Si tuviésemos que simplificar y elegir dos cuestiones globales que preocupan de manera creciente a la sociedad seleccionaríamos la salud y la sostenibilidad. Dos conceptos, además, que tienen una relación estrecha entre sí. Cada vez queremos vivir más y mejor, y queremos también cuidar de nuestro planeta para que las generaciones futuras puedan disfrutar de unas condiciones de vida iguales o mejores que las nuestras.

Según Cajamar, estas preocupaciones surgen en las sociedades más avanzadas y con mayores niveles de renta, pero progresivamente se van extendiendo a todos los estratos de la población y a todos los países.

Las consecuencias de estas tendencias es que van modificando las actuaciones de los gobiernos, que legislan para promover las acciones deseables e imponen tasas e impuestos sobre las que se quieren evitar.

Pero también condicionan las decisiones de las empresas, que saben que en la medida que den respuesta a las necesidades y demandas de la sociedad podrán incrementar sus ventas y sus resultados.

Crecimiento de la producción ecológica

En el caso que nos ocupa tenemos ejemplos muy claros, de acuerdo con el último informe de Cajamar, como está siendo el desarrollo de los vehículos eléctricos, que en poco tiempo serán mayoritarios en nuestras carreteras. O el impulso recibido por las energías renovables, que cada vez representan un mayor porcentaje del mix eléctrico. Y la mayor parte de los aparatos eléctricos han reducido significativamente su consumo en muy poco tiempo.

Queremos que nuestras casas sean cada vez más ecológicas y nos preocupamos por los materiales y la forma en la que se han fabricado nuestros vestidos. En esta línea se encuentra la progresiva eliminación de las bolsas de plástico, por otros materiales de embalaje más sostenibles.

El interés por la producción ecológica de alimentos surgió hace ya más de medio siglo, pero su crecimiento fue muy lento durante muchos años. Considerándose como un producto de nicho y limitado a determinados colectivos. Poco a poco el movimiento ha ido creciendo y en muchos países ya representa un porcentaje que supera ampliamente el 10 % de los alimentos consumidos. Y en los territorios que se han incorporado más tarde a esta tendencia el crecimiento está siendo muy rápido, por lo que pronto superarán ampliamente ese listón.

El desarrollo de la agricultura ecológica

Después de muchas décadas en las que el desarrollo de la agricultura había estado basado en las tecnologías que aportó la revolución verde, y muy especialmente en los agroquímicos, parecía que hablar de agricultura ecológica era una vuelta al pasado con las herramientas que había entonces. Ello llevaba a pensar a los agricultores, las empresas agroalimentarias y a muchos técnicos, investigadores y gestores públicos que sería imposible responder a las necesidades de alimentación de la humanidad solo a través de la ecología.

Sin embargo, los avances en las técnicas de producción para la agricultura ecológica han sido espectaculares durante los últimos años. Y los movimientos para incrementar la producción de alimentos ecológicos se están desarrollando de manera coordinada desde los consumidores hasta los agricultores, pasando por las cadenas de distribución, la industria alimentaria y los proveedores de tecnología.

Y para seguir avanzando por este camino es necesario seguir apostando e invirtiendo en investigación. De igual forma que el conocimiento generado en el ámbito de la utilización de productos químicos permitió incrementar, de manera significativa, los rendimientos de los cultivos con el empleo de fertilizantes y de fitosanitarios, ahora tenemos el reto de volver a incrementarlos utilizando técnicas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.

Tres claves para el crecimiento: entender los procesos biológicos

Cajamar destaca las líneas que nos van a exigir mejorar el conocimiento de los diferentes procesos biológicos son muy amplias, pero nos gustaría resaltar algunas que tienen una incidencia muy directa.

En primer lugar tenemos que fijarnos en el suelo. Ahí se generan los componentes que van a alimentar a las plantas y van a condicionar su respuesta a las fluctuantes condiciones abióticas y a la presencia de plagas y enfermedades. El suelo no es un mero soporte físico. Del adecuado equilibrio microbiótico que exista en el mismo se puede mejorar de manera significativa la productividad de los cultivos.

En segundo lugar, hay que incrementar las fuentes de materia orgánica para mejorar la fertilidad de esos suelos. La inclusión de los conceptos de la bioeconomía circular va a ser de gran utilidad, ya que nos permitirán volver a introducir en el ciclo productivo aquellos restos biológicos que no hayamos consumido.

Y el tercer aspecto a resaltar es la mejora de las técnicas que permitirán el control biológico de plagas y enfermedades. Existen herramientas en la naturaleza que pueden ser nuestras grandes aliadas.

En un país como España, y en particular en nuestra Comunitat Valenciana, contamos con una amplia experiencia en la producción de alimentos, con agentes altamente cualificados y disfrutamos de unas buenas condiciones agroambientales, para poder seguir liderando la producción de alimentos a nivel mundial. Para ello tenemos que dedicarle todo nuestro esfuerzo, ilusión y trabajo a seguir profundizando en este apasionante mundo.