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Análisis

Sánchez cierra la puerta a un pacto con Ciudadanos

Los cuatro aspirantes a la Presidencia del Gobierno elevan el tono en el último debate a cuatro de la campaña electoral

Sánchez cierra la puerta a un pacto con Ciudadanos

El debate del lunes en TVE tuvo sabor a encuentro incloncluso, a primera parte. Con esta sensación flotando en el ambiente acudieron anoche los candidatos de los cuatro principales partidos al grupo A3Media al segundo, decisivo y último debate que verá esta campaña electoral. El líder de Cs, Albert Rivera, pareció marcar el ritmo el lunes y eclipsó al líder del PP, Pablo Casado, mientras que el candidato socialista, Pedro Sánchez, estuvo básicamente a la defensiva y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, más moderado que de costumbre. El escenario, por tanto, era diferente ayer, conscientes todos los contendientes de la trascendencia de la cita para decantar la balanza de los indecisos.

Y para ello todo vale, también los gestos. Todo se examinaba ayer con lupa, especialmente en redes sociales, donde no pasó inadvertida la llegada de Rivera, en un coche de alta gama, y de Iglesias, en taxi.

A las 22:03 minutos, como estaba previsto, comenzó el debate, y lo hizo dando uno de los titulares más esperados. El candidato socialista, Pedro Sánchez, preguntado sobre si pensaba intentar un acercamiento a Cs, sentenció: «No entra en mis planes pactar con un partido que ha puesto un cordón sanitario al PSOE», dijo.

Si el debate del lunes fue, en ocasiones, incluso demasiado «educado», anoche los candidatos se enfangaron casi desde el primer minuto con interrupciones frecuentes y constantes -Rivera fue especialmente activo en este sentido-.

El primer bloque, referido al empleo, quedó rápidamente desdibujado por el enfrentamiento entre Sánchez y Rivera. Hasta tal punto que se produjo una de las imágenes de la noche cuando el líder de Cs llegó a regalar a Sánchez un volumen de su propia tesis y el candidato socialista respondió regalando al líder de Cs un ejemplar del líder de Vox, Santiago Abascal, ante los evidentes gestos de desaprobación de Iglesias, que trató de centrar el debate. «¿Eres el árbitro?» le llegó a espetar Rivera.

El debate, para entonces, ya estaba roto entre acusaciones mutuas de «mentiroso» entre Sánchez -visiblemente más nervioso que el lunes-, Casado y un Rivera que por momentos se permitía incluso el lujo de recomendar «tranquilidad» a sus oponentes.

Clima de tensión

El segundo bloque, referido a pensiones, vio cómo Iglesias reprochaba al PSOE no haber apoyado la actualización de las jubilaciones al IPC. Ante la andanada del líder de Podemos, Sánchez respondió poniendo en valor sus puntos de acuerdo con la formación morada y anunciando que su partido intentará blindar por ley la actualización de las mismas.

Rivera, por su parte, contraatacó con la falta de apoyo a las familias. «Un país sin niños no tiene futuro. Me comprometo a ser el presidente de los autónomos y de las familias», dijo.

Casado insistía una y otra vez en su mensaje de campaña: Sánchez y el PSOE son los mayores destructores de empleo y el PP es el partido que crea empleo cuando llega al Gobierno.

A estas alturas el debate ya estaba casi monopolizado por los roces entre Sánchez y Rivera. El líder de la formación naranja prometió una bajada de impuestos generalizada. «Como llegue Sánchez, llévense la mano al bolsillo», advirtió, entre las quejas de Sánchez. Las interrupciones de Rivera acabaron agotando a Iglesias, que llegó a pedirle «educación». «Su técnica de interrumpir todo el rato es propia de maleducados. Mucha gente que le vota a usted no le gusta que sea tan impertinente», le espetó.

Casi en el ecuador del debate apareció el siempre candente tema del aborto. Casado eludió decir si abogaba -como dijo-, por retornar a la ley de 1985. Sánchez, por su parte, insistió, como ya hizo el lunes, en el mensaje del «no es no». Rivera defendió la actual ley de plazos así como una ley de muerte digna.

La violencia de género protagonizó uno de los momentos más tensos del último debate electoral y volvió a evidenciar la distancia entre aquellos que deberán, o al menos intentar, llegar a acuerdos en el futuro Congreso. Casado, visiblemente enojado, llegó a preguntar a Sánchez si indultaría a La Manada y aprovechó para defender la prisión permanente revisable. Iglesias, por su parte, afirmaba estar «avergonzado» del tono del debate. Se esperaba un debate más bronco que el del lunes y los candidatos respondieron a las expectativas.

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