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Análisis

Primer gobierno de coalición de la historia

PSOE y Unidas Podemos cierran un acuerdo para formar un Ejecutivo multicolor "rotundamente progresista" 36 horas después del 10N - Pablo Iglesias será vicepresidente tras ser vetado en abril

Primer gobierno de coalición de la historia

Apenas 36 horas después de que cerraran las urnas tras la repetición electoral, el PSOE y Unidas Podemos enterraron las tensiones que en abril hicieron saltar por los aires un pacto a priori más sencillo entonces y anunciaron por sorpresa un acuerdo para formar un «Gobierno de coalición rotundamente progresista» basado en la confianza mutua y que nace con el objetivo de agotar la legislatura. Según anunciaba el líder socialista, Pedro Sánchez, instantes antes de estampar su rúbrica en el texto, se trata de un proyecto «tan ilusionante que supera cualquier desencuentro político» anterior. Para su homólogo en Unidas Podemos, Pablo Iglesias, también es tiempo de «dejar atrás los reproches». PSOE y Unidas Podemos suman 155 escaños, por lo que ahora se debe abrir una ronda de contactos con otros grupos políticos para consolidar una investidura de Sánchez.

De vetado a vicepresidente

Los comicios del domingo laminaron las aspiraciones de gobernar en solitario del PSOE y consolidaron el avance de la ultraderecha. Los socialistas perdieron tres escaños y desde la comparecencia de Sánchez la misma noche electoral desde Ferraz quisieron evidenciar que habían captado el mensaje. «Los españoles quieren un gobierno que dependa de varios partidos», dijo el presidente en funciones. «Tomamos nota», ahondó el secretario de Organización José Luis Ábalos tras la Ejecutiva del lunes. Ayer, Sánchez dijo que con este acuerdo estaban «traduciendo la voluntad» expresada en las urnas «conscientes de la decepción» generada en la ciudadanía por la repetición electoral.

Lo hará, ahora sí, con un Ejecutivo de coalición, sin vetos y en el que Pablo Iglesias será vicepresidente. Este extremo no fue confirmado durante el acto de ayer pero sí por fuentes de ambos partidos cercanas a la negociación del acuerdo. Será el primer gobierno multicolor desde la restauración de la democracia en España. Y a diferencia de abril, una de las bases en las que se sustentará el pacto será en la «lealtad». Tanto Sánchez como Iglesias emplearon este término ayer. Los socialistas esgrimieron la falta de confianza como uno de los motivos de la ruptura de las negociaciones tras el verano. Además de esta «lealtad», Sánchez e Iglesias se agradecieron mutuamente la «generosidad» exhibida para cerrar el texto de coalición. Tras intercambiarse los documentos para firmarlos y ante la plana mayor negociadora de ambos partidos, sus líderes sellaron la reconciliación con un abrazo.

El pacto alcanzado ayer nace con el objetivo de ser un «acuerdo de legislatura» para formar un «gobierno rotundamente progresista», según dijo el líder socialista y refrendó Iglesias. Pero la suma no es suficiente y deberán explorar a los grupos minoritarios para investir a Sánchez, vistas las primeras posiciones adoptadas ayer por el PP y Ciudadanos. Vox por supuesto votará también en contra. Por su parte, los partidos pequeños y periféricos que pueblan el nuevo Congreso de los Diputados se mostraron ayer receptivos aunque vincularon su apoyo a sus respectivas agendas regionales y a reunirse con socialistas y con Unidas Podemos antes de consolidar su apoyo.

Sánchez e Iglesias apostaron también por que estos acuerdos externos sean a largo plazo para conformar así una «mayoría parlamentaria estable» para la que apelaron a la «responsabilidad y generosidad» de estos partidos.

Cargos a la espera

Otra diferencia respecto a abril fue la ausencia en la conversación de los cargos de cada partido en el futuro Gobierno de coalición, al menos públicamente -se da por segura la vicepresidencia del de Unidas Podemos-. Sánchez e Iglesias aclararon que no será hasta después de investir al socialista cuando se debata esto. El líder de Unidas Podemos dijo que «lógicamente» la estructura del Ejecutivo se discutirá en las «próximas semanas».

El ambiente fue distendido y positivo durante casi todo el acto. Pero Pedro Sánchez aparcó por unos instantes ese tono cuando describía su futuro Ejecutivo «rotundamente progresista».

Dijo entonces que en él «lo único que no cabrá será el odio y la confrontación entre españoles», en una clara alusión al conflicto catalán. Iglesias omitió cualquier referencia directa a Cataluña pero sí apuntó a la «crisis territorial» que en su opinión tiene lugar en España, y se comprometió a que el nuevo Gobierno de coalición afrontará ese problema desde el «diálogo», «la mejor vacuna frente a la extrema derecha».

Ejes con aroma socialista

La postura ante el desafío independentista fue otro de los puntos que el PSOE identificaba como incompatibles con Unidas Podemos para negar la coalición antes del 10N. Los morados parecen haber asumido ahora las posiciones de los socialistas a tenor del decálogo firmado ayer por Sánchez e Iglesias. En él se establecen los «ejes prioritarios» de actuación del futuro Ejecutivo de coalición durante la legislatura. La protección de los servicios públicos, la lucha contra el cambio climático, el desarrollo de políticas feministas y los derechos sociales marcan la mayoría del documento.

Destacan sin embargo dos puntos en los que se vislumbra una suerte de paracaídas socialista ante posibles desavenencias dentro del Ejecutivo: la economía y la crisis territorial. Así, marcan entre sus prioridades el «equilibrio presupuestario» y «el control del gasto público» como algo «esencial para el sostenimiento de un Estado del bienestar sólido y duradero». En cuanto a Cataluña, por su parte, se comprometen a «garantizar la convivencia» y «la normalización de la vida política» desde el diálogo. Pero añaden una nueva salvaguarda, «siempre dentro de la Constitución», para contener cualquier posible reivindicación morada sobre el derecho de autodeterminación. Del resto del acuerdo, remitido a los medios, destaca el compromiso de «controlar la extensión de las casas de apuestas».

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