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Rosa Mª Esteva: "España acabará en manos de los fondos de inversión extranjeros"

Propietaria de Mordisco y Atmosfera Mordisco

Rosa Maria Esteva, fundadora del grupo Tragaluz en el restaurante Mordisco. ZOWY VOETEN

Ama de casa hasta los 40. Rosa Mª Esteva cuidó a sus cuatro hijos y a su madre, enferma de cáncer, hasta que murió. Entonces decidió que quería salir adelante sola. Era 1987 y montó su primer restaurante, Mordisco, al que le siguieron una veintena más y un hotel. En tres décadas, construyó todo un grupo empresarial entre Madrid y Barcelona. Ahora, con 81 años, se ha desprendido de todo menos del primer negocio que la hizo crecer.

De los más de 20 establecimientos que llegó a dirigir y un emblemático hotel en el centro de Barcelona, se ha quedado con Mordisco y Atmósfera Mordisco, ¿por qué?

Toda la parte del grupo Tragaluz está a cargo de mi hijo Tomás, a través del grupo Miura. El Tragamar de Calella ya lo creamos para que fuera de mi hija Raquel. Todavía está al frente aunque no sé por cuánto tiempo porque tiene muchos problemas para encontrar personal. Siempre me ha obsesionado la idea de que mis hijos pudieran ser independientes económicamente. Acontraluz era de Carla, la pequeña. Tuvo que cerrar porque no le renovaron el contrato del local. Y el caso del hotel es diferente.

¿Qué pasó con el hotel?

Pusimos en marcha el hotel a base de créditos. Llegó una época en que había manifestaciones casi a diario en Paseo de Gracia. Pasamos de una ocupación del 90% y del 100% al 30%. Una época en la que los turistas no estaban muy cuidados, y hasta para llegar al hotel lo tenían difícil. Quería pagar a mi gente. No deseaba verme en no poder abonar los sueldos o que el banco se quedara con el edificio. Y fue cuando pensé en alquilarlo para poder ir pagando los créditos.

Un alquiler por 20 años...

Sí. Me dijeron que en unos 10 años probablemente yo ya habría muerto, y de este modo mis hijos también podrán pagar.

—¿Y qué dificultades tiene el Tragamar de Calella?

Hace un mes que buscan a un cocinero. Parecía que lo habían encontrado pero el martes ya nos dijo no iba. Les ponemos un apartamento para instalarse en Calella. Y los sueldos son buenos. Yo le pago a un cocinero 2.500 euros. No hay manera de encontrar personal. Puede ser que haya compañías que paguen mal pero los empresarios de toda la vida no lo hacemos. Lo que nos pasa en Tragamar lo sufre todo el sector en general.

¿Cuál cree que es el problema?

No se cuida al empresario. En lugar de ayudarlo se fomenta que entren fondos de inversión. El empresario de toda la vida piensa en el personal, acaba siendo su familia, en cambio los fondos reducen sueldos y crean mucha rotación de trabajadores en busca de grandes beneficios. A este paso, España acabará en manos de los fondos de inversión extranjeros, y no solo en el sector de la restauración sino en general. En Mordisco tengo a gente que lleva conmigo más de 20 años. Es una familia, una familia diferente pero familia.

¿Cuántos empleados tiene ahora a su cargo?

Llegamos a tener una plantilla de 1.300 trabajadores. Ahora, entre Mordisco y Atmósfera Mordisco, somos cerca de 60. Teníamos un tercer local, El Otro Mordisco, en la calle València, precioso, que tuvimos que cerrar.

¿Por qué cerró?

La señora Colau puso un carril bici y un carril taxi. Tanto el diseñador Josep Abril como yo tuvimos que bajar persiana. Los camiones de carga y descarga no podían operar. Tampoco podía parar el camión en la esquina porque en Rambla Catalunya no se puede. No me podían entregar la materia prima para el restaurante. La organización de la circulación hizo que no fuera viable. De este modo, lo que han conseguido es que muchos de estos locales se los queden los paquistaníes. Se están cargando Barcelona.

¿Qué haría para mejorar Barcelona?

Sacar a Ada Colau del Ayuntamiento. Los políticos de antes tenían ideas, y te las enseñaban y buscaban con quién hacerlas. He vivido una Barcelona maravillosa, el Paseo de Gracia era agradable. Catalunya era atractiva, un polo de atracción de artistas. Ahora el Paseo de Gracia está vacío. Y, en cambio, la calle Roselló, colapsada de coches. A la ciudad le falta seguridad y limpieza, te sientas en las terrazas y tienes los contenedores de basuras al lado.

Y esto afecta al sector...

Todo el mundo está desesperado. Además de los múltiples cierres que hemos sufrido por la pandemia hay que sumarle normativas y leyes imposibles, una ciudad en decadencia y que nadie quiere trabajar. El sector necesita amor y trabajo. No cuidan al empresario. Venden a los empresarios como si fuéramos gente mala.

¿Qué normativas son imposibles?

Los políticos solo piensan en cobrar. Hemos estado cerrados en pandemia y nos han cobrado el impuesto de unas basuras que no hemos generado. Lo mismo con las herencias. Hay personas que trabajan toda su vida para tener un pisito y dejárselo a su hijo. Y muchos no pueden porque no pueden pagar las tasas por heredar. Solo piensan en impuestos, impuestos, impuestos. ¿Impuestos para quién? Para los que no trabajan que son los políticos. Hay más políticos que no trabajan que gente que ha trabajado toda su vida para dejar una vivienda o un local pequeño o una cafetería o un restaurante a sus hijos. Es una vergüenza. Si planto una planta, tengo que regarla y los políticos de España no riegan sus plantas.

¿Qué ha sido lo peor de la pandemia?

Que la gente ha perdido la ilusión y las ganas de trabajar. Hay quien tiene miedo. Muchos se han acostumbrado a estar en casa, a cobrar ayudas, y otros tantos solo quieren viajar y pasarlo bien.

En algún momento, ¿se planteó hacer servicio a domicilio?

Soy anti servicio a domicilio. Todo se compra por internet y eso quita muchos puestos de trabajo y elimina las ilusiones. Hay que ir a la tienda a probarse una blusa. Acabaremos siendo como un ganado.

¿Cómo van ahora los números?

Pues no los controlo mucho. Prefiero el ego que el dinero. Es mejor la satisfacción de ver a la gente contenta. Priorizo la calidad en lo que ofrezco aunque sea a costa del margen de beneficio. El Mordisco va bien, la clientela está muy afianzada. En Atmósfera Mordisco, sin turistas, lo hemos pasado mal.

¿Le queda algún proyecto por hacer, algún sueño por cumplir?

Ibiza. No quiero que me estropeen mi Ibiza. Ahora ponen autobuses para ir a las playas. Están masificadas. Si en mi local, por ejemplo, pongo a 70 comensales más, uno pegado al otro, el cliente viene una vez pero no vuelve. Quizá ese día hago mucho negocio pero no lo haré más. Lo que me apetece es que la gente esté cómoda. Ahora todo se ha convertido en hacer dinero, dinero, dinero. Me gustaría poder crear un sitio maravilloso cerca de la playa, donde se viera el mar, elegante, sin multitud, y que los clientes pudieran gozar de buena comida en una playa bonita, que pudieran disfrutar.

¿Me recomienda un restaurante que no sea suyo?

El Dos Cielos, de los hermanos Torres.

Genio y figura

Rosa Mª Esteva es de aquellas personas que, seguramente, vale más por lo que calla que por lo que habla. En sus conversaciones hay constantes referencias a artistas, autoridades y celebridades de todos los tiempos como Xavier Mariscal, Pasqual Maragall, la infanta Cristina o Risto Mejide.

Enérgica y decidida. Sabe lo quiere y cómo lo quiere. No se rinde. Cuando le anunció a su padre que quería montar el primer restaurante le contestó: «El mejor negocio es no hacer ningún negocio». Y, precisamente, eso la animó. Según asegura, uno de los secretos de su trayectoria es que a «un problema, una solución». Y explica con emoción que una de las grandes alegrías de su vida fue cuando diseñaba el Omm y los hermanos Roca contestaron a su petición en 24 horas: «¡Contigo, sí!» para involucrarse en el restaurante del hotel. A la empresaria del Paseo de Gracia barcelonés le apasiona el arte y «crear atmósferas especiales».

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