Joan Ribó Canut (Manresa, 1947) se levantó ayer como cualquier día y se plantó en el Ayuntamiento de València con el aire de normalidad que forma parte de su «modus operandi» desde 2015. Entonces puso fin a más de dos décadas del Partido Popular al frente del «cap i casal» y a toda una forma de entender el poder. El alcalde de València, que hace cuatro años ya renunció a la vara de mando para gobernar desde la cercanía, volvió a incidir en esa idea en la noche del 26M, en la que que ya adelantó que su apuesta a partir de ahora es mejorar la gestión municipal, centrándose en gobernar. Acelerar la lenta maquinaria de la administración local, lo que más quebraderos de cabeza le ha suscitado en estos cuatro años como no se ha cansado de repetir, será su particular caballo de batalla en este su último mandato, pues ya anunció que no se presentará a la reelección. Ayer, por si acaso, volvió a dejarlo claro: «No tengo heredero, ni he hecho testamento». «Ojo, porque también podría ser heredera», ironizaba a las puertas de la casa consistorial, para añadir acto seguido que se trata de una cuestión interna de Compromís. Este ingeniero agrónomo por la Universitat Politècnica, diplomado en tecnología de alimentos y experto en plaguicidas no contaminantes, mantiene la ilusión del primer día.