«Esto es un pucherazo en toda regla». Así definen estos comicios municipales y autonómicos los valencianos en el extranjero que se han quedado sin votar porque no les han llegado las papeletas. Ante el conjunto de irregularidades denunciadas desde todos los rincones del mundo y publicadas por Levante-EMV, los exiliados han emprendido en las redes sociales la particular campaña de «apadrinar un expatriado.

Se trata de hacer un trueque: «El voto rogado -como se denomina el procedimiento para ejercer el derecho desde fuera- no provoca que no votes, sino que cuentes como una abstención forzada. Si conoces a alguien, amigo o familiar, que por voluntad propia no quiere votar, cuéntale tu caso y pídele que vote por tí. Es un simple intercambio: tú seras su abstención, él sera tu voto». Así lo explican desde Marea Granate, el colectivo de emigrantes españoles que lucha desde hace meses para que la participación en las elecciones sea «decente».

Sin embargo, no ha podido ser así. Se calcula que menos del 4 % de los que viven fuera han podido votar. A muchos de ellos, a pesar de haber pasado por los diferentes trámites pertinentes y haber sorteado todo tipo de escollos burocráticos, no les han llegado las papeletas a tiempo. Ese es el caso de Gabriel Pardo y Berta de Miguel, que viven en Nueva York. «Suena a guasa, pero de los cinco años que estamos aquí ni mi pareja Berta ni yo hemos podido votar en ninguna de las tres elecciones (generales 2011, europeas 2014 y ahora las autonómicas). En todas nos hemos quedado sin poder hacerlo porque las papeletas nos han llegado tarde o directamente no nos han llegado», lamenta ese arquitecto dedicado a la restauración de edificios patrimoniales.

Tras haber estudiado arquitectura técnica, el grado de Ingeniero de Edificación y un máster oficial en conservación del patrimonio arquitectónico, ahora está realizando el doctorado a la vez que trabaja. «Gran parte de este robo se lo debemos al PP y al PSOE que en 2011 pactaron una ley para rogar el voto y dificultar así la participación en los procesos electorales de los emigrados españoles. Da algo de vergüenza explicar a mis amigos americanos este proceso sinsentido que lo único que consigue es que España se aleje de lo que sería una democracia real. Es simplemente inconstitucional», lamenta indignado este joven.

Lo mismo le ocurre a Laia Varo. Actualmente vive en Estrasburgo (Francia). En febrero se inscribió en el consulado como residente temporal (ERTA) para poder votar en las autonómicas y municipales (en El Campello, de donde es ella). «El 8 de abril solicité el voto. A día de hoy, no he recibido las papeletas en casa. No sé si el problema viene del consulado, de la Junta Electoral o de no sé dónde, pero me parece indignante. Siento mucha rabia e impotencia».

Sin poder votarse a sí misma

Por su parte, Myriam Bolufer se marchó en enero de 2013 a trabajar como «au-pair» a Ginebra. Actualmente está empleada en una fábrica, pero los kilómetros no afectan a su apego por la «terreta», ya que de hecho va la número 3 por la lista de Acord ciutadà EUPV-ERPV de Pego, su pueblo natal. Las irregularidades han impedido que pueda votarse a sí misma.

«El 27 de marzo de 2015 me inscribí en el consulado español de Ginebra, por asuntos personales y también para tener el derecho de voto. Me aseguraron que con esta inscripción ya podría. El día 15 de mayo todavía no había recibido las papeletas así que por medio de las redes sociales contacté con los españoles que residen en Suiza. El día 18, llamé repetidas veces al consulado en la oficina del censo, pero no es que nadie respondiera, sino que me colgaban el teléfono. Así que me quedo sin votar», expone.