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Clúster del chip: Valencia quiere ser el cerebro europeo de los semiconductores

El sector autonómico, líder a nivel nacional, se alía de cara al Perte de los semiconductores y reclama más fondos para la fase del diseño

Valencia quiere ser el cerebro europeo de los semiconductores Mateo L. Belarte

Tuvo que llegar una pandemia para que Europa descubriera la cara oculta de la deslocalización industrial que durante las últimas décadas desplazó la producción a Asia a la caza de unos costes menores. «No fabricamos ni un gramo de paracetamol», resumió el líder comunitario de Exteriores, Josep Borrell, al poco de estallar la crisis sanitaria. Tampoco mascarillas, guantes...y mucho menos microchips. Estos complejos dispositivos que incorporan cada vez más bienes de consumo, sobre todo en electrónica, y que actúan como el cerebro del objeto, se han convertido en los elementos más codiciados del mundo desde el fin de los confinamientos.

Su fabricación, que se concentra en Asia, requiere de inversiones milmillonarias y de la tecnología más vanguardista, y su compleja y extensa cadena de valor no ha podido seguir el ritmo de la reactivación económica para aumentar la producción, provocando feroces escaseces especialmente en la industria del automóvil, un sector tractor para la economía valenciana, española y europea.

El golpe de realidad ha hecho que la Comisión Europea trate de subirse ahora al tren de los semiconductores promulgando una ley de soberanía digital que impulse esta industria a nivel comunitario y evite la dependencia de terceros países. Al calor de esta iniciativa europea, el Gobierno ha lanzado el mayor proyecto estratégico de transformación (Perte) hasta el momento, dotado con 12.250 millones de euros, casi cuatro veces más que el plan para electrificar las fábricas de automóviles.

Una potencia desconocida

Coincidiendo con el anuncio de la convocatoria del Perte, el sector del chip valenciano levantó la voz para hacerse notar. Asegura que uno de cada dos empleos especializados en el sector de la microelectrónica en España están basados en València y su área metropolitana, con la Universitat Politécnica (UPV) como epicentro, y que además se concentran en la fase del ciclo industrial que más valor tecnológico y empresarial acumula, la del diseño de microchips. Así, siete multinacionales —MaxLinear, Analog Devices, AMS Osram, Bosch, VLC Photonics, Hitachi y Ipronics— y diversos centros de investigación se han aliado bajo el paraguas del ‘Valencia Silicon Clúster’, para presentarse a esa llamada para captar fondos europeos y que primen el diseño.

Las bases presentadas esta semana por el Gobierno, pese a no ser definitivas, no han gustado demasiado al clúster valenciano. Mayte Bacete, directora de Max Linear Hispania, percibe que está «demasiado enfocado» al Barcelona Supercomputing Center y que infravalora otras fases productivas más allá de la fabricación. Según Bacete, en vez de apuntar a la producción de las obleas de silicio se debería mirar a las actividades auxiliares, como la fabricación de sustratos, el encapsulado de los chips o el testeo.

«Abogamos por invertir en empresas fabless —sin fábricas—, que se dedican al diseño y que posteriormente lo comercializan tras ser producido por terceros», añade Bacete, que insiste en solicitar al Gobierno un mayor peso del diseño en el Perte, ya que apenas tiene presupuestados 1.300 millones frente a los 9.300 que prevé destinar a la fabricación. Según avanza la responsable de Max Linear, es «bastante probable» que cada una de las siete compañías presenten proyectos independientes y por importes que todavía se desconocen.

Pero, ¿es realista pensar que València pueda ser en unos años una potencia europea del chip? El profesor de Economía Aplicada de la UV y experto en la materia, Vicente Pallardó, muestra algunas dudas. Ve necesario «reducir drásticamente» esa dependencia de Taiwán y Corea del Sur, pero alerta de la poca originalidad de la iniciativa: «Todos van a intentar hacer lo mismo», advierte.

Además, considera fundamental concretar en qué tipo de chips se quiere especializar la industria valenciana, si en los de 3 micras e inferiores, los más avanzados y que se producen en un 95 % en Taiwán, o en los de 5 micras en adelante, los más empleados por la industria europea y los que incorporan los automóviles. Bacete se muestra partidaria de la segunda opción: «Es altamente complicado aspirar a la vanguardia, además de muy caro», dice.

Pallardó también pone el foco sobre la coordinación a nivel europeo para evitar duplicidades y competiciones internas, y pone el ejemplo de la vacuna española contra la covid, que no ha visto la luz con la pandemia tocando a su fin. «Hay que ser rápidos», dice. Por último, pide integrar a empresas europeas en el Perte ante el riesgo de que firmas extraeuropeas capten los fondos de la UE, ya que Intel (EE UU) es la «gran beneficiada hasta ahora».

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