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OPINIÓN

Innovación inversa

Innovación inversa

Tradicionalmente, las innovaciones se introducen primero en los países desarrollados y, posteriormente, se canalizan hacia el resto del mundo. El planteamiento de la innovación inversa es justamente el contrario: crear soluciones innovadoras (y asequibles) en los países emergentes, mucho más poblados, y después trasladarlas a los mercados desarrollados.

Uno de los primeros ejemplos data de la década de 1960. En los brotes de cólera en Bangladesh se utilizaba una solución salina y azucarada (medicina ayurvédica) para rehidratar rápidamente a las personas infectadas. Un equipo médico de la Universidad de Florida aplicó este hallazgo (bebidas isotónicas) para compensar la deshidratación durante la práctica deportiva.

General Electric desarrolló un electrocardiógrafo portátil a precio reducido (un tercio) para el mercado indio, que se extendió a 125 países (incluido EE UU). Análogamente, la empresa IBD –que considera la innovación inversa como clave fundamental en su visión estratégica– ha desarrollado «MyDial», un sistema de hemodiálisis portátil de bajo precio (esencial en países en desarrollo), que facilita la «deshospitalización» (tendencia en países industrializados).

La oenegé británica Virtual Doctors está desplegando un servicio de telemedicina en zonas remotas de Zambia y Malaui que permite a los médicos locales utilizar una app móvil para solicitar asesoramiento especializado a médicos voluntarios europeos. La solución está en estudio para la red de atención primaria británica.

«My Safetipin» es una app que ayuda a seleccionar itinerarios gracias a una calificación de seguridad de los espacios públicos, realizada colaborativamente en base a la iluminación, la visibilidad, la cantidad de personas alrededor, la presencia de personal de seguridad o la disponibilidad de transporte público. Ya funciona en 65 ciudades de 16 países de Asia, África y Latinoamérica, y se espera su expansión hacia el hemisferio norte.

Más allá de las oportunidades de mercado que ofrece, la innovación inversa puede contribuir a reducir la desigualdad entre países ricos y pobres, al orientar la innovación hacia las personas menos favorecidas, en beneficio de todo el mundo.

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