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Alberto Álvarez

"En pandemia logramos los mejores resultados de nuestra historia"

presidente de central lechera asturiana sat

Alberto Álvarez, en la sede de Central Lechera Asturiana | Fotografía: Fernando Rodríguez

Llega el confinamiento, la economía entra en colapso y el PIB se desploma. Sin embargo, se dispara la venta de leche, ¿por qué?

Hay dos razones que tienen que ver con el vuelco en los hábitos de consumo que produjo la pandemia. En una fase inicial hubo una psicosis de acopio de productos básicos como la leche y sus derivados. Y, luego, con el confinamiento y el teletrabajo hubo más tiempo para desayunar, para prepararse la tostada, para la repostería. Y se produjo un repunte claro en los hogares. El crecimiento en el consumo de leche líquida fue del orden de un 7% en los meses punta del estado de alarma.

Y se rompió una tendencia a la baja que viene prolongándose durante mucho tiempo.

Efectivamente. El consumo de leche líquida en España decrece desde hace 25 años. Se calcula que entre el año 2000 y el 2020 descendió en torno al 25%. En el año 2000 había un consumo por habitante de unos 100 litros, y hoy no llega a 75. La única categoría que crece ligeramente es la de quesos.

2020 había comenzado, además, con muchas incertidumbres.

Se preveía un año de dificultad, con un escenario de descenso en el consumo y en el que había bastante tensión en el campo por la inflación y los costes de producción. Una circunstancia desgraciada como la pandemia, que elevó el consumo, unido a la gran capacidad de respuesta a las necesidades que tuvieron las fábricas dependientes de Central Lechera Asturiana, permitió unos resultados francamente positivos en 2020: una facturación de más de 811 millones de euros y un beneficio neto de 18,6 millones.

En la hosteleria, mucho peor que en los hogares.

Por supuesto. En contrapartida, el consumo en el canal Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías) decrece o prácticamente desaparece durante el año 2020.

El hogar tiene entonces mucho más peso que la hostelería en el negocio.

Sí. En un año normal el consumo en el hogar representa del orden del 75%, y el destinado al canal de hostelería en torno al 25%.

¿Se nota la reactivación de la hostelería este año?

En el primer semestre siguieron las consecuencias de la pandemia y el canal hostelería, desde luego, no se recuperó a un ritmo que nos permita compararlo con 2019 o 2018.

Si algo ha quedado patente en el último año y medio es la importancia del sector primario.

Un país debe poner en valor su sector primario. Es esencial ser capaces de generar productos sanos y saludables, que además contribuyan al desarrollo tanto económico como social y ambiental y a la fijación de población en el medio rural. Los meses previos a la pandemia estaban los agricultores y los ganaderos en la calle, y llega la pandemia, desaparecieron las protestas y el sector primario pasó a ser considerado vital. Todo el mundo habló entonces de «soberanía alimentaria» y de la importancia del sector primario, pero fue solo unos meses, mientras duró la crisis sanitaria. Tenemos una memoria de pez, puesto que una vez que la crisis sanitaria decae afortunadamente, volvemos a dar importancia a las cosas prepandemia. Quedó un poso ahí, pero creo que el sector primario debe ser más valorado.

¿No se siente el sector suficientemente respaldado?

Las instituciones deben ser conscientes de la importancia de mantener un sector primario fuerte. Te da capacidad de respuesta en épocas de crisis y te ayuda a conservar el medio rural. Cuando hablamos de relevo generacional y de despoblación, debemos saber que si no hay rentabilidad es muy difícil, por mucha vocación que tengas, que sigas y traslades la profesión a tus hijos. Es importante que haya una cadena de valor rentable en todos los eslabones .

La inflación se desboca. ¿Cómo afecta a los productores de leche la subida en el precio de la energía?

Mucho. El grupo matriz de Central Lechera Asturiana está conformado por socios productores que, como ganaderos, perciben mes a mes el incremento de costes de forma muy notable, y la industria, que es la que pone en valor tu producción, también. ¿Qué le aumenta al productor? El coste del cereal de forma salvaje, el coste del gasóleo, el coste de la electricidad, etcétera. Pero, luego, llega la lecha a la fábrica, de la que es propietario, y resulta que a la industria, que es la que transforma eso para ponerlo en el mercado, le aumentan también los costes de derechos de emisión de CO2, la electricidad, los plásticos, la gestión de residuos.

¿Y repercuten ustedes la subida de los costes?

Todos nuestros costes se incrementan porque hay una inflación que nos afecta y, sin embargo, nosotros no podemos repercutirla en los precios de nuestros productos del mismo modo. De todas formas, los socios productores de Central Lechera, en el precio de su leche, ven también reflejados los beneficios que produce nuestra industria, CAPSA, lo que hace que tengamos una situación mejor que otras comunidades ganaderas. Por otra parte, los precios finales llevan estancados más de diez años.

En ese escenario de descenso, año tras año, en el consumo de leche, ¿buscan diversificar?

Apostamos por el queso. El año pasado compramos Flor de Burgos. El queso es una de las categorías en las que el consumo no desciende y estamos atentos al mercado.

¿Cuáles son los planes de expansión de la cooperativa?

Diversificación en torno a productos lácteos. Apostamos por productos vinculados al canal farmacia; se está apostando, como decía, por el área de quesos, y se están cosechando éxitos también en la exportación de productos lácteos.

¿Estamos ante el ocaso de los pequeños ganaderos frente a las grandes explotaciones?

En absoluto. Central Lechera Asturiana está basada en explotaciones familiares. Por la orografía de Asturias, no hay terrenos excesivamente grandes. Pero son explotaciones dimensionadas y vinculadas al terreno y muy profesionalizadas. Evidentemente, tienen que estar actualizándose, pero hay que pensar que hay directrices europeas vinculadas al Pacto Verde que buscan explotaciones con una determinada dimensión, y las ganaderías que están bajo nuestro paraguas encajan muy bien en ese modelo. El modelo familiar, por supuesto, tiene futuro.

Pero los datos apuntan a un descenso muy acentuado en el número de explotaciones de vacuno de leche. En los años 90 había 140.000 y en la actualidad hay menos de 14.000.

La rentabilidad es muy justa. Y cuanto mayor es la dificultad para obtener rentabilidad, menor es obviamente el relevo generacional. Es una profesión que exige mucha vocación. Son 365 días de trabajo al año y se exige mucho conocimiento. El ganadero de hoy debe tener conocimientos de veterinaria, de economía, de mecánica, etc.

En la nueva PAC 2021-2017, más del 40% del presupuesto para España se destinará al desarrollo de una actividad más respetuosa con el medio ambiente, ¿qué pasos está dando Central Lechera en este sentido?

Tenemos un importante convenio con EDP. Nuestros ganaderos emplean energía eléctrica de energía eólica producida en Asturias. Y, por otro lado, tenemos otra alianza con la misma EDP para la instalación de placas fotovoltaicas en las ganaderías. Además, contamos con un proyecto pionero de economía circular para la puesta en valor de los residuos orgánicos de las vacas con la empresa Biogastur, de la que ahora tenemos el cien por cien del accionariado. Nuestras fábricas son de residuo cero y neutrales en carbono, y acabamos de incorporar la primera cisterna de recogida propulsada por gas natural licuado.

Ganadero de tradición familiar, tomó las riendas de la compañía en plena pandemia. Nos explica que la psicosis por el acopio de alimentos básicos y el mayor tiempo dedicado a la cocina elevó un 7% el consumo

de leche en los hogares

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