¿Seremos todos freelances en el futuro?

¿Seremos todos freelances en el futuro?
Agustina Barbaresi
¿Trabajo para una empresa o me pongo por mi cuenta? La respuesta depende de las circunstancias personales y profesionales. Y también, como es lógico, de las oportunidades. Porque no siempre es una elección.
Según un estudio de Boston Consulting Group (BCG) y la comunidad de freelances MALT, en España el número de profesionales que trabajan por proyecto (freelances) ha aumentado alrededor de un 40% desde 2009, hasta superar los 750.000. El perfil medio de estos profesionales rondaría los 40 años, con experiencia previa como asalariado y trabajo en sectores como el diseño gráfico, consultoría, tecnología y data o comunicación.
Entre los motivos que llevan a un profesional a trabajar por su cuenta destacan «tener más autonomía y mejores condiciones laborales. Lo que más valoran es poder decidir sobre la gestión de sus proyectos y trabajo», señala el estudio. Sin embargo, en la práctica esto no siempre sucede.
Laura López, autora del libro Imperio Freelance, señala que en su experiencia (sobre todo en el sector creativo) se ha encontrado con «que abunda el empleo como freelance por necesidad. De hecho, fue mi caso: me puse como autónoma porque no encontraba un puesto en ninguna empresa». Afirma que muchos empiezan haciendo colaboraciones esporádicas y acaban dedicándose a tiempo completo al quedarse en paro o no encontrar empleo en una empresa.
Eugenio Lanzadera, profesor de Derecho Laboral de la UDIMA, pone cifra a esta realidad: «el 66% de freelances lo son por necesidad» y entre los motivos que explican esta circunstancia, enumera las dificultades para encontrar trabajo estable, los escasos ingresos o las necesidades de los jóvenes para poder independizarse, junto a un nivel de formación alto, que «impulsan la idea de emprender o de desarrollar un oficio por cuenta propia».
Con la pandemia, se añade una arista más. Laura López apunta que, con la normalización del teletrabajo y «como muchos empleos creativos o de marketing se pueden hacer en remoto, puede ser fácil que algunas empresas contraten por proyecto, lo que podría destruir puestos de trabajo y provocar un aumento de falsos autónomos».
Precisamente, con las cifras que publican organismos como la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE) en la mano, vemos que paralelamente al aumento de freelances también han subido esos falsos autónomos. «Cuando un freelance trabaja en exclusividad para una empresa, que fija por él las condiciones de organización del trabajo, horario, retribución o herramientas, estamos ante un fraude que debe ser perseguido», señala Maria José Landaburu, secretaria general de UATAE.
Landaburu afirma que les preocupa la generalización de esta lacra «en la práctica totalidad de sectores económicos, no solo por lo que supone de abuso laboral y negación de derechos para las personas afectadas, sino porque ilustra la precariedad y desprotección estructurales de los autónomos». De hecho, recuerda que en los últimos dos años la Inspección de Trabajo ha detectado 49.755 casos.
Unión de fijos y freelances
Con el auge de freelances, ¿vamos hacia el fin del empleo fijo? Lo cierto es que hay espacio para su coexistencia y además ventajas para ambas partes, siempre que se juegue dentro de la legalidad.
Los empleados en plantilla «son sobre los que recaen los valores y los objetivos claves de la empresa, mientras que los independientes son los que, entre otras cosas, permiten a las empresas absorber picos de trabajo. Y mucho más en el momento actual, en el que encontrar perfiles muy demandados, como desarrolladores o Data Analyst es muy complicado», explica Vincent Huguet, co fundador y CEO de MALT.
Las compañías tienen diferentes opciones para crear equipos de éxito: «desarrollar talento interno con programas de adaptación y reconversión de competencias, captar talento externo o adquirir talento temporal», explica Juan Ferrer, partner de BCG y añade que un 40% de las compañías encuestadas en el informe publicado junto a MALT considera que los perfiles externos de alta cualificación son claves para mejorar su productividad e innovación.
María José Landaburu afirma que no hay que ver el empleo por cuenta propia o por cuenta ajena como una «competición» y que se resiste a creer «que la innovación y la irrupción de una mayor flexibilidad de la mano de las nuevas tecnologías tenga que implicar más precariedad». Y lanza una reivindicación: que la ley sea más clara «para blindar la laboralidad de esos freelances».
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