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OPINIÓN

Doble ‘dopaje’

Tayyip Erdogan, presidente de Turquía. | Reuters

Los mercados citrícolas, como el de tantos otros productos, viven momentos convulsos. La economía internacional sigue sin levantar cabeza porque las sucesivas crisis parecen retroalimentarse: la energética ha disparado los costes de producción, la logística ha hecho prohibitivo exportar a ultramar, la de las materias primas ha complicado y encarecido los suministros y claro, la incertidumbre generada por la nueva variante Ómicron. El resultado: una inflación desbocada en un momento tan delicado comercialmente como la Navidad. Tiempo habrá para, con mayores elementos de juicio, valorar cómo ha incidido en nuestro sector esta complicada coyuntura. Ahora quisiera denunciar una doble deslealtad. Me refiero a las condiciones en las que están ingresando en el mercado europeo los cítricos turcos. De un lado porque, si de deporte se tratase, podría decirse que sus naranjas y mandarinas se venden en Europa ‘dopadas’, con residuos de pesticidas por encima del límite permitido, cuando no usando productos prohibidos. Y como en el atletismo, el dopaje mejora los resultados, sí, pero lo hace a costa de la salud, de la seguridad alimentaria de los consumidores. Porque más allá de usar sustancias para mejorar su rendimiento, están disputando el partido con reglas monetarias distintas, con una divisa, la lira turca, que en lo que llevamos de año Erdogan ha dejado caer un 62% respecto al euro. Como es bien sabido, las depreciaciones o las devaluaciones suponen, en la práctica, una inyección de competitividad al sector exterior del país que las aplica. Así se abaratan sus productos en el extranjero. En 2020, Turquía ya ‘dopó’ sus cítricos (acaparó 54 partidas de las 62 alertas registradas por pesticidas en todo el año en la UE). Y en 2021 las alertas por tal motivo ya suman 173, de ellas 63 en lo que llevamos de campaña (desde septiembre). De nada sirvió, en mayo de 2020, imponer un porcentaje de inspección obligatorio en frontera del 10% a las mandarinas turcas y del 5% a las naranjas. Tampoco parece haber hecho recapacitar a nadie que, a primeros de noviembre, elevasen en ambas frutas los controles al 20% y que incluyeran a los limones (al 20%) o que, más recientemente, lo hicieran con los pomelos (al 10%). Tampoco las turbulencias monetarias son prácticas nuevas: en la campaña 2017/18 Egipto hundió su libra un 100%. La única solución contra este doble dopaje, contra cualquier dopaje, la llamamos ‘reciprocidad’ y exige su control pero en Bruselas se resisten a entenderlo. Feliz Año.

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