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Resultados elecciones generales en Valencia

El PSOE gana pero no gobierna

Los cuartos comicios en cuatro años prolongan la fragmentación e imposibilitan el desbloqueo político - España definitivamente deja de ser un país inmune al crecimiento de la ultraderecha que se ha producido en toda Europa

El PSOE gana pero no gobierna

El camino a la Moncloa se ha vuelto intransitable. Los resultados de las elecciones generales celebradas ayer confirman que el bipartidismo PSOE-PP es historia y que el bibloquismo de las izquierdas contra las derechas tampoco suma. La fragmentación es tan profunda que, a priori, solo un pacto de no agresión entre los dos grandes partidos en aras del interés del Estado podría garantizar la investidura y la futura gobernabilidad de España, aunque no vaya a ser fácil ni gratis para nadie, con la ultraderecha como tercera fuerza política, con el antaño partido bisagra, Ciudadanos, hundido en el abismo, y con el independentismo lejos de estar sentenciado.

El PSOE volvió a ser ayer la primera fuerza política del país, pero, igual que hace seis meses, carece de los apoyos suficientes para formar gobierno. La intención de Pedro Sánchez de salir reforzado de la repetición electoral se ha quedado en nada y la aritmética es ahora mucho más endiablada que en abril, por mucho que con los resultados de ayer el PSOE haya logrado ser el partido más votado en 8 de las 12 elecciones celebradas desde 1982. Con el 28,01% de los votos al 99 % escrutado, el PSOE registra un retroceso de 0,6 puntos porcentuales respecto a los comicios de abril y logra 120 diputados, tres menos que el pasado 28 de abril.

Pablo Iglesias, el líder de Unidas Podemos, resumía anoche la sensación de fiasco socialista después de conocer los datos del escrutinio. «Seguro que Pedro Sánchez duerme peor con 50 diputados de ultraderecha que con miembros de Podemos en su Gobierno», dijo Iglesias, en alusión a la frase del socialista que antes de la campaña señaló que no habría podido dormir con los morados dentro de la Moncloa. Anoche, el propio Sánchez daba la razón a Iglesias en su comparecencia posterior al escrutinio. «Nuestro plan no es seguir convocando elecciones. Esta vez sí o sí vamos a conseguir un gobierno progresista, con elementos de distintas formaciones políticas», dijo el candidato socialista.

Las palabras de Sánchez fueron seguidas muy de cerca por el PP de Pablo Casado, que se consolida como segunda fuerza política más votada y deja atrás la histórica debacle de hace seis meses. Se queda con el 20,80 % de los votos y con 87 escaños, 21 más. Los populares ganan en cuatro comunidades autónomas, pero se quedan muy lejos de los cien escaños anhelados por el sucesor de Mariano Rajoy.

Anoche, el líder del PP se presentó como la «fuerza moderada y tranquila» en contraposición clara a un Sánchez que «ha perdido su referéndum». Casado, no obstante, se mostró ambiguo sobre una posible abstención que permita investir al PSOE. Dijo ser «incompatible» con el socialista, aunque no cerró la puerta a escuchar al vencedor de las elecciones. «A ver qué plantea y luego ejerceremos nuestra responsabilidad. Él tiene la pelota en su tejado», indicó Casado, que se consolida como el líder de la derecha, pero que tiene a Santiago Abascal detrás empujando con mucha fuerza.

Es precisamente en la tercera posición del arco parlamentario donde se ha producido el gran vuelco. Ciudadanos, que en abril desplazó de esta posición a Unidas Podemos, ha sufrido ahora el sorpaso por parte de Vox, que pasa de ser la quinta a la tercera fuerza política. El partido de la ultraderecha Vox logra 52 escaños (más del doble que en abril) y el 15,10 % de los votos, protagonizando lo que el propio Abascal definió anoche como « la gesta mas rápida y fulgurante de la democracia española».

Los de Albert Rivera, en cambio, han sido el partido más perjudicado por la repetición de las elecciones generales. Solo han logrado 10 diputados, perdiendo 47 escaños en tan solo seis meses y convirtiéndose en la sexta fuerza del Congreso, por detrás de la citada Vox, de Unidas Podemos y de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).

Ribera se mostró apesadumbrado tras conocer los resultados y asumió la derrota «sin paliativos y sin excusas» de la que él se proclamó como «el primer responsable». El líder de Ciudadanos anunció la convocatoria de un congreso extraordinario para que los militantes «decidan y tomen las riendas de este partido». Los naranjas sufren una debacle histórica en una contienda en la que las izquierdas vencen a las derechas a pesar de no lograr mayoría absoluta, los independentistas y nacionalistas triunfan en Cataluña y País Vasco y los recién llegados de Mas País, la CUP y Teruel Existe entran en el Parlamento.

La jornada de ayer deja atrás una campaña electoral fugaz, avinagrada y plomiza. Con los votantes aquejados de desafección por parálisis y con la convivencia contaminada por las reacciones a la sentencia del procés, los partidos se olvidaron de los programas y se enfangaron en el cuerpo a cuerpo más humillante.

Tan poca atención plena prestaron a los graves problemas a los que se enfrenta España (la debilidad de la economía y el empleo, el avance de la desigualdad, las grietas en las prestaciones básicas del Estado del bienestar, el polvorín del modelo territorial, los desequilibrios del sistema fiscal o la irresuelta reforma de la financiación autonómica), que ni siquiera presentaron la memoria económica de sus programas. Poco había que medir ante tan vaga propuesta.

En definitiva, no hicieron de la política el arte de lo posible y ni siquiera declararon cuál es su voluntad ante el pactómetro del futuro post 10N. En el proceso, dejaron crecer a la ultraderecha de Vox, unos haciéndole el vacío primero y luego apretando el botón de pánico quizá demasiado tarde (los partidos de la izquierda) y otros desmarcándose de ellos pero a la vez dando legitimidad al gobernar de su mano en varias autonomías (PP y Cs).

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