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La segunda derrota interpuesta de Aznar

El giro derechista del PP de Casado no solo no seduce, sino que deja todo el centro al PSOE

La segunda derrota interpuesta de Aznar Efe/Chema Moya

Por segunda vez en su vida política, José María Aznar ha vuelto a perder unas elecciones en las que no participaba. Tanto el dedazo de 2004 (con la controvertida gestión del 11M) como la aznarización del partido con Pablo Casado frente a la versión más moderada del rajoyismo que representaba Soraya Sáenz de Santamaría, se han topado con la desconfianza del votante de centro. En 2004, el PP se entregó a la vieja guardia que encarnaban Ángel Acebes, Eduardo Zaplana o Jaime Mayor Oreja. Penó ocho años en la oposición hasta que la crisis echó a los socialistas. Hoy, tras haber sobrevivido a la dura recesión en el poder, el partido sufre un varapalo histórico, de nuevo en medio de una deriva centrífuga. Se hunde al 16,69% de los votos, el peor resultado de su trayectoria perdiendo la mitad de apoyos. En su huida hacia la derecha al ritmo que marcaban Ciudadanos y, sobre todo, Vox, dejó expedito todo el centro político para Pedro Sánchez.

Los números ofrecen una lectura abrumadora. Si en 2016 PP y Ciudadanos sumaron 11,1 millones de votos, el 28A estas dos fuerzas más Vox se han repartido exactamente la misma bolsa de papeletas. El bloque conservador apenas gana un 0,3%, pese a que la participación se ha disparado casi diez puntos. Toda la movilización extra fue para la izquierda y los nacionalistas, un mecanismo de reacción.

Mejor el original a la copia

La diferencia entre esas dos citas separadas por tres años es que entonces Vox era residual, y el PP era el más votado. Este domingo, Rivera rozó el sorpasso; y Vox se comió 2,67 millones de votos de la bolsa del PP. La estrategia de seguir la deriva extremista en cuestiones como Cataluña o el feminismo ha fracasado: «El giro ideológico de la nueva dirección del PP que bebe de la última legislatura de Aznar no goza del apoyo electoral necesario para ganar unas elecciones. La población electoral ubicada en la extrema derecha es una minoría en España. Si ese relativo pequeño pastel en comparación el centro ideológico se tiene que compartir con diferentes fuerzas políticas, se tiene que trocear», apunta Rosa Roig, profesora de Políticas de la UV. La experta apunta otra clave: «No debemos olvidar que el ciudadano puede ser un actor racional. Si quiere optar por un programa electoral de extrema derecha, irá al original, es decir a Vox».

Para Guillermo López, profesor de Periodismo de la UV y analista político, el PP sufre el mismo mal desde hace años. «Si se modera, puede ganar elecciones, si se radicaliza, le castigan, pero no dejando de votar los suyos sino votando gente que no votaba para que no gane la derecha», apunta recordando las elecciones de 2004 o de 2008.

Paradójicamente, las bases del PP habían apostado mayoritariamente por la moderación, al darle la victoria a Sáenz de Santamaría en la primera vuelta de las primarias de julio pasado. Pero un pacto de las elites envió a Soraya a casa.

Desde entonces, y sobre todo tras la sorpresa de Vox en las andaluzas, Casado pareció olvidarse del centro. Se entregó a la idea del tripartito andaluz, con lo que de alguna forma incentivó la fuga de votos a su 'socio' Abascal. Estas elecciones no se trataba de ganar sino de sumar. De haber puesto un cordón sanitario a Vox, como han hecho los conservadores europeos, el votante del PP habría asumido que su voto se perdería en otras fuerzas y no serviría para echar al PSOE, reflexiona López. En esa dinámica, el PP solo ha mirado a su derecha. Un gesto ilustra todo el tono de la campaña. Santiago Abascal se rió de la «derechita cobarde» del PP; Aznar entró como un miura: «A mí nadie me habla de una 'derechita' cobarde porque no me aguantan la mirada». Tan preocupado estuvo Casado por contentar a quienes se iban a Vox y Cs, que el centro se giró hacia el PSOE.

En la noche electoral, la palabra refundación sobrevolaba como posible solución para un partido que en menos de dos años se ha dejado en el camino más de la mitad de sus escaños y votos y que ha sido una trituradora de dirigentes. Pocos quedan en activo y con predicamento dentro para tomar las riendas de un barco que se hunde.

«Lo tienen mal para recomponerse», apunta López. «Las municipales le vienen bien, pero las europeas son ideales para el voto de castigo. Como Ciudadanos les ganen ahí o también en Madrid, les pueden eliminar y aparecer como el nuevo PP», concluye.

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