Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Radiografía comarcal

Deberes a medio hacer

El Consell no ha podido culminar los dos proyectos más emblemáticos: revertir la sanidad y reabrir el histórico "trenet de la Marina"

Carmen Montón, en el centro, en su primera visita como consellera de Sanidad a la Marina Alta, en 2015. levante-emv

Segunda semana de agosto de 2016. El president, que pasa unos días de vacaciones en Xàbia, coge la mochila y se sube al Montgó. Es imprescindible ascender a esa montaña para otear y entender la Marina Alta. Es una comarca descosida. Desconectada. Además, poco antes de que Ximo Puig hollara esta cima, el Consell había cerrado el tramo de Calp a Dénia del centenario «trenet de la Marina». La línea estaba para el arrastre. No era segura ni competitiva. Urgía modernizarla. Se cortaba uno de los pocos hilos que unen la comarca al mundo. Desde el Montgó, se ve claro que los únicos caminos son una autopista de peaje y una carretera, la N-332, saturada y con embudos en Gata y Benissa.

Puig debió entender eso que le trasladaban tantas veces los alcaldes: hay que coser la Marina Alta al territorio que la rodea y dar pespuntes para corregir el aislamiento. El Pacte del Botànic está en ello. Pero los cuatro años se le han hecho cortos. Los grandes costurones todavía están por remendar.

El Consell ha dado carrete, eso sí, a la reivindicación más clamorosa, la de la recuperar la gestión pública de la sanidad en la Marina Alta. Puig prometió que si llegaba a presidir la Generalitat lo primero que haría sería rescatar el departamento de salud de Dénia, cuya gestión privatizó el PP hace ahora diez años. Pero en octubre de 2015, la entonces consellera de Sanidad, la socialista Carmen Montón, en su primer encuentro en Dénia con los alcaldes, ya advirtió que romper el modelo Alzira en Dénia no iba a ser coser y cantar. La conselleria optaba por negociar con la concesionaria Marina Salud (DKV Seguros Médicos posee el 65 % de las acciones y Ribera Salud el 35 % restante) una salida pactada.

Compromís, mientras, quería pisar el acelerador en el rescate. La sanidad en la Marina Alta ha provocado tensiones en el Botànic. Y ahora, en el esprint final de la legislatura, la consellera que sustituyó a Montón, Ana Barceló, ha pulsado el botón de la reversión unilateral. A estas alturas, se ve claro que lo del acuerdo con Marina Salud era una quimera. El propio president ha afirmado que no hay marcha atrás. Asegura que el Consell no le dará «ninguna ventaja» a la concesionaria. La cosa se resolverá en los tribunales. Que la Marina Alta recupere la gestión pública de la sanidad es una asignatura pendiente.

Al Botànic también le han fallado los plazos con el «trenet». En la modernización, el Consell lleva ya invertidos la tira de millones (el coste global es de unos cien). La consellera Salvador anunció que el tramo de Calp a Teulada se abriría a principios de 2019 y que para entonces la nueva vía hasta Dénia estaría avanzada.

Pero, en cuestión de trenes, la Marina Alta tiene la negra (el de Gandia-Dénia, ahora Tren de la Costa, nunca llega). El centenario puente del Quisi ha arruinado los plazos. El viejo viaducto, ahora rehabilitado, no aguanta el peso de los nuevos convoyes duales. Hay que construir uno nuevo. Estará acabado, como pronto, para finales de 2020. Y esa es la fecha optimista para que la comarca recupere el tren. El Consell también ha encarrilado con el Plan Edificant la eliminación de los sonrojantes barracones. Ahora han empezado las obras del nuevo colegio de la Xara. Los alumnos llevan 10 años estudiando en un centro de barracones. La próxima legislatura también debe ser la de la construcción de los nuevos colegios de educación especial Raquel Payà de Dénia y Gargasindi de Calp.

El Botànic ha enmendado la política urbanística del Ayuntamiento de Calp, cuyo alcalde es César Sánchez, uno de los hombres fuertes del PP. La conselleria considera que el consistorio ha cometido una infracción grave en la norma local de dar ventajas de edificabilidad a hoteles que, con 30 alturas y más, cambian el «skyline» y entorpecen la visión del Penyal d'Ifac.

Compartir el artículo

stats