A Elena López Blat (l'Eliana, 1991), poco le afecta que su partido esté en campaña. Su trabajo en las Corts no se ha detenido porque sigue vigente la Diputación Permanente hasta que se forme un nuevo parlamento. Para entonces, le gustaría continuar por cuatro años más, en una futura reedición del Botànic.
La historia de López es la de muchos jóvenes que terminaron la carrera antes de que la crisis se diera por superada: ¿prácticas o máster? Eligió lo primero y todo rodó, aunque el camino no estaba hecho. «Yo misma tuve que solicitar las prácticas en las Corts porque la oferta de prácticas que ofrecía la universidad dejaban mucho que desear», reconoce.
Comenzó entonces una batalla contra la burocracia que ganó cuando en febrero de 2016 comenzó a ayudar en el grupo parlamentario de Compromís, cuando el Botànic había comenzado a caminar. Pasó unos meses metida entre iniciativas parlamentarias y recuerda cómo la obligaban a irse a casa. Tiempo después, llegó el contrato. «Estuve en el momento adecuado, sí, pero también trabajé muchísimo», señala.
La de López sería la historia de cualquier joven recién graduado, pero desempeña un trabajo que determina las políticas que el gobierno aprueba después. Está en el «backstage» de la política, en la parte de atrás del escenario, moviendo los hilos que condicionan el futuro.
Formó parte de la subcomisión para la erradicación de violencia de género en la C. Valenciana. En el dictamen se aprobaron unas 180 propuestas que se integraron después en las casi 300 medidas que incluye el Pacto Valenciano contra la Violencia de Genero.
Es, sin duda, el trabajo del que más orgullosa se siente, pero cita otros no tan llamativos pero sí determinantes: la aprobación de una proposición no de ley sobre el fomento de la presencia de las mujeres del ámbito musical, por la que el cuento sería otro mérito más a la hora de recibir subvenciones públicas y por la que se regulaba la instalación de «puntos violeta» en festivales para denunciar abusos o agresiones sexuales. López también recuerda la derogación de la Ley de Maternidad del PP, la famosa «ley Cotino», con una carga ideológica «que en ningún caso protegía a la madre».
La asesora en Igualdad ha visto desde dentro de las instituciones cómo el movimiento 8M impregnaba la sociedad. «Por primera vez la movilización social se ha recogido en las instituciones», y vuelve a remitir al Pacto Valenciano contra la Violencia de Género, pionero en España, al reparto paritario de las conselleries o a tantas otras iniciativas feministas amparadas por la Generalitat.
«La política cambia cosas»
López reconoce que si hace solo cuatro años le hubieran leído el futuro, no hubiera creído lo que hoy tiene. Ni ella, ni sus amigos, entre los que reconoce que hay cierta desafección por la política. «Yo misma la he superado en todo esto tiempo, cuando he visto que de verdad la política cambia cosas. En tiempos de mayoría del PP, todo se bloqueaba. Ahora se llega continuamente a acuerdos, también con el PP y con Cs», dice, asumiendo la nueva política en la que la C. Valenciana se ha sumido: la de pactos.
