El primer debate electoral de los candidatos a la alcaldía de València fue de menos a más. De la tensión y el encorsetamiento, a los reproches y el gesto torcido entre los alcaldables. La Cadena Ser citó a los cinco partidos con representación municipal al paraninfo de La Nau, donde quedó patente la división de los bloques entre la izquierda y la derecha, a imagen y semejanza de los debates autonómicos semanas atrás. Mientras Compromís, PSPV y Unidas Podemos-EUPV defendían la gestión de los últimos cuatro años en el Govern de La Nau, PP y Cs presentaban su programa electoral alternativo a la «nefasta» gestión de la izquierda.
Solo Sandra Gómez se mantuvo firme ante las críticas (los ataques llegarían después) de Maria José Català (PP) y Fernando Giner (Cs). Joan Ribó bajó al barro por momentos y María Oliver trató de no salirse de su programa electoral.
El balance de la legislatura fue el primero de los bloques a debatir, y los temas se dispersaron: el tripartito cerró filas en torno a su gestión, que ha terminado con la imagen de la corrupción del PP, defendió Ribó. Mientras, Oliver sacó a relucir los avances en materia de Vivienda, área que gestiona, con las ayudas al alquiler o a las escoletas infantiles.
Gómez destacó que el gobierno se ha dedicado a atender «lo urgente» y reivindicó el trabajo en su concejalía: más empleo en la ciudad y más facilidades para los jóvenes. «La realidad no es la que pintan ustedes», espetó Giner. Como Català, prometió suprimir los carriles bici más conflictivos, aunque no todos, como en ocasiones han asegurado. Pocos minutos tardó en salir el concejal Giuseppe Grezzi al debate: ha «atascado» la ciudad.
Los impuestos más bajos
La crítica fue compartida por PP y Cs pero Català tampoco olvidó mencionar uno de los platos fuertes de su programa: los impuestos. Acusó al alcalde y a sus socios de haber subido la presión fiscal a los valencianos en un 14 %, lo que animó el debate porque Ribó y Gómez negaron la mayor y cambiaron el tono del discurso. «València es la capital de España con los impuestos más bajos», dijo el alcalde, quien desmintió haber aumentado el Ibi contra lo que sí hizo el PP en 2014: «Lo subieron un 2 % a todos los valencianos». El encontronazo con Ribó precedió al de Gómez, cuando el PP presentó sus propuestas en el segundo bloque. Entre ellas, volver a aparcar en el carril bus, un plan de choque contra la pobreza infantil y la revolución fiscal del PP.
Sandra Gómez no se fue con rodeos: «No me hable de pobreza infantil porque se hizo famosa cuando dijo que los padres le hicieran un tupper a sus hijos si no podían pagar el comedor escolar», y sentenció: «Ojo con la revolución fiscal que proponen, porque fue el inicio de su revolcón electoral».
Català acusó al gobierno de «amilanarse» y no llevar a cabo proyectos como el túnel pasante, la línea 10 de metro o el corredor mediterráneo, mientras Ribó garantizaba que Compromís es el único partido que no agacha la cabeza al llegar a Madrid. Estaban en el tercer bloque, debatiendo sobre la relación del ayuntamiento con otras administraciones. Oliver, en este punto, criticó que con los grandes proyectos por los que aboga el PP la sostenibilidad quede en entre dicho y ahora, con la ampliación del puerto, València es «la gasolinera del Mediterráneo». Subrayó la «valentía» con la que Podemos afronta la legislatura. Como Gómez, que garantizó que todos los barrios tendrían los mismos servicios y València sería un referente en la lucha por la igualdad. Y llegó Català: «La igualdad no se predica, se practica». Mientras, Giner se adueñó del discurso del centro que por momentos quiso Català y echó por tierra buena parte de los logros del Govern de La Nau. «Prometo ser el alcalde de los autónomos y las familias», aseguró, y reprochó a Ribó que como alcalde siguiera en la oposición, «detrás de la pancarta».