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Un Serratosa inquieto y con formación budista

Gonzalo Serratosa Luján, el nuevo máximo responsable de la empresa de materiales de construcción, otra vez en crisis financiera, es economista, formado en PwC y experto en «coaching», una pasión que también hace compatible con la caza mayor

Un Serratosa inquieto y con formación budista

El fundador del Grupo Nefinsa, Emilio Serratosa Ridaura, no dudó en desinvertir en negocios rentables para reinventarse y empezar desde cero tras su salida de la histórica Valenciana de Cementos. En 1992 el empresario dijo «no» a Mario Conde cuando apenas nadie se atrevía a toser al financiero. Entonces decidió vender la cementera a la multinacional mexicana Cemex. Ahora, por cierto, ya en manos turcas. La operación, valorada entonces en más de 750 millones de euros, llenó los bolsillos de los Serratosa. El joven Gonzalo Serratosa Luján (València, 1973), junto con su padre y hermanos Javier, Pablo, Ana y Begoña, participó poco tiempo después en el relanzamiento de la sociedad patrimonial que controló negocios industriales como Air Nostrum -ya fuera de la órbita de los Serratosa- y Uralita (en la actualidad Coemac). Gonzalo unió sus intereses a los de Javier. Pablo y Ana (Grupo Zriser) iniciaron otras aventuras profesionales.

Al igual que su padre (de 83 años y ya sin tareas de gestión en este imperio familiar), Gonzalo tampoco se prodiga demasiado en eventos sociales, algo de lo que ya hizo gala su abuelo, quien prefería dedicar su escaso tiempo libre a forjar y consolidar una colección de arte: obras de Picasso, Miró, Dalí, Renoir, Pinazo, Sorolla... Formado en la Universitat de València, este Serratosa inquieto y muy preocupado por su familia es graduado en Administración y Dirección de Empresas, así como MBA en Internacional por el Instituto de Empresa (IE). Habla inglés. Trabajó durante tres años en la consultora PwC como consultor de empresas en Europa. Es vicepresidente de Nefinsa y miembro del Instituto de la Empresa Familiar. Desde principios de este año ocupa la presidencia de la cotizada Coemac, con un futuro incierto ante la posible venta de la división de tuberías. Hace un lustro ya cedió su joya de la corona, el negocio de los aislantes, al fondo de inversión KKR para hacer caja y enjugar pérdidas. El grupo de materiales de la construcción cerró el ejercicio 2018 con unas pérdidas de los 15,6 millones. Veremos qué hace Gonzalo.

Experto en técnicas de «coaching»

Cuenta en su blog que la decisión más importante de su vida ocurrió, sin duda, el 18 de septiembre de 2004, cuando se casó con su mujer, «por quien doy gracias cada día de tenerla como compañera de viaje», apunta. Tienen tres hijos. Su flexibilidad laboral le permitió compatibilizar su pasión de formarse en esa dirección como Executive Coach en la EEC (Escuela Europea de Coaching). Desde entonces ha impartido cursos de inteligencia emocional en universidades. «Se trataba de un striptease emocional muy práctico que me permitió aprender mucho de cualidades que no era consciente de mí mismo y de los demás», explica este ejecutivo quien en una etapa de la vida también asistió a un retiro de silencio de seis días en un templo budista en Pedreguer «que respeta todas las religiones», guiado por el maestro Alan Wallace como ponente. Aprendió sobre el comportamiento de la mente y tuvo meditaciones de Mindfulness. Sostiene que allí encontró soluciones a sus problemas dejando de lado el «victimismo».

El viajero timonel de Coemac comparte con sus hermanos Pablo y Javier la afición por la caza mayor, una pasión heredada de su padre. El patriarca fue propietario de El Tochar, en Requena, una enorme finca rústica donde es posible abatir ciervos, jabalíes, liebres o perdices. También afina puntería en Ciudad Real. Lo que no tiene tiempo es para hacer vida social en instituciones patronales o lobbies como la CEV, AVE o Conexus. Allí, dicen, tendría las puertas abiertas.

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