Como una orquesta que se forma al inicio del verano para tocar de verbena en verbena y va mejorando conforme pasan los conciertos y entonan juntos el 'Black is black', el sexteto electoral con sucursal en Valencia alcanzó ayer su cénit de compenetración en el Debate Final de Levante TV hasta ofrecer el mejor espectáculo de esta gira política que concluye el domingo. Tuvo un precio: ataques personales y una bronca inédita en la campaña valenciana hasta el momento. Morbo garantizado. Tensión desbordante. Y hasta alguna risa en la platea.

Empezaron de forma previsible. Casi caricaturesca. En su primer turno libre de palabra, Yuri Aguilar, candidato de UPyD por Valencia, tardó 14 segundos en aludir a los «autónomos»: una obsesión personal que anoche rebajó. Ricardo Sixto, cabeza de lista de Esquerra Unida, pronunció al segundo 25 de su intervención la palabra «Ibex 35» „que viene el coco„ y lo bien que les está yendo a los ricos con la crisis. El más rápido en desenfundar tópico fue Toni Cantó, número dos de Ciudadanos: en 9 segundos ya había arremetido contra el «bipartidismo». Otra segundona de lista, la de Compromís-Podem, Ángela Ballester, dejó correr 28 segundos el reloj antes de referirse a «la gente»: terminología podemita, ¡presente! La socialista Ana Botella pronunció la palabra «corrupción» a los 16 segundos. Y la popular Elena Bastidas recordó al segundo 17 los «tres millones de puestos de trabajo» destruidos por Zapatero: el great hit de la campaña popular.

Presentadas las credenciales, Ana Botella, que antes de saltar a la arena se la veía repasar los apuntes como una disciplinada colegiala en selectividad, sorprendió con un estilo bronco desde el primer momento del debate. Hasta convertirlo en un Vietnam. En menos de dos minutos, la líder socialista se enzarzó con Cantó («no me mire así», «se ha pasado del tiempo»), con Yuri Aguilar («usted ignora totalmente lo que está pasando») y hasta con el moderador («parece que me esté interrogando»).

Ella prendió la mecha. Pero el «todos contra todos» no dejaba tregua. Yuri Aguilar (un francotirador a todo lo que se moviera, sólo perdonando la vida al pacifista del debate, Ricardo Sixto), se cebó con su excompañero de partido Toni Cantó. Ya se sabe: la fe de los conversos y las guerras fratricidas sacan lo peor de cada uno. Y Yuri, que orbitaba en torno a todos los candidatos, fue a por Toni Cantó. «Toni, te cambiaste tan rápido de chaqueta que creo que te has olvidado» del programa de UPyD, le espetó. En su turno final, Yuri, el liberal autónomo con nombre soviético, quiso machacar al actor cuando dijo, mirando a cámara en su epitafio final: «Somos un partido que nos presentamos sin trampas ni Cantó». Rictus serio e impávido del ex de UPyD. Sonoras carcajadas entre el público.

En medio de esos espectadores está Nuria Grau, joven de 18 años que estudia primer curso de Periodismo en el CEU (carne de paro por los cuatro costados). Ésta será su primera votación en las Generales. Antes de empezar, expresa su deseo: «Me gustaría que los seis me hicieran creer en la política». En la pausa, tras 40 minutos de debate, ya tenía claro su veredicto: «Parece ilusionante, pero es como si viera una película de príncipe azul: cuando acabe el debate volveré a la realidad y, por mucho que prometan, todo seguirá igual», se resigna.

Del cielo al infierno con Rajoy

La guerra seguía. Hasta con el tema de la violencia machista. La confrontación discurría de una forma algo atolondrada y, a priori, sin la estrategia habitual. Ciudadanos cargaba contra Podemos y PSPV por Cataluña. La candidata del PP parecía con ganas de hablar de corrupción («estoy deseando hacerlo»). Podemos atacaba a Ciudadanos y le colgaba la etiqueta de «vieja política» (alias «peste electoral») por su modelo territorial. Sixto, de EU, prefería desgranar sus propuestas y no bajar a la lucha dialéctica ni arañar en caladeros próximos como Podemos o PSPV. Cantó afeaba a Bastidas su «obsesión con Ciudadanos». Ana Botella explicó su apoyo a que los políticos vuelvan al ámbito privado tras su paso por la política después de unos años. «¡Nosotros no somos comunistas! No queremos que la gente se quede trabajando para siempre en la política», explicó. Y lanzó un dardo a Compromís-Podem: «Por intentar alcanzar el cielo, el peligro es que nos quedemos en la Tierra con Rajoy».

El concierto iba a terminar, pero nadie pidió bises a la orquesta. No fuera a salir trasquilado.