El dispositivo desplegado esta madrugada contra EKIN supone la tercera gran operación de las Fuerzas de Seguridad contra los sectores más duros del entramado político de ETA en el último año, en que el entorno de la banda se ha divido entre los denominados posibilistas, partidarios de abrir un nuevo proceso en ausencia de violencia, y los que insisten en la necesidad de los atentados como forma de doblegar al Estado.

Desde finales del año pasado, las fuerzas de Seguridad vienen desempeñando una intensa actividad en la que se han llevado a cabo numerosas operaciones.

Al menos dos de ellas resultaron claves para debilitar las posibilidades de los terroristas de mantener el férreo control de sus bases y evitar su derrota en el debate interno abierto en el entorno de la banda. La primera de ellas fue a finales de noviembre del año pasado cuando las Fuerzas de Seguridad desarticularon la organización juvenil radical abertzale Segi, considerada por el Tribunal Supremo la cantera de los terroristas y sobre la que recae la actividad de la kale borroka.

El macrodispositivo se saldó con más de treinta detenciones entre el País Vasco y Navarra y el Ministerio del Interior dio por descabezado este frente de ETA. La operación de la Policía Nacional y la Guardia Civil comenzó a gestarse en el mes de mayo a partir de la documentación incautada a Ekaitz Sirvent, quien diseñó una estrategia para reforzar la militancia de base de la banda.

El último ideólogo de ETA, detenido en abril en Paris (Francia), ordenó reforzar la presencia de sus bases en plataformas y organizaciones legales lejos de la 'kale borroka' para evitar detenciones. Esta preocupación de Sirvent, arrestado en una estación de tren de la capital francesa, partía del elevado número de detenciones de miembros de la 'kale borroka' que se produjeron tras la ruptura del último alto el fuego y que, a su juicio, estaba mermando el frente juvenil de la banda.

Su deseo era mantener activo un frente llamado a nutrir las filas de la banda terrorista en el futuro. Por ello, Sirvent apostó por reducir los actos de violencia callejera tan sólo a ocasiones excepcionales como la celebración de fiestas patronales, según estas fuentes.

Sin embargo, la intención de este terrorista, cercano al ex jefe del 'aparato militar' de la banda, Garikoitz Azpiazu Rubina, alias 'Txeroki', era la de infiltrar a sus jóvenes en organizaciones, instituciones o plataformas legales de la órbita de la izquierda 'abertzale'.

H-ALBOKA

La segunda gran operación contra el sector duro se produjo en abril cuando fue desarticulado el frente de abogados de la banda, que según Interior actuaban como "comisarios" de los terroristas. Según explicó el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, su misión era la de prestar información sobre objetivos, facilitar la huida de etarras, captar nuevos militantes, gestionar el cobro de la extorsión o velar por el cumplimiento de la ortodoxia de la banda en las prisiones.

En concreto, fueron detenidos tres abogados que habitualmente defendían a los detenidos etarras en los tribunales Arantxa Zulueta, Jon Emparantza e Iker Sarriegi junto a siete colaboradores. Actuaban como enlace de la banda en las cárceles difundiendo los mensajes y también elaboraban detallados informes sobre cada uno de los presos que eran remitidos a la organización en Francia.

Así se desprende de la extensa documentación que incautó la Guardia Civil en los registros practicados donde se hallaron informaciones sobre posibles objetivos. Incluso llegaron a manejar información sobre el propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba tal y como reconoció el mismo en la rueda de prensa posterior a los arrestos. Paralelamente, las Fuerzas de Seguridad también han llevado a cabo operaciones que han contribuido a minar las estructuras militares de ETA: decenas de detenciones, entre ellas el arresto de dos 'números uno' de la banda en tres meses y la desarticulación de la base de Óbidos (Portugal) despejaron cualquier intento de la banda de volver a los atentados.

Así, desactivada la capacidad operativa de los terroristas y sus nexos de control sobre su brazo político, la izquierda abertzale ha continuado en los últimos meses avanzando en su objetivo de mostrar fuerza ante los terroristas por medio de nuevos actos, pronunciamientos o incluso alianzas como la firmada con Eusko Alkartasuna. Ante esto ETA ha emitido hasta cinco comunicados en los que si bien nunca ha rechazado el camino emprendido por su brazo político, tampoco ha aceptado sus peticiones que ya hablan de un alto el fuego irreversible con verificación internacional.

"INDIRECTAMENTE ECHA UNA MANO"

El propio ministro Rubalcaba admitió esta realidad en sus primeras declaraciones después de que ETA anunciase que hace meses decidió cesar sus acciones armadas ofensivas: "Para ETA es muy importante no aparecer como débil porque, en ese caso, estos sectores levantiscos que tienen en la izquierda abertzale se crecen.

Por eso yo digo muchas veces que la acción policial debilita a ETA e indirectamente echa una mano a estos sectores". Esa división interna se precipitó en octubre del año pasado, precisamente tras otra operación policial en la que fueron detenidos destacados líderes abertzales como Arnaldo Otegi o Rafa Díez Usabiaga, entre otros.

Estaban acusados de recomponer la cúpula de Batasuna en torno a una nueva plataforma denominada 'Bateragune' (todos juntos), siguiendo las órdenes de ETA. Una vez la acción policial frustró ese proyecto, tanto Otegi desde prisión como las bases de la izquierda abertzale en el País Vasco y Navarra impulsaron un proceso asambleario en el que se discutieron dos alternativas. La banda y sus sectores más ortodoxos como EKIN apoyaron la conocida 'Ponencia Mugarri' en la que se defendía la vuelta a los atentados como forma de presionar al Gobierno y lograr una nueva negociación.

Sin embargo, la mayoría, dentro y fuera de las cárceles, acabó posicionándose a favor de la apertura de un nuevo ciclo en ausencia de violencia basado en los 'principios Mitchell', que sirvieron para la consecución de los acuerdos de paz en Irlanda del Norte. El resultado de aquel proceso asambleario se presentó en el documento 'Zutik Euskal Herria' (Euskal Herria en pie) y se escenificó en la llamada 'Declaración de Alsasua' en noviembre.