El 10 de noviembre los españoles están llamados de nuevo a las urnas. La repetición de las elecciones generales del pasado 28 de abril llega cargada de incógnitas después de que los partidos fueran incapaces de desbloquear la situación. El descontento hacia la clase política puede llevar a muchos electores a mostrar su malestar en forma de voto en blanco. Pero ¿en qué consiste esta opción?

El voto en blanco refleja la idea de que la persona está de acuerdo con el sistema electoral pero opta por no votar a ninguna de las opciones existentes. La actual Ley Electoral española determina que el voto en blanco se considera válido, por lo que se suma a los votos obtenidos por las diferentes candidaturas para hacer el reparto de escaños.

¿Qué se considera voto en blanco?

Según el artículo 96 de la Ley Orgánica 5/1985 del Régimen Electoral General, se contarán como voto en blanco los siguientes supuestos:

  • Si en el caso el Congreso, no hay ninguna papeleta dentro del sobre
  • Si, en el caso del Senado, no hay marcado ningún nombre en la papeleta

¿A quién perjudica?

Según como está dispuesto el sistema electoral español, que se rige por la ley d'Hondt, el voto en blanco perjudica a los partidos más pequeños. En cada circunscripción se excluye primero a los partidos que no hayan obtenido, al menos, el 3% de los votos válidos emitidos. Los votos en blanco cuentan como votos válidos, por lo que el umbral del 3% sube, dificultando, así, que partidos minoritarios consigan escaños, y que los más grandes obtengan una sobrerrepresentación.