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Menos arroz, buenos precios

El cereal emblemático de valència acaba de iniciar el período de siega con menos producción y mejores precios. Una campaña que habría sido mucho mejor sin las trabas para cortar de raíz las malashierbas que reducen la superficie de cultivo y, por tanto, la rentabilidad.

«Mi abuelo decía que, cuando hay guerra, sube el precio del arroz». Miguel Minguet no quiere un conflicto bélico. El vicepresidente del grupo de trabajo del arroz en el COPA-COGECA, la organización europea que agrupa a las cooperativas y entidades agrarias, utiliza ese dicho familiar para ilustrar la mejora en los precios que este cereal esencial en la cultura valenciana está viviendo este año como consecuencia de la crisis del coronavirus. En épocas de vacas flacas, «cae el consumo de carne y sube el del arroz, porque es más barato», asegura el también dirigente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja). La pandemia, como explica Minguet, ha tenido un efecto colateral de envergadura en las materias primas, donde hay carencias en el suministro, y en el tráfico de mercancías internacional, porque faltan contenedores y los fletes se han situado a niveles estratosféricos. «Si envías productos electrónicos, es probable que te siga compensando, pero no con el arroz», dice Minguet. La consecuencia de todo ello es que se están frenando las voluminosas importaciones que llegaban a la Unión Europea y, por ende, España, y la producción local está experimentando un alza de los precios, a pesar de los problemas que se ciernen sobre el sector, que no son pocos. Si en 2020 se pagaban unos 300 euros por tonelada, ahora esa cifra ha subido hasta los 350/400, lo que el dirigente agrario considera que está en el terreno de una buena rentabilidad para el agricultor.

La siega del arroz en los campos valencianos, singularmente en el entorno de l’Albufera, acaba de comenzar. Minguet afirma que las zonas de cultivo «están relativamente bien, con el grano sano, pero hay muchas malashierbas». Aquí empiezan las malas noticias. José Pascual Fortea, tesorero de AVA, augura una calidad excelente para el arroz de esta temporada, por lo que se ve en la variedad bomba, que es la que se ha empezado a recoger, pero el volumen no estará a la altura. Minguet apunta que la cosecha valenciana se sitúa entre los 100 y los 120 millones de kilos anuales. Este año bajará a los 110, cerca de un 10 % menos respecto de los 120 de la temporada anterior, cuando la denominada ‘echinocloa’ no era un problema.

Un agricultor trabaja en un campo de arroz, el jueves | Fernando Bustamante

La ‘echinochloa’ es un género de plantas herbáceas que crece en los campos de arroz y que desde este año se ha convertido en un dolor de cabeza añadido para los productores. Como explica gráficamente Fortea, se trata de una «planta invasora que crece por sí misma», ocupa terreno en los arrozales que se pierde para producir esa gramínea esencial para la paella y además se come nutrientes de la tierra, con lo que merman la calidad del arroz. En una temporada normal, veinte días después de la siembra, se corta el agua durante cuatro días y se aplica un primer tratamiento para luchar contra la ‘echinochloa’ y veinte días más tarde se aplicaba un segundo tratamiento. Pero este año el Ministerio de Agricultura ha prohibido el uso del herbicida Propanil para esa segunda actuación y los arroceros están pagando las consecuencias. Las malas hierbas han proliferado y ello les ha obligado a unos mayores costes laborales porque han tenido, según Fortea, que duplicar o triplicar, según los casos, el número de contrataciones de segadores que habitualmente se dedican a ese menester en los campos. Había mucha más hierba que arrancar con las manos, «como sucedía antiguamente».

El tesorero de AVA asegura que, además de la ‘echinochloa’, el sector ha sufrido el ataque de la piricularia, un hongo que corta la savia que va a la espiga y provoca su muerte. Ha atacado al arroz bomba y ha provocado una merma en su cosecha. Todas estas desgracias no han sido exclusivas de la Comunitat Valenciana sino que han afectado también a las otras zonas arroceras de España, aunque en otros sitios han padecido más. En Andalucía, por ejemplo, la sequía ha provocado que solo se sembrara el 50 % de la superficie. En Extremadura también han tenido problemas con el agua y en Cataluña, con el pedrisco y las inundaciones. El handicap para la Comunitat Valenciana es que la siembra se atrasó por un exceso de lluvia en la primavera y eso va a provocar un retraso en el fin de la siega, que podría coincidir con las tradicionales gotas frías del otoño.

Pese a todo, el sector confía en que la campaña se desarrolle con buenos precios en la Comunitat Valenciana, incluso un 15 % más elevados, según Fortea.

Claro que Minguet avisa de que estamos ante un momento coyuntural. «Esta situación pasará en breve y volveremos a lo mismo de antes», apunta y añade que ese antes se refiere a la manga corta de Bruselas en el terreno medioambiental y, por tanto, las restricciones a ciertos productos fitosanitarios, y la manga ancha en lo comercial que facilita la entrada de arroz desde países tercertos.

Esta es una de las batallas en la que está inmerso Minguet como dirigente del COPA-COGECA. Por ejemplo, con Camboya y Myanmar. La Unión Europea, para ayudar a esos países asiáticos, firmó un acuerdo que les «permitía exportar de todo menos armas, pero lo que tienen es arroz. Cada año producen cada uno de ellos más que toda la UE junta. Entró tanto arroz que hubo quiebra de empresas. Así que conseguimos unas cláusulas de salvaguarda que permitían bloquear el volumen de lo importado con un pequeño arancel si se producían daños internos. Con eso conseguimos recuperar precios, pero la cláusula acaba este año y pedimos que se prorrogue, sobre todo si tenemos en cuenta que la medida, a la postre, no ha servido para democratizar dichos países». Pero la competencia exterior no se queda ahí. Hace dos años, Bruselas firmó un acuerdo de libre comercio con Vietnam que liberaba de aranceles a 80 millones de kilos de arroz, una cantidad muy próxima a la producción anual valenciana. Sudamérica es otra amenaza.

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