A estas alturas, todos los que teníamos interés en la esperada ‘Ley de Startups’ hemos tenido noticia de la impresión negativa que ha causado entre los distintos agentes relacionados con el fenómeno emprendedor. Ya sabemos que las ventajas fiscales en el Impuesto sobre Sociedades van a servir para muy poco al aplicarse en un período en que son raras las ganancias sujetas al tributo, que se va a generar una burocracia contraria a la agilidad que requieren estas compañías, que la solución propuesta para las stock options va a resultar difícilmente aplicable y además no se ha entrado en su nefasta fiscalidad, que se penaliza al emprendedor que inicia un nuevo proyecto tras el fracaso del anterior, etc.

El mal sabor de boca es inevitable, pero conviene que tengamos en cuenta un dato que no es baladí. Lo que estamos criticando todos con ahínco no es la ‘Ley de Startups’, sino su anteproyecto. ¿Y qué significa esto? Pues que aún podemos mantener la esperanza; demos un voto de confianza a la capacidad del legislador para ajustar y mejorar la futura ley en el proceso que se ha abierto dando audiencia pública al anteproyecto para recibir las aportaciones y sugerencias de los distintos agentes representativos del sector.

Me consta que diversas entidades, entre las que se encuentra la asociación valenciana Startup Valencia, están participando activamente, sin desfallecer, en la elaboración de sugerencias y aportaciones al Anteproyecto, con la voluntad decidida de seguir luchando por la consecución de una Ley de Startups que dé respuestas útiles y efectivas a las demandas del sector, orientadas a la consecución de un terreno abonado para el nacimiento de una verdadera ‘Startup Nation’ que vaya más allá de declaraciones vacías.

¿Estará pecando de ingenuidad esta buena disposición y ánimo colaborador? Sólo lo sabremos cuando vea la luz el texto definitivo de la Ley. Mientras tanto, congratulémonos al menos de haber llegado hasta aquí. Hace bien poco, lo de tener una norma legal que abordara esta cuestión era un mero desiderátum.

Y el anteproyecto también contiene, además de las cuestiones en las que se queda a medio camino, o en las que no da ni el primer paso, algunos avances que sin duda agradeceremos quienes de una u otra forma participamos de este sector, como la no exigencia de NIE a los inversores extranjeros o la mejora de las deducciones a las inversiones de los business angels. Queda mucho por conseguir, pero al menos hemos iniciado el camino.