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MILA GARCÍA | CEO DE LA EMPRESA PEDRO GARCÍA

De bailar danza clásica a pilotar una empresa de calzado de lujo

Mila García con unos zapatos fabricados por su empresa | Jose Navarro

Pertenece a una familia de empresarios, pero los primeros pasos profesionales de Mila García se orientaron hacia la que en ese momento era su gran pasión, la danza, llegando a ejercer durante tres años como bailarina del Ballet Clásico y Contemporáneo de Madrid. Pero, al final, la familia tira, y pese a que inicialmente no entraba en sus planes, decidió dar un giro radical a su vida para acabar tomando las riendas de la compañía zapatera fundada por su abuelo y que posteriormente dirigió su padre. El resultado de su gestión no ha podido ser más positivo, porque la empresa Pedro García, ubicada en el municipio alicantino de Elda y dedicada al calzado femenino de lujo, es desde hace tiempo todo un referente a nivel internacional, además de haber recibido en 2020 en Premio Nacional de la Moda concedido por el Ministerio de Industria.

Fue en 1925 cuando la compañía empezó a dar sus primeros pasos de la mano de Pedro García Amat. Según recuerda Mila, «empezó como un taller de fabricación de zapatos de hombre». El cambio de rumbo hacia el calzado femenino «llegó cuando mi padre, Pedro García Vidal, asumió la dirección. De hecho, se puede decir que fue él el que sentó las bases de lo que hoy en día es la compañía, porque tuvo visión de futuro y supo leer que las mujeres, habitualmente, invierten más en zapatos que los hombres».

Pero mientras todo eso sucedía, Mila García encaminaba sus pasos hacia otros rumbos. «Estudié empresariales -explica-, pero lo que a mí me motivaba en aquellos momentos era la danza, por la que sentía una gran pasión. Fui bailarina en Barcelona y también en Madrid, donde durante tres años formé parte como profesional del Ballet Clásico y Contemporáneo. Me gustaba tanto, que pensé que nunca llegaría a trabajar en la empresa».

Pero las cosas cambian, y más cuando se es madre por primera vez. «En aquel momento -reflexiona- tuve que replantearme el futuro, en el sentido de que o bien me dedicaba a la enseñanza de la danza, u optaba por ingresar en la firma zapatera».

Al final se decantó por la segunda opción, aceptando la invitación que le realizó su padre. Según Mila, «fui formándome poco a poco de la mano de él, viajando por diferentes países, principalmente Estados Unidos, donde celebrábamos actos y organizábamos presentaciones. Pasé por casi todos los escalones, antes de asumir finalmente el liderazgo en 1991. Con todo, mi etapa como bailarina me aportó mucho en mi desarrollo profesional, sobre todo en lo que respecta a disciplina, templanza y dedicación al trabajo».

Dicho liderazgo lo comparte ahora con su hermano, Pedro García Mira, y la esposa de este, Dale Duvobich, quienes ostentan la dirección creativa de la compañía. «Yo me ocupo más del apartado comercial», aclara Mila.

La empresa se ha especializado en el calzado femenino de lujo, aunque con matices. «Los zapatos que fabricamos -destaca- son el resultado de una perfecta combinación de diseño, excelencia en los materiales y artesanía, y en comparación con algunos de nuestros competidores internacionales, con unos precios más asequibles. Nuestro producto está concebido para una mujer de clase media, trabajadora e independiente».

Otra de las cuestiones que distinguen a los zapatos de Pedro García es el confort. Según explica Mila, «el diseño excelente no tiene por qué estar reñido con la comodidad. Queremos que nuestro calzado no haga sufrir a las mujeres, sino que las empodere».

Pedro García, además, aplica a rajatabla la filosofía ‘Made in Spain’ y toda su producción está centralizada en Elda, donde dispone de una fábrica con una plantilla formada por 90 empleados. «La artesanía es un factor clave en nuestra compañía, y desde un principio hemos tenido claro que debíamos producir aquí, formando además a gente joven en el oficio. Nos sentimos responsables de las familias que trabajan para nosotros», subraya.

La empresa tiene una gran vocación internacional, hasta el punto de que exporta el 95% de su producción a un total de 36 países, con Estados Unidos e Italia a la cabeza.

La pandemia, teniendo en cuenta que el de la moda ha sido uno de los sectores más afectados, propició una caída de la facturación en la compañía del 40% durante el año 2020, aunque en 2021 ya ha mejorado y se confía en recuperar en el presente ejercicio los 13 millones de euros de volumen de negocio de antes de la crisis. Y todo ello, además, con el futuro asegurado, toda vez que la cuarta generación de la empresa, formada por Zahara y Candela, las hijas de Mila, ya está trabajando en la compañía.

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