José Luis Rodríguez Zapatero cierra una semana que nunca olvidará: los sindicatos le convocaron su primera huelga general y quien osó responderle con un no, ha logrado el apoyo mayoritario de los militantes en las primarias socialistas de Madrid y ha dejado en la cuneta a Trinidad Jiménez.

Pese a que, según han informado fuentes de la dirección federal del PSOE Zapatero ha felicitado a Tomás Gómez y ambos han prometido estrechar sus relaciones, tras intercambiar unas palabras "cordialísimas", la relación no parece idílica.

No esperaba el presidente la resistencia numantina de Tomás Gómez, no esperaba que éste mantuviera el pulso hasta el final y confiaba en que la reunión del 7 de agosto en la Moncloa ablandara su posición y dejara paso libre a la ministra de Sanidad.

Pero no fue así; por vez primera alguien en el partido le respondió con una negativa y no hubo más remedio que acudir a un proceso que, paradójicamente, ha servido para mitigar uno de los puntos débiles del líder del PSM: su déficit de conocimiento y popularidad.

Zapatero creyó encontrar en "Trini" el antídoto para la fortaleza de "criptonita" con la que Gómez dijo afrontar este proceso, pero las urnas no le han dado el respaldo suficiente.

Hoy se tiene que vivir un ambiente de preocupación en Moncloa. El presidente del Gobierno aseguró que no se jugaba nada en las primarias, pero él -y todo el mundo- sabía que más allá de esa afirmación, una victoria de Gómez podía poner en tela de juicio su autoridad, aventaría ríos de tinta sobre su liderazgo y daría alas a algún propio y a muchos extraños.

Entre los primeros, aunque hasta ahora han sido prácticamente inexistentes las voces discrepantes hacia Zapatero, no faltan quienes citan a algunos elementos de la vieja guardia socialista y a "barones" que interpretan el giro que ha protagonizado el jefe del Ejecutivo para plantar cara al déficit como un riesgo añadido para su futuro político en sus territorios.

El terreno de los "extraños" es patrimonio casi exclusivo de Mariano Rajoy y sus acólitos, que han visto cómo los resultados van a servir para alimentar el discurso ya preparado de que si Zapatero no es capaz de conseguir que sus militantes secunden su criterio, cómo puede liderar el país.

No van a faltar elucubraciones sobre la llegada del "postzapaterismo", sobre la necesidad de que desvele ya la incógnita de si optará o no a la reelección como inquilino de la Moncloa, o sobre la posibilidad de que la remodelación ministerial vaya más allá del relevo de Celestino Corbacho como ministro de Trabajo.

Lo que es seguro es que "Trini" seguirá como ministra de Sanidad, porque según fuentes del Gobierno, Zapatero ni se plantea su relevo.

Seguro que le habría encantado tener esta noche sobre la mesa el "problema" de esa sustitución, porque el que deriva de la victoria de Gómez puede ser más difícil de manejar.

Como difícil se antoja también el camino hacia las elecciones generales de 2012.

Para esa cita falta año y medio, y en mitad del camino aparecen los comicios municipales y autonómicos, el momento en el que el vencedor de hoy tendrá que superar una prueba más difícil que la de hoy.

Si la esperanza de superar a Esperanza o de que, al menos, la "lideresa" pierda la mayoría absoluta se convirtiera en realidad, el simbolismo del cambio en Madrid podría hacer frente a los datos de las encuestas.

Para ello, el presidente del Gobierno ha de encomendarse a Tomás Gómez, un dirigente con el que todos los socialistas aseguran que estarán como una piña a partir de mañana. ¿Lo estarán también con Zapatero?