Tras la victoria de los separatistas flamencos en las elecciones belgas, muchas miradas se han vuelto hacia Cataluña, que celebrará comicios autonómicos tras el verano, con la previsible victoria de los nacionalistas de CiU. Además, el Parlament de Catalunya ha admitido a trámite una iniciativa legislativa popular para que se convoque un referéndum oficial de independencia. Corresponderá tramitarla, tras los comicios, a una cámara donde CiU y ERC sumarán mayoría absoluta. ¿Puede darse en Cataluña una dinámica parecida a la flamenca? ¿Corre el mapa de España peligro de fragmentarse por la parte del "nordeste peninsular", como dicen algunos meteorólogos?

Recientes encuestas alimentan la hipótesis. La mas reciente, del diario barcelonés El Periódico de Catalunya, predice una victoria del sí en un referéndum de separación (48% de síes contra 35% de noes). Pero el mismo trabajo afirma que son mayoría (65%) quienes no desean tal referéndum "en este momento". Es decir: son muchos los que responden, aproximadamente, "no me obliguen a decir que sí". Separatistas a regañadientes, que no han acudido a las consultas no oficiales celebradas en cientos de municipios. ¿Quiénes son esos votantes paradójicos que pueden inclinar la balanza?

Otros sondeos, menos periodísticos aunque mas sociológicos, amplían la perspectiva. Tanto el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) como el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), dependiente éste último de la Generalitat, indican que son minoría quienes desean como horizonte para Cataluña "un estado independiente". En su barómetro de abril, el CEO sitúa dicha opción en solo (o tanto como) un 21% de la población adulta; para el CIS, aun menos. En cambio, un 35% acepta el actual estatus de comunidad autónoma. La clave, sin embargo, está en otro grupo: el de quienes prefieren llegar a ser "un estado en una España federal". Y estos suponen un 31% del total.

Ser un estado significa ejercer la soberanía, pero serlo en una España federal significa ejercerla para renovar, desde la propia decisión, los lazos establecidos por un matrimonio monárquico del siglo XV y por una victoria militar del XVIII, y profundizados luego por el nacimiento y consolidación del mercado nacional y por los movimientos migratorios intrapeninsulares del siglo XX. Es decir: que casi un tercio de los catalanes desea seguir en España por gusto; si en lugar de ello hay disgusto, el deseo puede decaer. La hipotética mayoría de votos afirmativos en un también hipotético referéndum incluye por tanto a quienes, hoy mismo, tienen por los suelos el deseo de permanencia española, pero aún así temen la ruptura, y por ello prefieren que no les pregunten.

Ésta situación de deseo dividido ha sido perfectamente interpretada por Artur Mas y la cúpula dirigente de CiU, que va a ganar las autonómicas de otoño con un mensaje que José Montilla, desde el autonomismo reivindicativo (regionalismo, por tanto), ha calificado de "independentismo vergonzante", y que encaja perfectamente con los resultados de la encuesta periodística: Mas está a favor de que se pueda convocar el referéndum, pero opina que éste no es el mejor momento. CiU ha llegado a decir que ahora la prioridad es la economía y no la independencia, olvidando que sus propias tesis afirman que una parte de los problemas económicos catalanes se deben al desequilibrio fiscal -que la independencia cortaría de raíz-. El caso es ampliar al máximo el espectro de votantes y, sobre todo, no asustar a nadie.

Luego, una vez en el Palau de la Generalitat, Artur Mas administrará la amenaza secesionista a la hora de negociar con el gobierno español, que a poco tardar presidirá Mariano Rajoy. Ya se entendieron Pujol y Aznar: pueden también hacerlo sus sucesores, una vez culminadas las respectivas travesías del desierto.

Mientras tanto, la encuesta de El Periódico, como hace unos meses otra de La Vanguardia en las misma línea, aparece justo cuando el Tribunal Constitucional parece estar a punto de comenzar a decidir de verdad sobre el Estatut. Lo que decida afectará al deseo de permanencia de los que quieren y no quieren irse sin irse: éste es el mensaje.