Ximo Puig, Mónica Oltra y Rubén Martínez Dalmau se reunieron ayer en la sala de la Mesa de las Corts bajo dos cuadros rococó anónimos: dos alegorías de la primavera y el verano. En ese tránsito entre las dos estaciones va a fluctuar la negociación del nuevo acuerdo de gobierno de izquierdas, para el que «no hay prisas, porque ya no hay un ejecutivo corrupto que tirar», dijo la vicepresidenta públicamente, y que «aún queda muy lejos», reconocen en privado dirigentes de PSPV, Compromís y Unidas Podemos. La investidura y toma de posesión de Puig como jefe del Consell no se prevé hasta bien entrado junio, rayando el verano.

La fotografía de ayer sirve como «garantía» de la «voluntad de constitución de un acuerdo de gobierno», en la voz de Oltra de nuevo (remárquese el concepto de voluntad), da un margen de tiempo a los socios hasta después de las elecciones municipales del día 26 y permite al tripartito salvar la primera bola de partido: la de la constitución de la Mesa de las Corts. La primera solución ha venido por la vía de la continuidad.

Todo iba encaminado a una designación provisional, por unos días, como en 2015. Una situación poco edificante que el PSPV ya había advertido que iba a dejar claro que se producía a su pesar. La responsabilidad recaía en Compromís (a los que los socialistas consideran que les compete, por votos, la segunda institución de la C. Valenciana), con el riesgo de trasladar una imagen de división interna.

Finalmente, Oltra acudió al encuentro de ayer con una determinación firme, que hoy debe refrendar el grupo parlamentario: la bendición a Enric Morera,viejo rival de disputas internas (él es uno de los popes del Bloc, ella es la factótum de Iniciativa, las dos patas más influyentes de la coalición), para continuar al frente de las Corts. Es lo que él quería, la solución que más agradaba en Presidencia de la Generalitat, la más razonable para Oltra, pero la que encontraba resistencia en algún sector de Compromís.

Al menos, los socios pudieron presentarse con un acuerdo tras casi una hora de encierro en solitario, sin asesores ni equipos. Una pieza con que saciar la voracidad de la prensa.

Oltra entró a la reunión con una carpeta de los suyos; Puig, a pelo, y Dalmau con un documento de evaluación del Botànic, el empeño del recién llegado al bloque de izquierdas, a pesar de que los seminarios semestrales del Consell han sido para eso, para evaluar fines y rendir cuentas.

Pero el candidato de Unidas Podemos incidió en el encuentro en ese objetivo: el diagnóstico de lo hecho estos cuatro años antes de pensar en qué hacer.

La exigencia morada puede ser redundante, pero incluso viene bien a los hasta ahora socios del Consell para rellenar un periodo incómodo, como es el tiempo de campaña de las municipales y europeas, en la que los líderes están más enfrascados ahora que en diseñar equipos de gobierno.

Así que las próximas dos semanas estarán destinadas al diagnóstico de la actuación del gobierno del Botànic I y al establecimiento del calendario y la metodología de la negociación, señaló Martínez Dalmau.

La previa del «qué»

Más gráfica fue la líder de Compromís. No estamos ni en el famoso qué, sino que ahora comienza «la previa del qué» y del cómo, de modo que el reparto de espacios de poder queda lejos. Se va «con calma», «sin prisa» y con disposición de dedicar «todo el tiempo que sea necesario».

De momento, se está dentro de los márgenes reglamentarios, que situarían la investidura del president(se supone que Puig) entre el 6 y el 10 de junio. El líder de los socialistas deberá decidir si lo hace antes o después de la toma de posesión de los alcaldes, prevista para el 8 de junio. Después vendría la formación del Consell, acuerdo que aún «queda muy lejos» ahora. Se está en la epidermis de lo que debe ser el verdadero y dificultoso acuerdo.

Hasta la fecha, incluido el encuentro amable de ayer, Compromís ha conseguido que no se visualice que ha perdido posiciones en el equilibrio de poder al retroceder ligeramente en diputados.

Espera ahora que esa posición de fuerza se vea mejorada al incluir en el puchero de los pactos de la izquierda los ayuntamientos de las principales ciudades valencianas y las diputaciones. Ese horizonte permite también abrir el abánico donde situar piezas de la coalición que ahora, tras las generales y autonómicas, han quedado sin destino claro.

La secretaría, para Podemos

El acuerdo progresista para la Mesa de las Corts incluye la cesión de la secretaría primera a Unidas Podemos. Todo apunta a que Irene Gómez, que ya formó parte del órgano, será hoy la elegida por el consejo ciudadano de la Comunitat Valenciana. Lo oficial es que será para una mujer y de Podemos, no de EUPV. Hasta aquí, el primer acuerdo del Botànic II.