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El campo

Un ‘seguro’ contra incendios

La ganadería extensiva, la gestión de la tala de árboles y los cultivos junto a zonas forestales son algunos de los mejores antídotos contra el fuego en los montes | El sector es pesimista y pide ayudas, mientras la Generalitat lanza medidas de fomento

Los cultivos leñosos sirvieron de cortafuegos en algunas zonas de la Vall d’Ebo quemadas este verano. Juani Ruiz

Los pavorosos incendios de Bejís y la Vall d’Ebo arrasaron este verano más de 30.000 hectáreas del territorio valenciano.

Con el calor creciente y extremo que provoca el cambio climático y las tormentas secas es posible que no se hubieran podido evitar, pero de lo que no dudan agricultores y ganaderos es de que no habrían alcanzado tales magnitudes de devastación si se le hubiera prestado algo más de atención —y ayudas— al campo, víctima del abandono de cultivos y la despoblación en las zonas de interior.

Las imágenes del fuego engullendo masa forestal sin compasión ha tenido su contrapunto en los cultivos agrarios que han ejercido de barreras casi naturales ante el avance incontrolado de las llamas.

Antonio Miguel Álvaro, responsable de la sectorial de cereales de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), también es productor de almendras y tiene dos rebaños de ovejas en Aras de los Olmos, una localidad cercana al límite de Valencia con Teruel y Cuenca, y no tiene duda alguna de cómo los incendios se prevendrían o se evitarían si la sociedad, con las administraciones públicas en primer lugar, se implicaran más en el campo.

«Las ovejas se pasan el día comiendo, cortando brotes con la boca. Necesitan un mínimo de cinco kilos al día y durante 365 días al año», asegura antes de precisar que «puede ser del monte o de tierras abandonadas. Lo que hacen es retirar combustible, porque el incendio, como cuando haces fuego en una chimenea, no prende por el tronco del árbol, sino por la hierba fina, que es lo que comen las ovejas o las cabras».

No solo eso, porque «todo el día van caminando por el campo y, además de lo que se comen, cuando pastan van deshaciendo con sus patas y su cuerpo las ramas secas, la broza, lo que propicia que se descompongan antes. Por tanto, menos carburante para un eventual incendio».

El problema, no obstante, está en que «el pastoreo está desapareciendo. En Aras, en los años cuarenta del siglo pasado llegó a haber 127 rebaños y 12.500 cabezas. Ahora solo quedo yo y tengo 800».

Roger Llanes observa unas viñas junto a una zona boscosa en Venta del Moro quemada por el fuego este verano. Activos

Los cultivos, por su parte, son cortafuegos naturales de gran eficacia. En los de cereales, por ejemplo, «cuando la tierra está labrada, el fuego no puede pasar porque solo hay tierra y la simiente está enterrada. Cuando crece, mientras está verde no arde y el espacio de tiempo que está crecido antes de la recolección es poco».

Los leñosos, como el almendro, la vid o el olivo, ejercen también de barrera. Y es que «la tierra está arada y el fuego no llega a los árboles».

Pero, claro, como cada vez hay «más tierras abadonadas, en primavera sale hierba que se seca y que en verano se convierte en combustible».

Por su parte, el secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Peris, añade otro factor que también está perdiendo terreno: la tala de árboles para producir madera y con la que se evita «la masificación y se suprimen los árboles muertos».

El dirigente agrario considera que «estamos a años luz para poder revertir la situación, porque llevamos muchos años sin hacer nada y ahora es casi imposible limpiar las masas forestales».

"Las ovejas retiran combustible al comer", apunta un ganadero

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Pese a ello, ni el sector ni la Generalitat se resignan, sobre todo después del toque de atención que ha dado este verano.

El responsable de AVA-Asaja aboga por mantener y fomentar la ganadería extensiva, de la que huyen los jóvenes porque requiere trabajar los 365 días del año mientras que en la cría en granjas (pollos, cerdos) «hay una cierta libertad».

Carlos Peris, por su parte, pide ayudas directas a los productores que están cerca de masas forestales para que no abandonen los cultivos. También aboga por elevar en cien euros anuales por hectárea el dinero que ya destina la PAC a mantener el relevo generacional en la ganadería extensiva.

Medidas

Desde AVA-Asaja, su dirigente de la sectorial de cereales critica que para pastar en el monte haya que pagar —es su caso— dos mil euros anuales al Estado: «Si hacemos el bien, ¿por qué?», se pregunta, antes de apuntar la escasez de las ayudas para pastar en zonas de cortafuegos, que se quedan en 100.000 euros para toda la Comunitat Valenciana.

El secretario autonómico de Agricultura, Roger Llanes, asegura, por contra, que la Generalitat está manos a la obra en dos frentes.

Por un lado, con ayudas para «restaurar el potencial productivo de las más de tres mil hectáreas de cultivos», sobre todo almendro, frutales y olivar, que, pese a todo, se han quemado en Bejís y la Vall d’Ebo. Por otro, confirmó que el Consell trabaja en una iniciativa «pionera», consistente en «pagar por servicios ambientales».

Es decir, «establecer nuevas parcelas de producción en zonas de montaña y forestales como parapeto contra incendios».

Para ello, pretende captar a agricultores, cooperativas y empresas que estén interesadas y a las que se les abonaría una cantidad por cada hectárea de cultivo que recuperen.

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