Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Votad, insensatos

Salir del útero

Míralo, sigue viviendo por aquí, no se ha mudado». Un vecino del barrio me señaló un domingo de elecciones a Joan Lerma, que entraba a votar al colegio que hay enfrente de casa, y me soltó ese comentario sin venir demasiado a cuento, con cierto orgullo arrabalero. Hace poco quise contrastar esa información con una fuente cercana „cercana a mí, concretamente mi padre„, quien me dijo que el expresidente vive «un par de calles más allá del Consum; sigue en el barrio». Esa última coletilla suele cerrar todas las conversaciones sobre Lerma que se reproducen cíclicamente en el vecindario, en las que yo me acomodo con interés arqueológico, como si me hablaran del Salvaje de Un mundo feliz: un vestigio de la vida antes del soma.

Verán, cuando aquel hombre dejó la Generalitat yo tenía siete años. Tres cuando Rita Barberá entró en el Ayuntamiento. Quiero decir que podría ventilarme en una frase mis primeros balbuceos ideológicos, el febril despertar de la conciencia política y el tamiz nihilista de cuando me volví decididamente estúpido, que no sé muy bien cuándo ocurrió. Me he pasado la vida hablando de lo mismo porque aquí todo ha sucedido bajo el mismo manto. Quizás por eso me asomo con vértigo a las encuestas que publica este diario. Es difícil calibrar el impacto del cambio cuando nunca has conocido uno. Es posible, incluso, que llegues a desear que nada suceda porque quién sabe si al salir del útero no caeremos de cabeza contra el suelo. Entre Emarsa e Imelsa, hemos ido desarrollado un lenguaje secreto, cierta soberbia quinqui y un apego al desencanto que nos hace reconocibles. Un día, parado en un semáforo mientras la radio repasaba imputados de la Gürtel, me vi como McNulty cuando se paraba a estudiar las esquinas de Baltimore; la misma adhesión autodestructiva a esta ciudad en ruinas. Igual fue en The Wire donde nos contaron que la corrupción no acaba nunca, pero esa certeza a mí me acabó explotando en alguna página de Arabí.

Las próximas elecciones plantean un escenario exótico y saben a final de la edad de la inocencia. El mundo se nos va a ir llenando de siglas y matices y nos va a exigir altura de miras, ahora que estábamos a punto de canjear la papeleta por el billete de avión; ahora que habíamos proclamado, con una mueca de satisfacción, que nada tiene remedio.

Compartir el artículo

stats