El Consell bipartito cumple hoy un año y ya aventura sus primeros cambios. Aunque no será una crisis de Gobierno de primer orden sino que afectará al segundo escalón de altos cargos, como ha reconocido el propio presidente de la Generalitat, Ximo Puig, esta semana aunque sin fijar una fecha concreta. Los enfrentamientos entre los consellers de Economía y Sanidad y sus números dos, de diferente color político, obliga al presidente y a la vicepresidenta, Mónica Oltra a actuar ante las tensiones que han generado. También se prevé la primera destitución del Gobierno valenciano que será la de la directora de Internacionalización, Mónica Cucarella, tras revelarse que mantenía sus intereses empresariales pese a formar parte del Ejecutivo.

El departamento donde el mestizaje más se ha resentido es Economía, donde en estos momentos el conseller Rafa Climent, de Compromís, no se habla con su número dos María José Mira, del PSPV. Los socialistas mantienen la confianza en Mira (fue la cabeza de lista por Valencia), pero entienden que la situación de incomunicación no puede continuar ya que han quedado fuera del circuito de información interno. En la coalición defienden a Climent pero no están contentos con su actuación, ha cortocircuitado a Mira, y piden más diálogo. La solución pasa por acomodar a Mira en otro departamento o permitirle independencia de gestión.

La actuación sobre la secretaría autonómica de Economía no vendría sola. Encima de la mesa está el traslado de la secretaría autonómica de Salud Pública, de Compromís. Dolores Sala tampoco tiene comunicación con su consellera Carmen Montón. La situación se ha tensado aún más cuando salió a la luz que una hija de la alto cargo había sido contratada en una fundación pública de Sanidad.

Tanto en la vicepresidencia del Consell y como en la Conselleria de Transparencia, ambas de Compromís, defienden la gestión de Sala. Consideran que no ha cometido ninguna incompatibilidad porque la contratación de su hija fue anterior a su llegada al patronato en la entidad pública. Según ha sabido este diario, el propio informe de transparencia apunta que no hay base para sancionarla por nepotismo. En todo caso, sería una incompatibilidad sobrevenida que no está regulada. Su cambio de destino, en todo caso, será para mejorar el mestizaje del bipartito en Sanidad.

La que previsiblemente sí tiene sus días contados en el Consell es Mónica Cucarella. Transparencia está realizando una investigación sobre sus incompatibilidades y las revelaciones sobre sus incumplimientos han molestado a Oltra. Tanto, que la vicepresidenta la llegó a acusar de no cumplir l'Acord del Botànic. Cucarella, que no presentó sus títulos y no declaró ser apoderada de una gasolinera siendo alto cargo, no se ha dado por aludida y se niega a dimitir. El Consell presionará para que se vaya o la destituirá.