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Todo empezó con un muerto

Divina Aurora, el mayor fabricante de ataúdes de España, es una cooperativa fundada en 1964 por los trabajadores de una empresa abocada al cierre - En esta pandemia ha tenido que duplicar su producción por aumento de los fallecimientos

Félix Pont, presidente de Divina Aurora, en las instalaciones de la cooperativa en Xàtiva, este martes.

Tal vez no habría podido ocurrir de otra manera. La cooperativa Divina Aurora, el mayor fabricante de ataúdes de España, nació de una agonía. Visto desde otro ángulo, surgió para evitar un muerto más. En concreto, una empresa. Hay que echar la vista atrás a la dura postguerra española. A 1946. En aquel año, un empresario de cajas de Xàtiva al que no le funcionaba el negocio decidió llamar al ‘médico’ para certificar la defunción de la mercantil, pero antes les propuso a la media docena de sus trabajadores que compraran la maquinaria y se quedaran con el local. Así lo hicieron y la firma evitó el cementerio bajo la fórmula y denominación de Cooperativa Obrera Divina Aurora. Aquel grupo de emprendedores lograron que el nuevo proyecto, pese a los tiempos fúnebres en que nació, fuera creciendo poco a poco, hasta el punto de alcanzar los 60 socios. A estas alturas, los fundadores han tenido que utilizar el producto que fabrica la empresa y las jubilaciones han reducido a 35 el número de asociados. Uno de los que sigue en el frente de batalla es Félix Pont, su gerente y presidente desde hace 31 años, quien entró en la firma hacia 1975.

Hoy día, Divina Aurora ocupa el liderazgo de su sector en el país, con una facturación en 2019 de nueve millones de euros y una plantilla de 120 trabajadores. La compañía produce al año unos 65.000 ataúdes de media, más del doble respecto de la firma que ocupa la segunda posición en el escalafón nacional. Pont considera que uno de los pilares del éxito de la compañía estriba «en que la gente que hemos estado al frente de la misma hemos tenido clara la idea de que es una cooperativa pero también una empresa», unos conceptos que han llevado a la quiebra a firmas que no llegaron a asimilarlos. «Hay que tratar igual al socio y al trabajador, porque lo que diferencia a uno de otro es que el socio va a las asambleas, tiene voz y voto, cobra un dividendo si hay beneficios» y hace una aportación de capital inicial de 40.000 euros en estos momentos.

Al finalizar el pasado septiembre, la cooperativa había alcanzado unas ventas de 8,5 millones, casi la misma cantidad que en todo el año anterior. La explicación, claro está, se encuentra en la pandemia de covid-19, que ha disparado el número de fallecimientos en España. Félix Pont recuerda que en la etapa más dura de la primera ola, la producción creció en torno al 150 %. Dicho de otro modo, si lo habitual en un mes era producir 6.000 cajas, en marzo y abril llegaron a fabricar 15.000. Fue una etapa dura. La compañía tuvo que contratar más personal -una treintena de eventuales- y hacer acopio «de materia prima al precio que fuera. Trabajábamos incluso los sábados y los domingos. Divina Aurora no puede fallar a sus clientes o que un difunto no tenga un entierro decente». El presidente de la cooperativa asegura que diciembre, enero y febrero, por el frío, suelen ser los meses de más trabajo por el mayor número de fallecimientos y que septiembre y octubre «son más flojos», pero no este año. Ya se está notando un repunte de la faena conforme avanza la segunda ola de la crisis sanitaria y aumenta el número de muertos. El próximo invierno será complicado.

Internacionalización

En torno al 80 % de la producción de Divina Aurora va dirigida al mercado español, pero la compañía hace años que se internacionalizó. Desde hace tres décadas vende sus ataúdes a Costa Rica, a través de un acuerdo con una corporación de profesores que agrupa a 800.000 personas con seguro privado. Poco después llegó a Chile, a través de sendas funerarias de Concepción y Punta Arenas. «Nos piden una caja muy elaborada, que allá es difícil de hacer», asegura Pont, quien añade que, de cara al futuro, y dado que «España está copada y no se puede aspirar a crecer más», la firma va a potenciar su salida al exterior. No a Europa, donde la competencia en calidades es alta, pero sí a América. De momento, «hemos llevado muestras a Texas para intentar entrar en aquel mercado» y se plantea ampliar su presencia en Sudamérica, aunque es un propósito complicado «porque están mal» en términos económicos y sociales.

En lo peor de la pandemia, la firma fabricaba 15.000 ataúdes, por 6.000 un mes normal

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Otros destinos de los productos de esta firma han sido Guinea Ecuatorial o la Rusia siberiana. Chile, Guinea y Galicia son tres de los puntos principales de origen de las maderas que utiliza la empresa. Divina Aurora fabrica todo tipo de cajas, desde las más económicas, generalmente para beneficencia que entrega de forma gratuita, a las de seguros -es decir, las habituales- y otras más elaboradas, pero su presidente no quiere dar precios para no interferir en la labor comercial de sus clientes, que exclusivamente son las funerarias.

Cambios

Félix Pont asegura que, en poco tiempo, este segmento de negocio ha sufrido un significativo cambio por la mayor conciencia ecológica de la ciudadanía, las instituciones y las empresas. En apenas un año y medio, se ha pasado de un 40 % a un 80 % en el uso de cajas ecológicas, que no llevan herraduras, con los pomos de madera, tapizadas de algodón, con barnices sin disolventes: «Las incineras y prácticamente no contaminas, a diferencia de lo que sucedía con las de antes». Como consecuencia de una sociedad cada vez más refractaria a asumir y mostrar la muerte, los ataúdes, según explica Pont, no acostumbran a fabricarse con tapas partidas para que se pueda ver el cadáver y se ha quitado el cristal que antes se colocaba. El presidente de Divina Aurora cree que es mejor no mostrar los restos mortales de una persona, sobre todo si han padecido cáncer o covid-19, porque, tras la enfermedad, «son irreconocibles». Otro cambio que se ha producido es que muchas cajas ya no incorporan la figura de Cristo y Pont lo achaca a que «ha cambiado la mentalidad. La gente es menos religiosa». Divina Aurora, según su máximo responsable, está muy implicada en acciones sociales con entidades como Cáritas o Manos Unidas.

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