El documental de Netflix ‘Seaspiracy: la pesca insostenible’ es un bofetón en toda regla. Lo es como consumidor de pescado o marisco, pero también como emprendedor de una startup que lleva la sostenibilidad por bandera. Porque básicamente cuando ves la debacle medioambiental a la que nuestro modelo de consumo nos está abocando y lo prostituido que está el concepto de sostenibilidad por las grandes corporaciones te preguntas: ‘¿Tiene algún sentido lo que estamos haciendo aquí?’. 

En Saigu Cosmetics no tenemos nada que ver con la pesca, ni tampoco con la ganadería, sobre la que nos abrió los ojos en 2014 el documental de los mismos creadores ‘Cowspiracy: el secreto de la sostenibilidad’, pero sí con la cosmética que es una industria que mueve miles de millones de euros al año en todo el mundo y cuyo impacto en el medio ambiente es también notable. Creamos esta marca en 2019 con la sostenibilidad como prioridad principal y con un objetivo muy ambicioso: ¡triunfar, tener éxito, ser relevantes! Pero no para satisfacer nuestros egos ni para llenar nuestros bolsillos, sino para llamar la atención del resto de la industria demostrando que sí se puede hacer productos de calidad, sin explotar ni a las personas ni a la naturaleza, y ser rentables o incluso dar beneficios. 

No teníamos miedo de que otras marcas y multinacionales copiaran nuestra preocupación por el medio ambiente, precisamente queríamos que lo hicieran porque eso significaría un avance. Sin embargo no contábamos con lo que llaman el ‘greenwashing’ -o ‘bluewashing’ en el caso de la industria pesquera- en el que las grandes corporaciones, hacen acciones superficiales y de cara a la galería mientras se llenan la boca de sostenibilidad para calmar la conciencia del consumidor pero en realidad siguen con sus dinámicas contaminantes y devastadoras para la naturaleza.

Estamos llegando al punto en el que el concepto de sostenibilidad se ha utilizado tanto para denominar cosas tan alejadas de su significado original. Ahora mismo en Saigu Cosmetics nos encontramos a la intemperie en medio de una tormenta en la que todas las marcas parece que están preocupadísimas por el medio ambiente pero los consumidores no pueden saber cuáles lo están de verdad. La única herramienta que tenemos para diferenciarnos es una comunicación 100% transparente a través de nuestros propios canales y seguir remando con la vista puesta en el largo plazo. Porque, no podemos rendirnos ahora ni dejamos llevar por lo mal que está el mundo. Para que este planeta tenga un futuro, tenemos que seguir intentando encontrar un modo de vida más sostenible. O cualquiera que sea la palabra que inventemos ahora para sustituirla.