El Gobierno del Botànic podrá continuar cuatro años más si PSPV, Compromís y Unidas Podemos son capaces de renovar su acuerdo. Las elecciones autonómicas de ayer suponen que los socialistas vuelven a ser primera fuerza en una convocatoria autonómica 28 años después, pero la izquierda reduce su margen: de sumar 54 diputados pasa a 52 (la mayoría absoluta son 50). La derecha avanza partida. El PPCV es el gran perdedor de la jornada, al registrar el peor resultado de su historia por los efectos de una fragmentación de la derecha desconocida hasta ahora. La suma, sin embargo, no les sirve para desbancar a la izquierda.
La única buena noticia de anoche para Isabel Bonig es que el PP mantiene la hegemonía en el bloque conservador, a pesar de la caída. Toni Cantó les pisa los talones, pero no hay sorpasso, como sí se ha producido en las generales en otros históricos bastiones populares, como Madrid. Más lejos, pero con una representación importante, aparecen los nuevos en la fiesta, la ultraderecha de Vox, que supera con mucho el resultado que le daba el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y otras encuestas, pero no consigue ni siquiera el resultado que obtuvo Podemos en su debut en 2015. Ello, tras el temor en los últimos días a un registro espectacular de la formación de Santiago Abascal debido al voto oculto.
Al final, lo que sí ha habido es una gran participación (por encima del 75 %), pasando por alto el hecho de que los comicios coincidían con un puente festivo en la Comunitat Valenciana.
El 28A deja una de las noches electorales de más sufrimiento en los partidos. Por la tensa y larga espera (el escrutinio de las autonómicas se demoró porque primero se realizó el de las generales) y por un resultado que se fue ajustando conforme avanzaba el escrutinio. Nadie podía cantar victoria a la 1.30 horas de la madrugada: aún existían posibilidades de un vuelco al estar en ese momento el bloque del Botànic con un solo diputado por encima de los 50 que marcan la mayoría absoluta.
Una de las incógnitas de la jornada era si Puig acertó con el adelanto electoral y hacer coincidir los comicios valencianos con los del Congreso de los Diputados. La respuesta no es única, puede realizarse desde diferentes enfoques. De entrada, la izquierda mantiene la mayoría, así que se puede colegir que el adelanto ha valido la pena. Sin embargo, la ventaja del Botànic se reduce, de modo que las elecciones dejan una sensación de desgaste en un gobierno que no ha tenido escándalos ni grandes conflictos y que se presentaba como una bocanada de aire fresco y cambio después de veinte años de gobiernos aplastantes del PP acabados con una sucesión de causas judiciales por corrupción.
No obstante, la pregunta que queda en el aire es si la mayoría de la izquierda se hubiera mantenido dentro de un mes, el 26 de mayo, cuando hubiera tenido que celebrarse la convocatoria autonómica. Ayer, la izquierda pudo contar con los efectos Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que pudieron arrastrar electorado valenciano hacia PSPV y Unidas Podemos.
Lo seguro, finalmente, es que el jefe del Consell es el que sale mejor parado de los cuatro años de gestión: gana cuatro escaños, recupera la hegemonía del socialismo y aleja la amenaza de Compromís, que hace cuatro años se quedó a menos de dos puntos y se sitúa ahora a más de ocho.
Los datos de Puig, no obstante, no son tan buenos como los que obtiene Pedro Sánchez en la C. Valenciana: hay tres puntos largos de diferencia a favor del presidente del Gobierno.
La coalición de Mónica Oltra, por su parte, es otra de las damnificadas de la jornada. No consigue en esta ocasión doblegar a las encuestas y pierde músculo con respecto a 2015 y a las generales de 2016. Los rostros de sus dirigentes reflejaban ayer que el resultado no era el esperado. Las primeras responsabilidades las cargaban sobre el adelanto electoral decretado por Puig.
Unidas Podemos es el elemento que al final sostiene el Botànic. Pierde cinco escaños y tres puntos porcentuales, pero supera con holgura la barrera electoral del 5 % y sus ocho diputados son la llave para que la coalición de izquierdas resista.
Ciudadanos es el que acaba como principal triunfador en la derecha. Llegaba a la jornada con malas sensaciones por el empuje final de Vox, pero se ha quedado a un paso de adelantar al PP y hacer historia. Crece casi cien mil votos con respecto a 2015 y se ha quedado a menos de 30.000 de adelantar al PP. Toni Cantó sale reforzado.
El superdomingo finaliza con una estampa reveladora: el hotel donde la extrema derecha valenciana vivía la noche electoral acabó prácticamente desierto antes de que los resultados autonómicos estuvieran completos y sin que su líder hubiera comparecido. Alguien amagó con el himno español con la letra de Pemán. En la calle, el silencio. ¿Lo oyen?
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