Seis meses y doce días es tiempo suficiente para que una vida dé la vuelta como un calcetín. No ha sido para tanto en la política valenciana, pero ha habido cambios considerables en este periodo. El PSOE se mantiene como primera fuerza, algo que no había conseguido en los 25 años anteriores, con un porcentaje de apoyo casi idéntico al de abril, pero el bloque de la derecha pasa a ser mayoritario en escaños (17 frente a quince) tras conocer los resultados de las elecciones generales 10N en la Comunitat Valenciana, cuando hace seis meses lo era ligeramente en votos, pero había un empate en diputados.

No es el único cambio. El más profundo es el crecimiento de la extrema derecha de Vox, que no por esperado deja de alarmar. Aumenta más de seis puntos y dobla su representación: de tres a siete, a uno del PP y tres del PSOE. Significa que casi uno de cada cuatro de los escaños valencianos al Congreso de los Diputados (32) son para la ultraderecha, la misma que ha sostenido su campaña sobre la condena a las autonomías, la culpabilización de la inmigración ilegal, mucha declaración patriótica y la demonización de lo que llama «dictadura progre».

Además del auge de Vox, la otra formación que sale beneficiada de la repetición de elecciones es el PP, que gana un diputado (por la provincia de Valencia). Pasa a tener ocho en la Comunitat Valenciana, sube 4,5 puntos con respecto a abril y mejora los resultados del partido en toda España (22,1 % frente a 20,8). No obstante, quedan lejos los trece escaños que obtuvo en junio de 2016, por no retrotraerse a los dorados tiempos (para ellos) del bipartidismo.

El engorde de la extrema derecha se produce a costa de Ciudadanos, el gran perdedor de la noche en toda España y también en la Comunitat Valenciana, donde de seis escaños pasa a dos, uno por Valencia y otro por Alicante. Los de Albert Rivera son los grandes damnificados del bloqueo en la gobernabilidad de España. El no a Pedro Sánchez les pasa factura, al tiempo que observan cómo el discurso duro sobre Cataluña se lo ha robado Vox. La extrema derecha se hace con la voz de los indignados y el voto protesta.

Con todo, el grupo valenciano de Ciudadanos tiene un clavo al que agarrarse: su resultado es mejor que el del partido en toda España. Consigue un punto más, aunque la caída en seis meses es estrepitosa (de rozar el 18 % a no alcanzar el 8 %; se deja casi 300.000 votos). Así, de los diez diputados en toda España a los que se ve reducida la formación de Rivera, dos serán de la C. Valenciana. Cargos del partido ya aventuraban ayer movimientos obligados ante la debacle.

La fotografía que dejan estas elecciones generales del 10N es la de una sociedad mucho más inclinada hacia la derecha. Entre la tradicional (PP) y la radical (Vox) suman 15 escaños, casi la mitad de todos los valencianos. Hace seis meses, Vox era el invitado de última hora y el actor principal junto al PP era la formación que se presentaba como más de centroderecha (Cs).

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La jornada electoral en la C.Valenciana

Mientras tanto, Compromís se queda como estaba, a pesar de que esas no eran las expectativas tras la alianza con la joven estructura de Íñigo Errejón (Más País). La operación no ha funcionado como se esperaba, lo que supone por otra parte dar la razón a Mónica Oltra, que defendió asociarse con Unidas Podemos antes que con Más País. La líder de la coalición prefirió anoche quedarse en un significativo segundo plano, fuera de los focos durante el parlamento del diputado de la formación, Joan Baldoví.

Tanto el portavoz de Més Compromís en el Congreso como los representantes de Unides Podem incidieron ayer en la responsabilidad de Sánchez en el auge de «los intolerantes» por no pactar antes un gobierno de izquierdas (y con independentistas catalanes). Como esa posibilidad aún la dan los resultados, aunque con menos fuerza, las dos formaciones valencianas a la izquierda del socialismo tendieron su mano para intentarlo. También el líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, volvió a abogar anoche por un gobierno progresista (no es una novedad) y por el aislamiento de una ultraderecha que tachó de sectaria y fanática.

Esa nueva derecha patriótica y populista, a imagen y semejanza de la que arraiga en Italia, Francia, Alemania, Hungría, Austria y otros países de Europa, es ya primera fuerza en un buen puñado de municipios valencianos.

Por provincias, crece en las tres, pero toma impulso especialmente en Alicante, donde pasa a igualar al PP al subir de un escaño a tres (en la vecina Murcia es primera fuerza). En Castelló roba el diputado que tenía Cs y en Valencia, Vox y PP suben un diputado cada uno en detrimento de otros tantos de Cs.

Unides Podem se resiente en Alicante, donde pierde un parlamentario. Con todo, aguanta la aparición de Errejón y el choque con Sánchez: se deja menos de un punto con respecto a abril.

En definitiva, Vox, PP y, ligeramente, Més Compromís aumentan su porcentaje de voto con relación al 28A. Asimismo, Vox, PP y Unidas Podemos obtienen mejor resultado que sus partidos en toda España. La mayor brecha se da en la ultraderecha (más de tres puntos). El PSPV reduce la grieta con el PSOE. Todo ello, con una participación inferior a abril, pero no tan baja como se preveía (71,74 %). Así ha sido el 10N.

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