más han ampliado su terreno dedicado al regadío destaca Extremadura, con una subida del 33,85 % en sus hectáreas, figurando a continuación Andalucía (16,58 %), Murcia (12,16 %) y Castilla-La Mancha (12,08 %).

Para Cristóbal Aguado, presidente de AVA-Asaja, estas cifras en un sector cuya media de edad de sus trabajadores alcanza los 64 años señalan claramente «la tremenda degradación que sufre nuestro sector agrario» y esta es «todavía más preocupante si la comparamos con otras comunidades, especialmente con Extremadura».

Necesidad de una modernización

Entre los factores que han provocado esta bajada en las hectáreas dedicadas al regadío valenciano, Aguado destaca la falta de una mejora en la estructura agraria «que nos permita ser competitivos».

El poco presupuesto dedicado a la modernización ha generado que la Comunitat Valenciana haya perdido el sitio preferencial que tenía en ventas, lo que ha permitido que «seamos superados por otras comunidades que sí que se han modernizado».

Asimismo, según explica el presidente de AVA, el alto precio del agua en comarcas como la Vall d´Albaida o la Hoya de Buñol y la falta de un pacto que asegure su viabilidad, han acentuado el «drama» que se vive el cultivo valenciano, el cual «se encuentra en una situación límite». En esta misma línea se ha manifestado el secretario general de la Unió de Llauradors, Ramón Mampel, que ha destacado que la baja rentabilidad de los cultivos, junto a la imposibilidad de cubrir costes, ha sido un motivo clave para abandonar la tierra de regadío.

Igualmente, Mampel ha manifestado la necesidad de que se establezcan unas nuevas horquillas de costes en cada uno de los escalones de la cadena alimentaria, para evitar que «lo pague siempre el más débil»

Los cítricos, en crisis

La pérdida de superficie en el cultivo del regadío se ha establecido especialmente en los terrenos dedicados a los cítricos, donde se ha producido una bajada del 10 %, un dato que contrasta con las subidas del olivar (38,02 %), el viñedo (17,08 %) y los frutales no cítricos (26,21 %).

Este abandono de las explotaciones ha ido ligado a una subida continua de los costes de producción que no se ha correspondido con un aumento en las cotizaciones de los productores, las cuales se encuentran estancadas o a la baja en los últimos años.

Ante esta falta de rentabilidad, los agricultores han optado por la búsqueda de cultivos que aporten un mayor beneficio. El aguacate o el caqui han surgido como alternativas para aumentar la rentabilidad, aunque este último, otro cítrico, «también está llegando a una situación parecida a la de la naranja», afirma Mampel. Otra alternativa ha sido la búsqueda de nuevas variedades, aunque esta resulta prácticamente inviable «debido a la gran inversión que se requiere para poder hacer frente a los pagos por las royalties de estas nuevas variedades», según explica el secretario general de la Unió.

Por ello y como defiende la Unió de Llauradors, es necesario que se establezcan «políticas que eviten el abandono de las explotaciones agrícolas». De la misma opinión es Cristóbal Aguado, quien ha abogado por «un gran pacto que garantice el futuro de nuestra agricultura», ya que el mito del «Levante feliz» se ha quedado como «un eslogan de otro momento».

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