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Safta, cien años volviendo al cole

La empresa centenaria valenciana Safta, de propiedad familiar, ya en manos de la cuarta generación, es una de las líderes en España en el negocio del material escolar y de la papelería

Salvador, Vicente y Javier Forment Climent | M. A. MONTESINOS

En tiempos del empresario Salvador Forment Barberá, allá por los albores del siglo XX, no todos los niños acudían al cole. Eran tiempos recios. Pero este aprendiz de tornero artesanal, que trabajaba en Alaquàs en oficios varios, decidió empezar su aventura profesional en 1908 con un negocio vinculado a los centros educativos instalando un taller de madera en su localidad para producir artículos escolares y de oficina. Fabricaba cuerpos geométricos desmontables (cubos, pirámides, cilindros...), borradores, porta calendarios, reglas, cajas para sellos y plumieres para transportar lápices y plumas escolares.

Aplicó todas sus habilidades en aquellos años de entreguerras. ¿Cómo es posible que una compañía por la que han pasado cuatro generaciones y que ha vivido dos desastres naturales (incendios y riadas) puede haber sobrevivido tras más de cien años de actividad? «Cuando nos preguntan esto siempre respondemos que la clave han sido tres factores: pasión y amor por nuestro trabajo, perseverancia y poner la empresa por encima de todo, incluso de los intereses personales de cada miembro de la familia», apuntan los actuales herederos del negocio de la empresa valenciana de material escolar y papelería Safta.

En 1944 murió el fundador de la empresa y su hijo se comprometió firmemente con tirar adelante con el negocio familiar a pesar de los contratiempos. La fábrica se inundó en 1957 por la gran riada pero su heredero, que se encontraba en el interior, no quiso abandonarla pese a tener el agua, literalmente, al cuello. Salvador Forment Tárrega, miembro de la segunda generación de la empresa, cuya iniciales dieron nombre a esta centenaria mercantil, Safta, fue el encargado de dar dimensión nacional a la compañía.

Al igual que su padre, fue un empresario hecho a sí mismo, con alma de emprendedor. También sufrió los vaivenes de la dura posguerra civil, de los arañazos por culpa de fusiles, cañones y bombas que dejaron bajo mínimo la actividades de Safta. Aprendió el oficio de su progenitor en esas circunstancias y décadas después dio un cambio a la actividad fabril al introducir el plástico y el nailon como materias primas para desarrollar nuevos productos como las mochilas escolares y bolsas de deporte. En 1989 falleció y tomaron las riendas de la compañía representantes de la tercera generación: Salvador, Vicente y Ángela Forment Boscá, junto a Miguel Martí (marido de esta última). Esta nueva saga dio un gran impulso a la mercantil al crear una red de venta de ámbito nacional e iniciar las exportaciones a Europa y diversos países de Oriente Medio.

Nuevos tiempos

Pero llegó la competencia asiática y hubo que deslocalizar la producción. «Desde mediados de los años noventa se importa la gran mayoría de los productos de Asia y aunque allí no tenemos fábrica propia sí controlamos la calidad de los proveedores», asegura Salvador Forment Climent en presencia de sus hermanos Vicente y Javier, miembros de la cuarta generación. Al deslocalizar parte de la producción también creció la empresa, debido sobre todo a la incorporación de conocidas marcas a sus productos.

En la actualidad ya factura 14 millones de euros y tiene una plantilla de 40 trabajadores. Exporta a una veintena de países y su negocio exterior acapara un 15 % de sus ventas totales. Además, es licenciataria de algo más de 25 enseñas de entretenimiento (Mickey Mouse, Harry Potter, Stars Wars, Hello Kitty o Barbie, entre otras), así como de conocidas marcas de moda y clubes de fútbol de la Liga.

«Safta es el resultado de muchos años de esfuerzo y dedicación. Con algo más de un siglo de historia hemos pasado a convertirnos en un referente en el ámbito de la papelería de España, donde en la actualidad somos líderes de la vuelta al cole», destacan con cierto orgullo los herederos de la saga: Vicente (director comercial y de producto), Javier (director de operaciones y logística) y Salvador (director financiero y de recursos humanos). Los tres hermanos han asumido la propiedad y han dado paso a una profesional externa para asumir la dirección general.

Se trata de la economista y consultora Rosa Ballester, máxima ejecutiva de la empresa desde 2017. «Lo que nos hace ser líderes es la calidad del producto, su red comercial y el departamento de diseño propio», comenta la directiva. «El sector está muy atomizado y los licenciatarios de conocidas marcas del deporte, moda u ocio quieren representantes cada vez más grandes. Por eso tenemos que crecer», agrega Rosa Ballester. Safta potencia también enseñas propias como BlackFit8, Moos, GlowLab y Safta . Sus principales canales de ventas son los almacenistas de papelería (37%), grandes superficies (17%) y firmas jugueteras (10%). Por internet ya coloca un 9 % de sus ventas.

En esta larga trayectoria empresarial Safta ha vendido millones de mochilas. Incluso ha fabricado la más grande del mundo, con la marca FC Barcelona, lo que le permitió incluirse en el libro Guinness World Records. Tenía 4,3 metros de altura y pesaba 46 kilogramos.

La cuarta generación de la compañía comenta que otra clave de su éxito empresarial ha sido la diversificación de la oferta. Por eso, más allá de las mochilas, Safta vende estuches, bolsas de deporte, artículos de papelería y complementos para todos los grupos de edad, desde preescolar hasta las edades más juveniles. Y bolsos, bandoleras, botellas, carros, estuches, riñoneras, sacos, paraguas… Son otros tiempos. La madera ha dado paso al plástico y otros materiales. De momento descarta tener fábrica propia en China.

¿El futuro? « El mercado está cambiando y estamos inmersos en nuevas formas de trabajar, nuevos materiales, nuevos productos, invirtiendo en I+D. También estamos pendientes de las nuevas tendencias del mercado, pues los hábitos del consumidor cambian. Lo nuestro es poder volver siempre al cole», concluye Salvador Forment.

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