La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la misma institución demoscópica que no vio llegar (o no quiso) el fenómeno Podemos, estima que en las próximas Elecciones Autonómicas habrá un empate técnico entre las formaciones progresistas (PSPV, Podemos, Compromís, y EUPV) y las que representan al centro-derecha (PP, Ciudadanos y UPyD). El sondeo apunta a que más de un 30 % de los electores todavía no ha decidido su voto, por lo que cualquier matiz, cualquier escándalo o cualquier tropezón puede echar al traste todas las aspiraciones y el trabajo realizado.

A estos márgenes de error y de incertidumbre hay que añadir que las entrevistas fueron realizadas entre el 23 de marzo y el 19 de abril. En estos días, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, creía aplacados todos los escándalos de corrupción con su zigzagueante línea roja y las decisiones de la Justicia de despejar a después de mayo los juicios de Fitur y Emarsa y las decisiones sobre la compra de Valmor.

Pero llegó el sobresalto para el presidente y candidato popular. Desde hace dos semanas el PP valenciano ha visto cómo se ha abierto el suelo bajo sus pies tras estallar el que puede ser el escándalo de todos los escándalos, el que afecta a la Diputación de Valencia y desde ayer al ayuntamiento de la capital, que ya se ha cobrado una víctima, la exconcejal y asesora María José Alcón.

Con unos resultados tan igualados, un porcentaje de indecisos tan elevado y unas preguntas realizadas cuando todavía no se conocían las grabaciones de «los hombres de Alfonso», la encuesta de ayer sólo servirá para una cosa: poner más nerviosos a los candidatos.