Mislata es, con Ontinyent y Xàbia, una de las integrantes del selecto club de ciudades en las que el PSPV arrasó en las municipales al lograr 14 de 21 concejales. Su alcalde, Carlos Fernández Bielsa, consiguió el 57% de los votos en un municipio cuyo linde con Valencia es imperceptible si no existiera señal de aviso. Un lugar al que muchos nuevos valencianos llegaron en busca de futuro. Gentre «trabajadora, obrera, comprometida y honrada», reivindicó el alcalde. Fue la plaza elegida por el PSPV para cerrar campaña con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, la cabeza de lista por Valencia, Ana Botella, y el propio alcalde. Fue una cena mitin ante unas 2.500 personas que abarrotaron el pabellón El Quint.

El jefe del Consell aprovechó el cierre de campaña para reiterar su anuncio de que derogará el copago farmacéutico para personas discapacitadas y pensionistas con rentas inferiores a 1.000 euros. En los últimos mensajes de campaña, Puig urgió a la necesidad de un «Gobierno que sea aliado y cómplice» de la Comunitat Valenciana y a acabar con el de Mariano Rajoy y el PP «que está humillando a los valencianos». Proclamó que el «cambio es posible» si se vota al PSOE, lo mismo que lo ha sido, dijo, en el Consell que él preside. Un voto autonómico que ha servido para empezar a acometer una labor que desglosó en tres fases, que consisten en «restarurar la dignidad, reconstruir la economía de la Generalitat» y, en tercer lugar, impulsar «el renacimiento del país».

Este proceso ha de ser exportable al Ejecutivo de España, según Puig. Para hacer posible ese mismo relato, «necesitamos un Gobierno aliado», insistió ante un auditorio de diversos municipios de l´Horta. «Sin el PSOE no habrá cambio el cambio real», que solamente puede ser propiciado, agregó, por la «izquierda que transforma». El voto al Partido Socialista es «el atajo más rápido» sentenció. El presidente reivindicó las políticas sociales como acabar con los desahucios o fomentar la apertura de comedores escolares o las becas aplicadas por su Consell.

Puig elevó su tono reivindicativo para denunciar esa relación de «humillación» por culpa de unos mandatarios del PP que desde Moncloa «pensaron que la Comunitat Valenciana es su patio trasero». Porque desde aquí «se les ha regalado lo mejor de la casa, el Ágora, la Feria», comentó respecto a actos del PP celebrados en esos recintos y pagados a precio de ganga o no abonados. El presidente de la Generalitat acusó al Consell del PP y al Gobierno de Rajoy de haberse conjurado para «invisibilizar» a la Comunitat Valenciana, además de que no hacer «nada» por solucionar el déficit de financiación.

La pugna del PSOE con Compromís-Podemos por el voto de izquierda durante toda la campaña se ha dirimido con los principales protagonistas valencianos fuera del fango por pacto tácito entre Puig y Mònica Oltra. No se han cruzado un solo reproche entre ellos ni a sus respectivos partidos. En la última jornada no se quebró la costumbre del ataque directo, aunque Puig proclamó que su partido propone «redistribuir la riqueza», pero para ello hace falta crecer con una «reforma del modelo económico». «Otros hablan sólo de redistribuir, pero hay que tener una visión económica diferente, aseguró el presidente, quien aseguró que la «productividad es fundamental». El PSOE es garantía de políticas sociales, dijo, pero también económicas. «Si alguien tiene alguna duda de cómo gestiona la derecha que venga aquí a la Comunitat Valenciana», dijo Puig, quien aludió a los sobrecostes de grandes proyectos y a los 40.000 euros de deuda de la Generalitat.

Mensaje al «compañero Pablo»

La cabeza de lista por Valencia, Ana Botella, apeló al voto útil al PSOE y el alcalde, Carlos Fernández Bielsa, agradeció a Puig que en «pocos meses ha demostrado que la política sirve para cambiar las cosas, que no somos lo mismo, que estamos con los que más lo necesitan». Bielsa invocó el currículum de 136 años de vida del PSOE para arremeter contra los emergentes. «Nosotros ya estábamos aquí, en los albores de la 2ª revolución industrial (...) lideramos la consolidación de la II República, sacrificamos a nuestros jóvenes en las trincheras frente al fascismo, con los Gobiernos de Felipe que transformaron el país o con Zapatero que consolidó una nueva generación de derechos».

«Compañero Pablo, amigo Rivera, señor Rajoy, nosotros no tenemos que reinventar nuestra historia, tenemos que sentirnos orgullosos de lo que somos y lo que representamos», dijo, para rematar: «Y estuvimos donde tocaba el 18 dejulio, el 2o de noviembre, el 23F o el 11M y estaremos al pie del cañón otra vez el 20 de diciembre».