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Los millonarios que cuidan del planeta

Los grandes activistas se vuelcan en la inversión sostenible y ponen a España en el punto de mira

Central termosolar en Palma del Río (Córdoba) . | Antonio Luis Beltrán

El Greta Thunberg de las finanzas. Este es uno de los sobrenombres del multimillonario británico Chris Hohn, fundador del fondo de inversión The Children’s Investment Fund Management (TCI) y uno de los mayores agitadores del cambio climático. Hohn, accionista de Aena y Ferrovial, acaba de entrar en el capital de Cellnex, confirmando así que España está en el punto de mira de los grandes inversores institucionales que quieren alinear sus carteras con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU a través del activismo empresarial.

Chris Hohn

Actualmente hay más de 650 inversores institucionales en todo el mundo, presentes en 26 territorios y con 25,9 billones de dólares (unos 21 billones de euros) en activos, según datos de Schroders de 2020. En esta categoría se incluyen gestoras de fondos y planes de pensiones, aseguradoras, fondos soberanos, fundaciones y fideicomisos, entre otros. Todos ellos administran grandes cantidades de dinero, propio y ajeno, y distribuyen sus inversiones en distintos activos en busca de la mayor rentabilidad posible. En los últimos años han introducido un nuevo componente que gana peso en sus carteras, la inversión sostenible, aquella que está en línea con los ODS. Antes de decidir dónde invierten toman en consideración criterios relacionados con factores ambientales, sociales y de buen gobierno (ESG).

«Existe un clamor y un consenso en que necesitamos un desarrollo económico que fomente la equidad y la reducción de las desigualdades. También debe servir para cubrir las muy variadas e insatisfechas necesidades de una gran cantidad de personas. Y no nos vale cualquier tipo de desarrollo. Queremos uno que respete el medio ambiente y que ni agote los recursos naturales ni mutile las posibilidades de las futuras generaciones. Los mercados financieros tienen bastante que aportar para conseguir este objetivo», explica Fernando Gómez-Bezares, catedrático de Finanzas de Deusto Business School.

"Existe un clamor y un consenso en que necesitamos un desarrollo económico que fomente la equidad y la reducción de las desigualdades"

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Una parte significativa de estos inversores institucionales materializan su apuesta por la sostenibilidad ejerciendo el activismo empresarial. Identifican compañías vulnerables en ámbitos relacionados con los criterios ESG, entran en el accionariado y exigen a sus gestores una administración responsable que corrija los puntos débiles. Confían en que gracias a este cambio la cotización de la acciones de la compañía se revalorizará y podrán así salir del capital más adelante con ganancias suculentas. Petroleras como Shell o Exxon ya han sufrido las embestidas de estos grandes inversores, igual que aseguradoras como Prudential o Aviva, por su mayor exposición al cambio climático. Este supone riesgos para las empresas, tanto físicos, por la mayor frecuencia y gravedad de los fenómenos naturales, como transitorios, por la introducción tardía de políticas tendentes a reducir las emisiones de C02.

Paul Elliot Singer

Los activistas sostenibles actúan así para contribuir a la supervivencia del planeta pero también para garantizar la viabilidad a largo plazo de sus propias inversiones. Trabajan en solitario, aunque en ocasiones pueden concertar sus actuaciones con otros inversores institucionales e incluso participan en iniciativas como Climate Action 100+, agrupación de 575 grandes inversores que presionan a los grandes contaminantes para que reduzcan su huella climática.

Diez grandes

Los diez mayores inversores activistas por volumen de activos gestionados son las gestoras estadounidenses y asiáticas Elliot Management, Third Point, ValueAct, Harris Associated, Effissimo Capital Management, Titan Partners, Pershing Square Capital, Sachem Head Capital, Starboard Vale y Canyon Capital Advisors, según las estadísticas del banco de inversión Lazard del año 2020. Todas ellas invierten al menos una parte de su dinero con criterios ESG, unas sobre todo por vocación y otras únicamente por oportunismo financiero. En Europa el activismo autóctono es mucho más reciente, pero ya existen gestoras relevantes en Reino Unido, Suecia y Francia, como TCI (Chris Hohn), Bluebell Capital Partners (Francesco Trapani), Amber Capital (Joseph Oughourlian) y Cevian Capital (Christer Gardell).

Jeff Ubben

Detrás de estas gestoras de fondos se encuentran financieros hechos a sí mismos, que, en general, han amasado grandes fortunas operando en los mercados. Aunque es difícil hacer un retrato robot homogéneo, políticamente son conservadores -pese a que existen excepciones y en Estados Unidos suelen financiar a candidatos de todos los partidos- y tienen un bajo perfil público. Apenas participan en actos sociales más allá de los estrictamente vinculados a dos de sus grandes pasiones, la filantropía y el deporte. La mayoría rondan los 60 años, siendo el más joven Bill Ackman (Pershing Square, nacido hace 55 años) y el mayor, Paul Elliot Singer, (Elliot Management, 76 años).

Singer, votante del partido republicano y de religión judía, es la 665 mayor fortuna del mundo, según Forbes, que le atribuye un patrimonio de 4.300 millones de dólares. Sus vehículos de inversión, que gestionan activos por 45.000 millones de dólares, están inmersos hoy en campañas activistas que afectan a la farmacéutica británica Glaxo o a la energética estadounidense Duke Energy, entre otras. Singer, que ya prepara su sucesión y decidirá entre su delfín y jefe de inversión Jonathan Pollock o su hijo Gordon Singer, es el dueño del Milan. Fue uno de los participantes en el proyecto de la Superliga de fútbol que defendía Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de ACS. La cercanía entre Singer y Pérez no termina ahí, ya que el financiero estadounidense compró a ACS la mitad de Thiess, el mayor proveedor de servicios mineros del mundo, el pasado octubre. Pagó entre 1.700 y 1.900 millones de dólares australianos por el 50% del capital.

También tiene vínculos con España Chris Hohn (Addlestone, Reino Unido, 1966), el Greta Thunberg de las finanzas y accionista de Aena, Ferrovial y Cellnex, entre otros, a través de TCI. Hohn creó su gestora en 2003 después de haber trabajado antes en Apax Partners y Perry Capital y es una de las mayores fortunas del Reino Unido. Desde hace una década se ha convertido en el gran agitador del cambio climático, que para él es el mayor desafío al que se enfrentan tanto las generaciones actuales como las futuras. Impaciente y cansado de esperar a que gobiernos y empresas tomen una mayor proactividad en este ámbito, financia iniciativas ciudadanas de protesta como Extinction Rebellion. Pero su mayor ofensiva se dirige ahora a las grandes empresas, responsables, según él, del 35% de las emisiones globales a la atmósfera.

Hohn ha lanzado la iniciativa Say on climate (Opine sobre el clima), con la que insta a empresas cotizadas a admitir cuál es su huella climática y a explicar cómo van a combatirla. Además, deben rendir cuentas a los accionistas en sus juntas cada año. El financiero británico, consejero de Aena, ha sido el impulsor del plan climático del gestor aeroportuario español. La empresa hizo suya la iniciativa que nació del empuje de Hohn. La propuesta Say on climate de Aena salió adelante con el 98% de los votos de los accionistas y con el pronunciamiento favorable de otros grandes inversores institucionales presentes en el capital, como BlackRock o Vanguard, y de los asesores de activistas ISS y Glass Lewis. Además de la de Aena, existen en trámite un centenar de iniciativas de este tipo en cotizadas como Unilever, Canadian Pacific, Royal Dutch Shell, Rio Tinto o Glencore.

Otro Thurberg de las finanzas es Jeff Ubben (1962), fundador del tercer mayor fondo activista del mundo, ValueAct Capital, que tras retirarse de su empresa ha decidido dedicarse a la inversión solo con criterios ESG con la creación de Inclusive Capital Partners. Curiosamente la constitución de esta última sociedad ha sido clave para que la petrolera Exxon haya elegido a Ubben como miembro del consejo.

Sofisticación

El protagonismo del activismo sostenible va a ir a más, también en España, donde ya está presente en empresas cotizadas en la bolsa, entre ellas Aena, Ferrovial, Cellnex, MasMóvil o Prisa. Las actuaciones de estos inversores serán «más precisas y sofisticadas, previsiblemente entrando en los sectores con más riesgos asociados al cambio climático», explica Joaquín Garralda, profesor de IE Business School y presidente de Spainsif, una asociación dedicada a promover la inversión socialmente responsable en España.

También serán más combativos a la hora de decidir en qué industrias no quieren estar y empezarán a hacer públicas sus voluntades de desinversión. «La presión de los reguladores, que como la CNMV en España, quieren impulsar el activismo inversor, también actuará como acelerador, igual que la mayor conciencia por parte de los consumidores en sus pautas de compra», afirma Inés García Pintos, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y asesora de empresas en sostenibilidad y finanzas.

La duda es si el activismo sostenible servirá o no para corregir la huella climática de las empresas participadas por estos inversores. Gómez-Bezares, el catedrático Deusto Business School, no lo tiene claro al cien por cien. Pero el académico insiste en que lo importante es que están fomentando la transparencia. «Debemos saber si las empresas participadas están actuando de verdad o solo estamos ante un lavado de cara verde, dando apariencia de sostenibilidad pero haciendo cosas feas como antes», concluye.

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