Técnicas de neurociencia para medir mejor el impacto de usar productos cosméticos
La innovación de Ainia permite obtener datos más precisos de las reacciones emocionales que generan estos artículos en los usuarios

Pruebas de un cosmético dentro del proyecto Cosmefeel. / Levante-EMV
Utilizar la neurociencia para conocer mejor el impacto que generan el uso de productos cosméticos en los consumidores. Ese el proyecto, conocido como Cosmefeel, que culminó el pasado septiembre un equipo de nueve personas de Ainia, una iniciativa que como explica la jefa del Departamento Consumer del centro tecnológico, María José Sánchez, nació en junio del pasado año ante "la necesidad de incorporar las distintas técnicas de neurociencia en este sector, ya que permiten ofrecer un valor diferencial".
En concreto, la iniciativa -cofinanciada por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) y el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace)- ha servido para estudiar las sensaciones y emociones generadas en el usuario con la utilización de productos como fragancias, cremas o lociones corporales, permitiendo "obtener de manera objetiva» datos más precisos que con fórmulas tradicionales -más "subjetivas" al estar influenciadas por otros factores- como son las encuestas o entrevistas. "Hay muy poco desarrollado a la hora de utilizar la neurociencia para entender el comportamiento del consumidor", remarca Sánchez antes de explicar que al proyecto se han incorporado también distintas empresas -como Vicorva o Consum- "para saber qué necesidades tenían y con las que hemos diseñado casos prácticos".
Diversas aproximaciones
Entre las técnicas utilizadas en Comefeel está la electroencefalografía, un mecanismo -que consiste en medir la actividad eléctrica del cerebro al tener contacto con los distintos productos- que como señalan desde Ainia se "ha demostrado eficaz para captar las reacciones emocionales inconscientes de los usuarios frente a fragancias, cremas y lociones corporales". Del mismo modo, también se han usado técnicas como la respuesta galvánica de la piel -que "evalúa la intensidad emocional mediante la conductividad de la piel"-, la lectura de la expresión facial -que permite saber a través de esas reacciones si un producto genera alegría, tristeza o sorpresa- o el ‘eye-tracking’, con el cuál poder conocer hacia dónde se focaliza la atención visual del usuario, algo que Sánchez considera importante en aspectos como el diseño de los envases.
Y es que, como destacan desde Ainia -cuyos horizontes de investigación están muy ligados a impulsar la competitividad empresarial-, estos avances ofrecen a las firmas la posibilidad de "vincular las experiencias sensoriales y emocionales de los consumidores con la formulación, el packaging, la comunicación y la marca de los productos", pudiendo con ello "conectar" emocionalmente con esos usuarios "de una manera más efectiva".
Aporte "prometedor"
Asimismo, como destaca Sánchez, "gracias a este proyecto hemos obtenido mucha información", siendo una muestra de cómo «el aporte de la neurociencia es muy prometedor y hay mucho campo por explorar". En este sentido, la responsable del área Consumer de Ainia señala la posibilidad de utilizar estas técnicas para trabajar en tendencias como "la personalización, la sostenibilidad o los elementos naturales" en la cosmética o las fragancias en la perfumería. Sin olvidar un sector alimentario "en el que ya trabajamos y del cuál nos viene buena parte del know how", concluye.
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