Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Brasil inunda Europa de zumos

Las multinacionales citrícolas del gigante de Sudamérica encargan nuevos buques cisterna para transportar más producción a la UE

Brasil inunda Europa de zumos

El consumo de zumo de naranja crece como la espuma desde la pandemia de coronavirus. La demanda se dispara en todo el viejo continente y eso lo conoce bien el principal país productor del mundo: Brasil. El tratado de la Unión Europea con Mercosur, de culminar con éxito el proceso de ratificación, hará desaparecer en siete años los derechos aduaneros al zumo 100 % exprimido –estratégico para la industria española- y en una década casi lo eliminará para el concentrado. Por eso, la competencia brasileña cuestiona el futuro de las industrias citrícolas españolas: Zuvamesa (Sagunt) y Agriconsa (Algemesí); las de García Carrión (Don Simón) en Almería y Huelva, así como las de AMC Juices (Murcia) y Nufri e Indulleida (ambas en Cataluña).

Con la invasión de Brasil, el agricultor no tendría salida para la fruta no apta para fresco y la industria no serviría para regular el mercado. La falta de un destino claro para un volumen de entre 650.000 y 800.000 toneladas de naranjas por campaña -las que ahora se transforman- generaría un serio problema al sector español. Los costes del modelo agrario brasileño basado en el zumo -con inmensas explotaciones en manos de unos pocos propietarios y un sistema de producción que es mucho menos exigente que el fresco- son inalcanzables para la citricultura española. Con este sistema en el campo, a su vez, se generan economías de escala en el proceso de transformación y en la logística para su venta (un 95% del zumo brasileño se exporta). Las tres grandes corporaciones brasileñas que controlan buena parte de las tierras y más aún las plantas de zumo –Citrosuco, Cutrale y Louis Dreyfus- tienen en propiedad flotas con grandes buques para trasladar su producto a los puertos de Rotterdam (Holanda) o Gante (Bélgica). Les cuesta hoy casi lo mismo que les supone a las procesadoras españolas transportar su zumo de Andalucía, Murcia o la Comunitat Valenciana a Francia en camión cisterna. La ‘diana’ del primer productor del mundo -responsable de alrededor del 70% de la transformación de cítricos del planeta- se ha situado sobre Europa, más aún sabiendo que en su segundo mayor mercado -Estados Unidos -la oferta barata brasileña se ha topado con la competencia de los zumos de México, con costes de producción análogos pero con la ventaja competitiva de la proximidad y el mejor tratamiento arancelario (en virtud del Tratado de Libre Comercio), que este año ya los han superado en ventas a aquel destino. La ofensiva fundamental de Brasil sobre la UE se está dando, además, en el zumo directo (Not From Concentrate, NFC, por su terminología en inglés) –en el que se centra la producción española- y no tanto en el concentrado (From Concentrate Orange Juice, FCOJ). Las cifras de exportación a la UE de la Associaciçao Nacional Dos Exportadores de Sucos Cítrico de Brasil así lo acreditan. Se observa una caída global de las exportaciones de zumos brasileños a la UE, que es consecuencia directa del fuerte descenso de la producción de jugos brasileños debido al fuerte impacto del HLB o greening en sus zonas productoras y de la caída global del consumo de zumo de naranja (por la competencia creciente de otros zumos y el crecimiento -especialmente en Europa- de la venta de jugos exprimidos por máquinas en los propios supermercados o en la hostelería). Esta caída, sin embargo, se ha focalizado en su totalidad en el FCOJ y no en el NFC, cuyas exportaciones sólo a Europa se han disparado un 43% en la última década y ya casi triplican a la producción española, cuyas ventas se circunscriben casi en su totalidad a este mismo mercado. Brasil es el mayor abastecedor mundial de zumo de naranja. Exportó en la última cosecha agrícola (julio 2019-junio 2020) 1,07 millones de toneladas del producto, que supone un crecimiento del 17% frente al volumen embarcado en el año inmediatamente anterior. La Unión Europea se mantuvo como el principal destino del zumo de naranja exportado por Brasil, con el 69,7% de los embarques, seguida por Estados Unidos (16,3%), Japón (5,3%) y China (3,9%), según los datos de la Asociación Nacional de Exportadores de Jugos Cítricos (Citrus-BR).

Desembarco en la Unión Europea

Uno de los pasos previos más significativos de este nuevo ‘desembarco’ del zumo brasileño en la UE se dio en septiembre de 2017 cuando se dio a conocer tras la entrada del gigante brasileño Citrosuco en la planta cordobesa transformadora de Palma del Río (que perteneció a Grupo Pascual (Zumosol) y que en 2013 pasó a manos del conglomerado empresarial turco Toksöz). Tras vencer el contrato de alquiler de estas instalaciones, la multinacional rechazó este pasado mes de agosto ejercer su opción de compra y ha dejado en el aire su futuro y el de sus 58 trabajadores. «Algunos se las prometieron felices porque –se decía- se iba a introducir mayor competencia entre las industrias pero lo cierto es que Citrosuco, a la luz de la escasa actividad de esta planta, no apostó por producir en España sino por situarse aquí para sondear el mercado y mejorar su know how sobre el zumo directo», interpretan fuentes del Comité de Gestión de Cítricos , la patronal española que aglutina a los principales exportadores españoles. El segundo paso en el desembarco de Brasil en el mercado europeo viene de la mano del grupo español J. García Carrión, que ya ha contratado la carga de varios barcos de zumo a Citrosuco y que parece haber abierto una nueva vía de entrada en España a través del Puerto de Huelva. Fuentes de García Carrión aseguran que la importación de zumo de Brasil representa solo una pequeña parte de su producción y tiene que ver con la demanda de clientes de Reino Unido. Se trata por tanto de una vía distinta a la convencional, a la ya consolidada, que es a través de la base propia que el consorcio del jugo tiene en Gante (Bélgica). El tercer paso en el que ya se venía trabajando parece estar centrándose en la adecuación de sus medios de transporte y logística para un nuevo desembarco en la UE, esta vez de zumo directo, más barato que el español.

Citrosuco, el primer operador zumero del mundo, con una facturación de 1.300 millones, ya ha adaptado las bodegas de tres de sus seis grandes buques para traer zumo directo fundamentalmente a Europa (el Citrus Vita, Carlos Fischer y Premium du Brasil). Cutrale, el segundo en discordia, que en 2008 compró una planta en Portugal y en 2015 absorbió a la multinacional frutícola Chiquita, cuenta con otra flota propia para su distribución en todo el mundo de al menos seis buques –dos de ellos salidos de los astilleros en 2014- y también está readaptando su logística a las necesidades del viejo continente. El tercero en discordia es Louis Dreyfus Company (LDC) , un gigante mundial de las commodities (soja, café, azúcar, algodón…), que es considerado como el cuarto consorcio agrario más importante del mundo con una facturación próxima a los 38.000 millones de dólares y que cuenta con tres plantas en Brasil y fincas propias en una superficie de unas 25.000 hectáreas. Pues bien, LDC, que ya tenía en propiedad dos buques ( Essayra y Atlantic Orchard) para transportar sus zumos a la terminal propia que también explota en Bélgica, ya aumentó en 2019 un 50% la capacidad de almacenamiento de zumo directo en la base de Gante y ahora acaba de poner en funcionamiento otros dos buques, fundamentalmente para Europa y también para transportar zumo directo: entre ambos son capaces de cargar 50.000 Tm de zumo.

Preocupación entre exportadores y productores

Esta situación preocupa de lleno al sector citrícola español. La UE recompensará con la apertura sin arancel de su mercado a un modelo que es antagónico con el europeo. Además, la progresiva destrucción del sector transformador español dejará sin salida, sin posible medio para valorizar cada campaña entre el 10 % y el 20% de las cosechas, las que hoy se destinan a hacer zumos de naranja o clementina. «¿Qué destino le daremos entonces a casi 1,5 millones de toneladas que no reúnen la condición para el mercado en fresco?», cuestiona la patronal presidida por Inmaculada Sanfeliu. «Si se abandonara a su suerte esa fruta en los campos, ¿imaginan el impacto ambiental derivado?, ¿son conscientes del aumento de plagas que ello supone?», agrega. También a Cooperatives Agro-alimentàries preocupa las facilidades que el tratado brindará a la importación de naranjas, mandarinas y limones. Inquieta el riesgo fitosanitario (por la llegada de plagas y enfermedades) que la intensificación del tráfico de ultramar conllevará. Y tienen motivos, pero todo eso «será una cuestión menor -según el Comité de Gestión- si la industria española, incapaz de competir por costes de producción y logísticos con la brasileña, se hunde». «¿Quién establecerá las cotizaciones mínimas en origen? ¿Quién contribuirá a valorizar el 100% de la producción ofreciendo una salida remuneradora y respetuosa con el medio ambiente? No lo duden, la factura la pagará toda la citricultura, pero muy especialmente se cebará con los agricultores», explican estas mismas fuentes.

Compartir el artículo

stats