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Otro Vietnam

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La guerra de Vietnam la ganaron quienes no se esperaba, entre otras cosas a raíz de los movimientos de contestación surgidos dentro de la ciudadanía norteamericana. Actualmente, una ola de movilizaciones agrarias está sacudiendo las conciencias de muchos países europeos, entre ellos y de manera especial el nuestro. La histórica manifestación de la semana pasada en Valencia -la más multitudinaria del sector en las últimas décadas- dejó bien claro con su lema -«Basta de engañar a los agricultores y ganaderos»- que estamos hartos de que la clase política nos tome el pelo y nos empuje al abismo con sus acciones y omisiones.

Tras esta demostración de fuerza y de unidad del sector, nos encontramos con lo de siempre. València, Madrid y Bruselas, estando representados más o menos por los mismos partidos políticos, siguen tirándose la patata caliente unos a otros sin asumir sus competencias correspondientes en materia agraria.

En el gobierno del Botànic II, el president Ximo Puig es el primero que reconoce públicamente que los agricultores tenemos derecho a vivir dignamente del campo, pero luego ese apoyo no se refleja en políticas y presupuestos. Cuando Mónica Oltra dice que no pueden actuar sobre los precios o la renta agraria, nos preguntamos: ¿Para qué queremos a la Generalitat Valenciana? ¿Acaso el proceso para descentralizar competencias y lograr una estructura más próxima al territorio se ha convertido en un obstáculo? Estar más preocupados por el mestizaje que por los intereses de los valencianos ya les hizo perder cuatro años en gestión agraria y, por lo que vemos, siguen en las mismas. Tampoco afina mucho mejor aquella vieja canción «Madrid, Madrid, me desesperas». El ministro Luis Planas reconoce la crisis agraria e incluso nos da la razón, pero con el paso de las semanas su figura se ha visto desautorizada por parte de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Desde Bruselas hablan menos pero su mensaje ha quedado nuevamente grabado a fuego. La Eurocámara acaba de aprobar un acuerdo comercial con Vietnam que puede tener un impacto negativo en el mercado del arroz. ¿Por qué los eurodiputados del PP, PSOE y Cs han votado a favor cuando en València y Madrid están diciendo justo lo contrario? ¿Qué intereses ocultos hay detrás de este tratado que les parecen más importantes que nuestro arroz y la preservación de los parques naturales donde se cultiva? ¿Dónde queda ahora el famoso Pacto Verde y la preocupación por las emisiones de CO2? Somos exportadores y defensores del libre mercado, pero es de sentido común que, mientras no exista reciprocidad y no se evite la competencia desleal en términos fitosanitarios, laborales o ambientales, en lugar de un verdadero libre mercado lo que está imponiendo Bruselas es un marco regulado de tal manera que unos salen beneficiados mientras otros acabamos a los pies de los caballos.

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