Han pasado casi cien días, 98 para ser exactos, desde el inicio del Estado de Alarma en España, de los cuales, más de un tercio los ha pasado este país en un confinamiento considerado por muchos como uno de los más duros que ha experimentado una sociedad. Tres meses en los que hemos pasado de la incredulidad, al shock, discurriendo por el miedo y el respeto, o la incertidumbre, y volviendo poco a poco a la normalidad con la máxima prudencia.

Un recorrido duro, en muchísimos casos trágico, y en la inmensa mayoría responsable y comprometido. Soy alcalde de mi ciudad, Burjassot, y escribir estas palabras a día de hoy no es fácil, porque en este recorrido se han quedado por el camino vecinas y vecinos y amigos y amigas, y hemos visto cara a cara los efectos de un coronavirus devastador y sus consecuencias, la Covid-19. Haciendo memoria, y repasando a cámara lenta los primeros días de la pandemia, me vienen a la cabeza los gestos y las caras de muchas de las personas con las que nos tuvimos que reunir en la semana del 9 de marzo, los presidentes de las fallas, asociaciones, mis compañeras y compañeros del equipo de gobierno, los técnicos municipales, vecinas y vecinos….eran caras de incredulidad y de estupefacción. Rostros que se tornaron en gestos serios en apenas unos días. Ojos que expresaban el miedo a lo desconocido, ojos que transmitían dudas, pero también una tremenda responsabilidad ante, precisamente, la peor situación que ha vivido España en toda su historia reciente y democrática.

Esos gestos decididos, esas miradas que también expresaban fuerza, ayudaron y mucho a afrontar esta situación, porque uno es humano, y a veces, siente vértigo ante ciertas situaciones. La celeridad con la que se tuvo que actuar en esos días no dejaba casi ni plantearte lo que estaba sucediendo. La vorágine del caos fue brutal, y brutal fue el esfuerzo de hacer entender a todos que debíamos quedarnos en casa, que salvaba vidas, y que ha salvado miles de vidas. Y llegó el silencio y el encierro. Y se quedó en nuestras calles y casas casi durante 50 días. Mayo dio paso a lo que todos ansiábamos, pequeñas dosis de libertad, con paseos, con ejercicio, con nuestros pequeños y mayores en las calles. Libertad que hemos ido retomando durante estas últimas semanas hasta tener lo que ahora llamamos la nueva normalidad.

Suena raro, como a película de ciencia ficción, la nueva normalidad. Pero llegar a este fotograma ha costado muchísimo esfuerzo colectivo ciudadano. Y a ese esfuerzo es al que hay que darle las gracias con humildad y con generosidad. Ha sido la sociedad española, junta, unida, la que ha conseguido que salgamos adelante, liderada por un gobierno, a los que unos aplaudirán, yo entre ellos, y otros defenestrarán. Pero un Gobierno que se ha enfrentado a una pandemia mundial y que ha protegido a su sociedad. Una sociedad que ha sido responsable y ha sabido adaptarse a esta durísima realidad.

Gracias, todas y todos habéis sido un ejemplo a seguir, todas y todos hemos cogido las riendas de nuestras vidas y actuando con responsabilidad hemos ayudado, bien sea desde casa o bien desde nuestros puestos de trabajo, a que hoy podamos seguir siendo parte de ese fotograma de la nueva realidad. Toda España ha sido una, toda nuestra sociedad ha empujado para lograr estar hoy aquí, y este sacrificio estará siempre en nuestra retina, junto a la tristeza por la pérdida de las miles de vidas que se ha llevado la pandemia. Gracias especialmente a mi ciudad, a mis vecinas y vecinos, a sus gestos, a sus esfuerzos, a sus sonrisas desde los balcones o desde las redes sociales, a sus guiños. Gracias Burjassot por la lección de vida que nos has dado.